*LOS PESIMISTAS*
La semana pasada la Duzán sacó una columna en “Semana” que alguien compartió por aquí (ya yo no ojeo esa mierda), en donde ella se muestra escéptica de los cambios que se avecinan en el globo y la Humanidad, una vez pase esta emergencia del Coronavirus. Algo parecido dijeron por acá un par de contactos míos que creen que el hombre va a volver a sacar las uñas, como siempre, una vez la emergencia sea superada.
Con el perdón de la Duzán y mis contactos escépticos, estoy seguro de que ese no va a ser el caso, por muchas razones, pero voy a explicarme un poco porque yo no soy uno de esos pesimistas que todo lo ven con el cristal de la infamia. La Humanidad puede ser mala, lo sé, pero creo que posee un sentido de conservación superior a su maldad, que es precisamente lo que va a suscitar el cambio en el comportamiento de esta especie a la que pertenecemos.
Creo que la prueba más tangible de que las cosas van a cambiar, es el caso de Uribe, para usar un ejemplo vernáculo que todo el mundo conoce y entiende.
Hasta hace dos meses ese hijueputa hacía y deshacía a placer, convencido de su carácter “indestructible”. Pero apareció un virus que mata a viejitos, y el tipo, con 67 años, corrió a esconderse para no enfermarse y no ha vuelto a asomar la cabeza. A este virus él no lo puede amenazar, ni lo puede serruchar con una motosierra, ni lo puede intimidar para que no atestigüe contra él, ni se puede defender de él con sus 300 guardaespaldas. Uribe no puede torcer al Coronavirus ni lo puede someter con jueces comprados. A esta plaga él no la puede someter con testigos falsos o con falsos positivos. Y lo que es peor: el Coronavirus lo puede coger a él, desprevenido, y llevárselo en dos semanas, y nadie, ni los gringos, lo pueden salvar de este asesino microscópico.
Entonces, como ese hijueputa es un cagón que no es nada sin los 300 guardaespaldas que lo protegen, que en este caso no le sirven para ni mierda, no le toca otra más que esconderse para que el virus no lo mate.
Y si esta vaina dura otros seis meses más “on & off”, existe la posibilidad real de que este genocida pase a retiro y se acabe su película. Él no va a cambiar, así como tampoco va a cambiar Trump ni ninguno de los hijueputas de este mundo, pero el mundo sí. La Economía va a cambiar, porque los hábitos de la gente van a cambiar. De esta pseudo-depresión vamos a salir en 2-3 años, y mientras tanto, vamos a vivir todo el tiempo con “bozal”, con miedo de tocar cosas y hablar con gente por ahí. La mitad de las aerolíneas del mundo no van a sobrevivir a esta vaina, y la industria de cruceros se va a acabar. Y va a pasar un buen tiempo para que yo vuelva a un mall a comprar algo. Compraré más comida para llevar, y beberé más en mi casa. Solo en ocasiones especiales saldré a un bar para pasar un buen rato y arriesgar un contagio.
Los hijueputas no van a cambiar, eso está claro, pero el paradigma de la existencia misma si va a cambiar. Y al cambiar este paradigma, el juego de la vida cambia por completo.
Incluso si una vacuna efectiva es producida en los próximos 6 meses, este tiempo de encierro le va a haber cambiado la mente a mucha gente. De esta no salimos con la psiquis intacta, esto va dejar secuelas psicológicas profundas.
Y los líderes del futuro serán los que hayan leído las enseñanzas de esta prueba para la Humanidad, correctamente. Y ya para empezar les puedo decir que Trump no es uno de ellos.
Trump sale en noviembre, si Dios quiere, y se puede decir que su gobierno está terminando, para descanso de todo el globo. Este cuatrienio tortuoso está a punto de terminar, y eso se lo debemos al Coronavirus. Hace 2 meses su reelección era cosa cantada; hoy las encuestas dan 53% -42% a favor de Biden.
Y en Colombia, esa combinación de criminalidad, estupidez, inexperiencia y fatiga de Uribe, va a enterrar al uribismo. El uribismo ya está muerto, lo que no esta es enterrado, y ellos lo saben.
Y con el uribismo se van para la mierda los Sarmiento, los Gillinski, y todo el ejército de hijueputas de la cuerda de Uribe.
Y el globo va a cambiar porque ya los Estados Unidos no van a ser los mandamás de antes. Seguirán mandando, pero menos, y su declive es solo cuestión de tiempo. El mundo no va a olvidar el cretinismo e ineptitud de Trump, esa se la van a cobrar a los Estados Unidos en los años por venir.
Los hijueputas nunca cambian. Ni cambiaban antes, ni van a cambiar ahora. Esa es una de las razones por la que son unos hijueputas, su fanatismo por la maldad que encarnan. Pensar que Hitler podía evitar atacar a Rusia, o que los especuladores de Wall Street podían evitar excederse antes de la crisis de 1929 es un ejercicio estúpido. Lo que hacía que Hitler fuera un loco genocida era su ceguera mental; lo que hacía de Wall Street en 1929 un nido de víboras especuladoras era su ambición enfermiza.
Pero los que no somos unos fanáticos de nada en particular, la gente razonable, siempre ha sido mayoría en este planeta. Esos, nosotros, somos los que vamos a llevar el cambio a cabo, no ellos.
Yo, por ejemplo, ya no quiero más progreso si ese progreso implica acabar con el planeta y su biodiversidad. Con el progreso alcanzado hasta ahora me basta. No quiero que encuentren más petróleo, ni quiero ir a Marte, ni quiero más carbón, ni necesito extraer más minerales de la tierra para cambiar mi carro cada 3 años. Tampoco necesito hacer shopping para cambiar mi ropero 3 veces al año o con cada nueva estación. Y mucho menos que el Real Madrid se gaste $200 millones de euros en Mbappe para reforzarse. De hecho, ya me vale gaver el fútbol, eso no es importante, y de ahora en adelante, solo me voy a enfocar en lo que es verdaderamente importante.
Y después de ver como los animales y el Medio Ambiente se han recuperado mientras nosotros hemos estado encerrados, propongo establecer una semana al año, global, de cuarentena voluntaria, para darle todos los años una semana al planeta para que descanse de nosotros. De las 52 semanas del año, 1 o 2 se las debemos dedicar al planeta, todos los años, de aquí pa’lante. Entender que necesitamos de este planeta será uno de los nuevos paradigmas de los tiempos venideros.
Un pesimista es alguien que no ve posibilidades de cambio y sospecha que él tampoco quiere o puede cambiar.
Por lo tanto, yo no soy un pesimista.
Yo no es que vaya a cambiar, ¡es que ya cambié! Y perdónenme la arrogancia, pero les recomiendo a ustedes que también cambien.
Si usted no es capaz de leer la enorme lección cósmica de esta emergencia, me temo que usted no es un pesimista, usted lo que es un hijueputa.
*Las opiniones expresadas en este documento no han sido sometidas a revisión editorial, son de la exclusiva responsabilidad de los autores y pueden diferir con las del The Cartagena Post.