Economía

Recuperación mundial pasa por un alivio en la deuda del Sur en desarrollo

Por Samira Sadeque

NACIONES UNIDAS, 2 jul 2020 (IPS) – Sin una reestructuración de su deuda externa, su servicio quitará a los países en desarrollo recursos imprescindibles  para afrontar las consecuencias del coronavirus, fortalecer sus sistemas de salud, proteger a los sectores más vulnerables de la población y rescatar las economías.

Así lo aseguró a IPS el exministro de Comercio de Botswana,  Bogolo Joy Kenewendo,  luego de participar en una mesa redonda virtual en las Naciones Unidas sobre la economía en la pospandemia de la covid-19.

Para evitar que las economías del Sur en desarrollo sufran desproporcionadamente las consecuencias de meses de parálisis de buena parte del mundo para contener el virus, es crucial que se controlen las medidas proteccionistas de países industrializados para afrontar la recesión, dijo Kenewendo, quien también integró en el pasado un panel de alto nivel sobre cooperación digital de la Secretaría General de la ONU.

«Lo importante es que tengamos un congelamiento de la deuda y una reestructuración inmediata, particularmente para los países en desarrollo porque nuestros recursos están actualmente bajo mucha presión con la demanda de extender la asistencia social, de hacer lo mismo con los subsidios y mejorar la infraestructura, y al mismo tiempo pagar los intereses de los créditos”, planteó.

La situación “realmente está ejerciendo mucha presión sobre la situación fiscal  de muchos países en desarrollo», dijo a IPS.

En la mesa redonda, titulada «El renacimiento de la economía mundial para lograr el desarrollo sostenible», Vera Songwe, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para África (CEA), compartió un análisis incisivo sobre la importancia de eliminar a las partes intermediarias de los intercambios comerciales durante la discusión.

La líder de la agencia regional de las Naciones Unidas citó como ejemplo que una de las principales empresas de tecnología de Estados Unidos, Apple, comanda la importación de algodón. Sin embargo,  80 por ciento de esas compras algodoneras provienen de la República Democrática del Congo, que enfrenta una crisis de su deuda.

«La República Democrática del Congo vende algodón a entre 40 y 80 dólares,  que en el mercado se transan a 400 dólares», dijo, antes de plantear que es prioritario analizar cómo se puede reducir la intermediación de productos como este.

«Lo positivo para el comercio y el nuevo entorno comercial es que hacemos todo lo posible para eliminar todos los intermediarios que existan entre el producto original y el producto final», dijo.

Kate Raworth, investigadora visitante en el Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, mencionó la «deuda ecológica» que los países de altos ingresos tienen con los países de bajos ingresos.

A su juicio,  este tipo de deuda es mucho más a largo plazo, alegando que las regiones avanzadas como Europa y países como Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña o Japón están viviendo «sin considerar el impacto planetario».

«Estamos destruyendo el sistema climático, estamos destruyendo el sistema ecológico, y esa es la deuda que tenemos con los países de menores ingresos del mundo porque estamos minando todas las perspectivas de desarrollo para ellos», criticó en un apasionado discurso.

«No tendrán suelos fértiles, ni lluvias monzónicas, ni clima estable y no tendrán capacidad para desarrollarse», sintetizó.

Con esos contextos, el exministro botsuanés Kenewendo dijo a IPS que también debe ponerse en la mesa de análisis la fuga de capitales desde los países menos adelantados hacía las naciones industriales, que se ha incrementado durante la crisis de la pandemia, como sucede en cada crisis.

«El problema real  es que hay una gran cantidad de IED (inversión extranjera directa) que ha sido atraída por los países en desarrollo y los mercados emergentes», dijo.

«Y cuando surgen las crisis, encuentras que mediante la fuga, esos capitales regresan a los países desarrollados o de Occidente”, afirmó.

Es un proceso mediante el cual  los ingresos por manufacturas provenientes de la IED, con lo que los países en desarrollo esperaban mejorar sus economías y su capacidad de pago, repentinamente se evaden hacia las naciones industriales.

«La razón es que durante la crisis,  la gente busca la protección de la estabilidad política y económica” y en casos como los de África “la inestabilidad política se convierte en un problema” para que los capitales se queden generando desarrollo en sus territorios, consideró Kenewendo.

Mientras, las políticas proteccionistas que la crisis ahondan en países industriales,  que priorizar soluciones aislacionistas,  “generan que la situación sea más difícil para todos y profundizan y prolongan la crisis de la economía global», planteó.

Consideró que para los países en desarrollo es crucial que se establezcan relaciones basadas en el comercio y no una relación basada en la ayuda.

Además, señaló la importancia de la digitalización, que la pandemia ha puesto en mayor valor aún,  y aseguró que va a tener un papel decisivo en el desarrollo futuro de las economías del Sur.

«La digitalización no se trata solo tener conectividad adecuada, sino también de usar los recursos de tecnología móvil que existen para garantizar un nivel mucho más amplio de inclusión”, afirmó.

Citando el ejemplo de Songwe, Kenewendo dijo que en el diálogo sobre la reforma, es clave el asegurarse que «se está incentivando y estimulando la inversión».

«Es muy importante que proporcionemos la capacidad para que los países aprovechen el capital nacional y también para asegurarnos de que estamos salvaguardando a las pymes (pequeñas y medianas empresas) y la capacidad de recuperación del sector informal», afirmó.

T: MF

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