Bitcoin: no todo lo que brilla es oro
Aunque el precio de esta “moneda” haya subido, nada garantiza que su valor mantenga esa tendencia, por lo cual asegurar que se obtendrán ganancias exorbitantes debe ser una primera razón para sospechar.
Si a esta dudosa oferta se suma que los interesados deben vincular al negocio nuevas personas para recibir sus respectivas recompensas, el riesgo de ser objeto de una estafa se incrementa, máxime si se tiene en cuenta que cualquier persona puede adquirir las monedas directamente.
Pese a tratarse de una tecnología que permite hacer transacciones seguras sin intermediarios, esta moneda virtual se ha visto envuelta en una serie de polémicas por cuenta de las actividades fraudulentas que se vienen realizando con ella.
“En Colombia existen varios establecimientos –restaurantes, cines, tiendas de ropa y misceláneas– que la utilizan para comprar y vender cosas, además del espectro más amplio que ofrece internet”, destaca Jhonathan Higuera, de la Unidad de Análisis del Mercado Financiero de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).
Con la criptomoneda o moneda virtual también suelen pagarse servicios de consultoría y asesorías en temas relacionados con software y hardware.
Bitcoin no depende de ninguna entidad pública o privada y está cimentada en una tecnología conocida como Blockchain, o conjunto de bloques en los que se registran las transacciones hechas con bitcoins, cuyo carácter es inalterable.
Otra persona –o minero– se encarga de resolver una serie de algoritmos encriptados en estos bloques para crear uno nuevo en el que se registra la transacción, de tal manera que al final de la operación el Protocolo Bitcoin le da una recompensa que se expresa en nuevos bitcoins.
“Aunque al comienzo los mineros eran recompensados con 25 bitcoins por cada bloque desencriptado, la cifra ha disminuido con el tiempo, al punto de que en la actualidad solo se reconoce la mitad”, explica el analista.
Otra posibilidad de adquirir bitcoins es comprarlas a personas conocidas o páginas de intermediarios en las que los interesados ofrecen y compran las criptomonedas, cuyo precio se rige por el principio de la oferta y la demanda, y que al igual que en el mercado tradicional también se presta para realizar operaciones especulativas, conocidas como trading.
“Detrás de cada tipo de criptomoneda hay un proyecto y un equipo. Para el caso del bitcoin, por ejemplo, se evita tener que hacer una transferencia a través de un intermediario bancario. Es una transacción que facilita un trámite y dista mucho de una especulación”, precisa Mauricio Tovar, codirector del Grupo de Investigación In TIC Colombia de la U.N.
Cambio de chip
Gracias a la tecnología Blockchain, una empresa que tenga datos privados de múltiples clientes podrá almacenarlos de tal manera que los usuarios sean los únicos habilitados para acceder a ellos o permitir que otros puedan utilizarlos.
Con estas bases de datos también se podría garantizar un sistema de votación más transparente y eficiente, pues impediría irregularidades asociadas con la suplantación de sufragantes.
Otra de las múltiples opciones que ofrece Blockchain es la posibilidad de realizar contratos inteligentes a partir de otra criptomoneda conocida como Ethereum.
“Con los contratos inteligentes, una persona podría dejar su testamento en bienes valorados en Ethereums, para que cuando fallezca el dinero pueda ser transferido a la cuenta de los beneficiarios”, agrega Tovar, para quien este nuevo esquema podría aplicarse a contratos de arrendamiento o prestación de servicios.
El uso de otras criptomonedas como Ripple –con una financiación equivalente al 60 % del sistema bancario– permitirá mejorar el actual sistema de pagos interbancarios.
De acuerdo con Mauricio Tovar, el uso de esta nueva tecnología permitirá eliminar intermediarios en sectores como el transporte, para que cualquier persona pueda pagar por este servicio a la persona que lo ofrece.