¿Eres de las que te abren la botella?
Que día estaba hablando con una compañera de trabajo y ella comentó: “hoy nos encontramos con una feminista de esas locas, esas mujeres son como solladas”. Yo como siempre incomodando, le dije “yo soy feminista”, y la cara de ella no tuvo precio. No sabía ni que decir, ella sufrió un “tragame tierra” y yo por dentro estaba muerta de la risa ante semejante situación.
Pero sí, es verdad, soy feminista, una de las pocas etiquetas que me he autocolocado en mi vida. No sé exactamente, qué tipo de feminista soy, sólo tengo claro como mujer que vivimos en una sociedad inequitativa para nosotras y que no lo voy a tolerar, permitir ni mucho menos a quedarme callada. Soy feminista y serlo no es estar loca.
Es falso decir que las mujeres somos iguales a los hombres. A simple vista somos diferentes en todos los niveles. Tanto orgánica, hormonal y genéticamente, también en nuestras emociones y formas de ver el mundo.
No veo el feminismo como una forma de igualarnos a los hombres. Son nuestras diferencias las que, precisamente, nos vuelven únicos. Pero aunque somos diferentes somos iguales en derechos y deberes como seres humanos. Y es este desconocimiento de la equidad entre ambos lo que desemboca en la violencia contra nosotras.
Esa creencia milenaria que el género masculino es superior al femenino, lo cual les da derecho a gobernar este mundo y nuestras vidas. A tener y hacer cosas que se les niega a las mujeres porque (a su juicio) somos seres inferiores.
Es esa desigualdad la que nos tiene jodidas. No desigualdad en derechos porque en la mayoría del hemisferio occidental nuestros derechos son legalmente reconocidos y se supone que protegidos.
Tú y yo tenemos derecho a devengar laboralmente lo mismo que un hombre que esté en nuestra misma posición. Pero eso no sucede, alguna vez tuve un trabajo donde las mujeres ganábamos menos que los hombres teniendo todos los mismos cargos y responsabilidades.
No deben existir áreas del conocimiento exclusivas para hombres ni profesiones y oficios en los cuales por ser mujer no eres apta. Evidentemente tenemos la misma capacidad intelectual y laboral que el género masculino.
No somos una posesión de los hombres. No somos una posesión de nadie. No somos objetos, somos seres maravillosos y complejos. Desde el mismo lenguaje, no debemos permitir que nos digan cosas como “mi mujer”, somos novias, parejas, esposas… como nos creen de su propiedad piensan que tienen derecho a golpearnos, ultrajarnos y anularnos.
Nuestros derechos a opinar y expresarnos no son negociables. No tenemos que pedir permiso para decir lo que pensamos.
Tenemos derecho a vestirnos como se nos antoje. Lo que llevemos puesto no le da derecho a nadie a abusar de nosotras. Nuestros derechos no disminuyen de acuerdo al largo de nuestra falda.
Tener claro todo eso es feminismo. Exigirlo y defenderlo es empoderarnos de nosotras mismas ante la sociedad. Es nuestro deber, nuestra obligación luchar por nuestra equidad, que empieza desde la manera como nos hablan hasta la forma como nos tratan.
Estar seguras que tenemos derecho a esta equidad es lo que necesitamos. Desde muy pequeñas nos deberían enseñar esto, en el colegio y sobre todo en nuestras casas.
No podemos ser ese tipo de mujer que tiene que buscar a un hombre para que le abra una botella de agua ¡POR FAVOR! Las botellas de agua están diseñadas para que cualquier humano promedio pueda girar y abrir la tapa. Cuando veo a una mujer que no toma una bebida hasta que un hombre no la abre por ellas, me duele profundamente mi género femenino.
Muchas veces somos nosotras mismas quienes nos colocamos en esa posición de inferioridad. Una zona de confort, donde le damos el poder al hombre para colocarnos debajo de él y ese poder a ellos les encanta. Les fascina sentir que nosotras dependemos de ellos para poder ser alguien, tener o lograr algo.
No sé si es que alguna se quiere hacer la idiota siguiendo los consejos de Isabella Santodomingo en su libro “Los hombres las prefieren brutas”. Donde, según Santodomingo, a los hombres les seduce que las mujeres sean frágiles, tontas y los necesiten a ellos hasta para abrir una botella de agua.
Pues esos hombres que las prefieren “brutas” no me interesan a mí… de lejitos por favor.
Yo soy feminista ¿Lo eres tú? Pues te dejo este test para que lo averigües:
- ¿Crees que hay profesiones y labores que no son para mujeres?: SI – NO
- ¿Te gusta que te llamen “mi mujer”? ¿Y te sientes amada cuando tu pareja te dice “eres mía”?: SI – NO
- ¿Cuándo compras una bebida en botella buscas a un hombre para que te abra la tapa?: SI -NO
- Cuando una mujer es abusada, silenciada y maltratada, piensas cosas como: “Quien sabe que fue lo que ella hizo para que le pasara eso”, “eso le pasó por vestirse así”, “debió quedarse callada”: SI – NO
- ¿Compartes chistes y mensajes donde muestran a la mujer como bruta y frágil?: Sí claro, hay que reírse de la vida – Jamás
Si respondiste cinco veces SI… eres una más perdida en combate… despierta.
Inolvidables las palabras de Minou Tavares Mirbal, en una entrevista para El País: “Una sociedad no puede llamarse demócrata si tolera que a las mujeres se les esté matando y asesinando. Y eso se produce, además, con mayor frecuencia en los espacios donde deberían estar más protegidas, sus hogares, su entorno, con las personas con que se relacionan”.