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El mundo no logrará el objetivo de hambre cero en 2030

Por Corresponsal de IPS

ROMA, 13 jul 2020 (IPS) – En el planeta 690 millones de personas padecen hambre y los progresos realizados no alcanzan para lograr la meta de hambre cero en 2030, advirtió la FAO este lunes 13 en su informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020 (SOFI, en inglés).

Esa cifra, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) conlleva un incremento de 60 millones de personas en cinco años y representa 8,9 por ciento de la población mundial.

Es un período semejante al transcurrido desde que en 2015 las Naciones Unidas adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030.

El ODS 2 es “poner fin al hambre”, y su primera meta es alcanzar ese propósito en 2030, así como “asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año”.

La meta 2.2. prevé “poner fin a todas las formas de malnutrición, incluso logrando, a más tardar en 2025, las metas sobre el retraso del crecimiento y la emaciación de los niños menores de cinco años, y abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas de edad”.

El SOFI asentó que “el mundo no está en vías de lograr el objetivo del hambre cero para 2030. Si continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el hambre superaría los 840 millones para ese año”.

Más aún, ya en este 2020 “una evaluación preliminar sugiere que la pandemia de la enfermedad por coronavirus puede añadir entre 83 y 132 millones al número total de personas subalimentadas en el mundo”, reza el informe.

Otro dato demoledor es la tendencia ascendente en el número de personas afectadas por la inseguridad alimentaria grave, otra medida que calcula el hambre de manera aproximada: en 2019 cerca de 750 millones de personas, o casi una de cada 10 en el mundo, se vieron expuestas a niveles graves de inseguridad alimentaria.

Por regiones, el período 2017-2019 mostró a 15,4 millones de personas con desnutrición en África del Norte (5,2 millones en Sudán), 224,3 millones en África subsahariana (113,7 en África oriental), y 378,7 millones en Asia, de los cuales 254,7 en Asia del Sur (189 millones en India y 21 millones en Bangladesh).

En América Latina y el Caribe  la desnutrición afecta a 45,9 millones de personas (nueve millones en México y otras tantas en Venezuela), y la oficina regional de la FAO proyecta que, si las tendencias no se revierten, el hambre morderá a 67 millones de personas para el año 2030.

La carga de la malnutrición persiste: los niños menores de cinco años con retraso en su crecimiento eran 144 millones (21,3 por ciento) en 2019, 47 millones padecían emaciación (adelgazamiento patológico) y 38 millones tenían sobrepeso. Solo va por buen camino la meta de la lactancia materna exclusiva.

Los países de ingresos bajos dependen más de los alimentos básicos y menos de las frutas, hortalizas y alimentos de origen animal, y la inseguridad alimentaria deteriora de modo creciente la calidad de las dietas. Las dietas saludables son inasequibles para 3000 millones de personas en el mundo, según el SOFI.

También el impacto socioeconómico y sanitario de la covid puede incrementar diversas formas de malnutrición, como la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad, en los sectores de población más vulnerables.

Por ello, la FAO pide a todos los países “actuar con urgencia” para revertir las tendencias de los años recientes, comenzando por invertir en el aumento y la diversificación de la productividad agrícola sensible a la nutrición.

A continuación, fomentar la agricultura urbana y periurbana, evitar los impuestos a los alimentos nutritivos, invertir en investigación, innovación y extensión, y formular políticas e invertir en cadenas de valor que tengan en cuenta la nutrición.

También pide políticas e inversiones para reducir las pérdidas de alimentos, en la comercialización que tome en cuenta intereses de productores y consumidores, y en carreteras, transporte e infraestructura de mercado para los alimentos.

Finalmente se recomiendan políticas que fomenten la asequibilidad de dietas saludables, con reducción de la pobreza y la desigualdad de ingresos, planes como transferencia de efectivo a los más pobres y vulnerables, y mantenimiento de los programas de alimentación escolar.

A-E/HM

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