Secuestrada por el WhatsApp
Hay días que odio el WhatsApp, invade mi soledad. Estar siempre disponible, que siempre te puedan contactar es agobiante.
Siento que el WhatsApp está secuestrando mi tiempo a solas, mi libertad de estar alejada y sólo presente con quien deseo estar. Lo único que me gusta de esta aplicación son los estados, porque son divertidos y los stickers porque vuelven agradable y graciosa una conversación.
Ahora todo es prioritario, debe ser instantáneo, sobre todo en el trabajo. Sino te contactan enseguida, para que suministres la información ocurre el fin del mundo o la extinción de la especie humana. O en su defecto no eres eficiente porque no te localizaron en el momento exacto en el que te necesitaban.
No tener el WhatsApp encendido de noche y de día es “irresponsable” y “poco profesional” piensan algunos.
Cuando no existía esta aplicación éramos libres, estábamos donde queríamos sin estar permanentemente localizables. Si era fin de semana y necesitaban decirte algo del trabajo te tenían que llamar al teléfono fijo y sino te encontraban debían esperar hasta el lunes cuando comenzara la jornada laboral.
En esa época el mundo no se acababa sino te localizaban de la oficina, del negocio o de la universidad. Antes nada era tan urgente como para escribirte a las 11 de la noche, precisamente porque no te podían escribir, y en esos tiempos las personas sentían vergüenza de llamar a esa hora a la casa de alguien.
Ahora con WhatsApp ya no se respeta si es sábado, domingo, festivo, navidad, la hora de dormir… Para el ser humano actual todo tiene que ser instantáneo.
Me agobia esa sensación de saber que estoy permanentemente disponible para que hable conmigo cualquier persona, todas las que tengan mi número telefónico. Que se puedan comunicar conmigo en el momento que lo deseen.
Yo valoro y protejo mi derecho a la soledad o sólo estar disponibles con aquellos que deseo estarlo. Intento defender mi derecho a comunicarme con quien desee en el momento en que lo decida. No estar obligatoriamente disponible para todos. Hay personas que sino ves el WhatsApp te mandan llamada… Defiendo mis Il dolce far niente.
Para poder hacer esto tengo opciones que no me gustan:
- Apagar el teléfono ¿Por qué tengo que hacerlo? ¿Y si quiero comunicarme sólo con mis amigos o usar una aplicación que no sea WhatsApp?
- Tener dos teléfonos. Apagar el de uso público y tener encendido el de uso privado. Pero si con un teléfono me desespero con dos me vuelvo loca. Opción descartada.
- Quitarle los datos al teléfono, para que no le funcione el WhatsApp. Pero así no puedo escuchar música ni utilizar otras aplicaciones.
El bendito WhatsApp debería tener un botoncito de off, donde se desconecte sin afectar las otras aplicaciones. Cada vez que sale una actualización de la aplicación ruego que esté la opción de Off Line, pero, todo lo contrario, cada actualización secuestra más el derecho a no estar disponible.
Para mi el WhatsApp es asfixiante, una invasión permanente a mi privacidad, a mi espacio y tiempo. Principalmente porque el común de las personas ya no respeta eso, se sienten con el derecho a ubicarte por WhatsApp sin importar el día o la hora.
Sino ves el mensaje o recibes la llamada eres una persona maleducada o te estas “escondiendo” ¿Escondiendo? Ninguna persona está obligada a atender todos los asuntos personales o laborales en el día y hora que al otro se le antoje.
Y lo que más a perjudicado el WhatsApp es el entorno laboral. Gracias a esta aplicación estás trabajando siempre, a las 10 de la noche te escriben lo que se les olvidó decirte en todo el día en la oficina. A las 5 am te recuerdan la reunión que no te avisaron el día anterior.
Para finalizar, al respecto Rabindranath Tagore dijo “ tener que dar importancia a cosas que realmente no la tienen, ese es el verdadero azote de la vida moderna”.