Medio Ambiente

Fermentación de semillas afecta calidad del ají rocoto

La costumbre de algunos cultivadores de fermentar la fruta para extraer la semilla, como se hace con otras especies de ají, no funciona con el rocoto.

Así lo constató Roger Fabián García, ingeniero biológico de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) y maestro en Ciencias de Horticultura de la Universidad Autónoma de Chapingo, en México, quien se trasladó a Cundinamarca para determinar el momento óptimo de la extracción de las semillas del ají rocoto o ají de páramo.

“Recorrí los territorios de Sumapaz, Ciudad Bolívar y Usme, y encontré que algunos campesinos recomendaban dejar fermentando la fruta para extraer las semillas, lo cual mejoraría su viabilidad, tal como lo señala la literatura para otras especies de ají, pero lo que hace la fermentación es debilitarlas”, asegura el ingeniero García.

En ese sentido, se evaluaron los efectos del tiempo transcurrido entre la cosecha y la extracción de las semillas de rocoto, en relación con la fisiología y las cualidades físicas de semillas.

Esta especie, cultivada en los ecosistemas andinos, se caracteriza por sus flores violetas, semillas negras y tallos pubescentes. Sus frutos se pueden considerar como beneficiosos para la salud, debido a su contenido de compuestos fenólicos que optimizan la función de las células cerebrales mediante la inhibición de la oxidación de ácidos grasos esenciales.

“Extrajimos unas semillas entre 0 y 3 días después de la cosecha de frutos y otras semillas de 14 a 17 días después de la cosecha. Luego evaluamos su calidad fisiológica y el vigor de las plántulas obtenidas en estos dos tratamientos, teniendo en cuenta variables como el peso y el número de semillas por fruto, la tasa de emergencia y el porcentaje de sobrevivencia, entre otros factores”, afirma el investigador.

Uno de los principales factores para optimizar la producción de los cultivos es el uso de semillas de la mejor calidad fisiológica, factor que incide en la perdurabilidad de esta durante su almacenamiento y en el vigor de las plantas obtenidas.

El investigador explica que la extracción de la semilla después de la cosecha es clave, ya que cuanto mayor vigor tengan las semillas, más fuertes van a ser las plantas, van a tomar mejor los nutrientes y a tener mayor resistencia a enfermedades, todo lo cual se traduce en una mayor producción.

“La extracción de las semillas se debe hacer tan pronto se cosechen las frutas que han alcanzado el estado de madurez fisiológico, es decir cuando tengan un color rojo o naranja intenso”, agrega el ingeniero.

Otra de las conclusiones es que existe una relación significativa entre el tamaño de los frutos, el número y la calidad de las semillas. Esto quiere decir que en frutos más grandes habrá más semillas y estas a su vez serán de mayor tamaño y mejor calidad fisiológica, mientras que los de menor tamaño no contarán con esas características.

“Si la planta tiene un fruto con más semillas, este va a ser más grande y le va a dar mayores nutrientes, mientras que si tiene frutos más pequeños con menos semillas, donde hubo menos polinización, no va a suministrar tantos nutrientes”, plantea.

Aunque esta especie no es ampliamente cultivada en Colombia, donde se restringe a pequeñas huertas, en México, país con amplia demanda, ya se produce comercialmente en invernaderos tecnificados.

Sin embargo el investigador insiste en que la productividad colombiana debería aumentar, ya que este cultivo se adapta muy bien a las condiciones de altura y de temperatura, ambientes característicos del país en zonas alto-andinas y de subpáramo.

El aumento del cultivo podría fortalecer su mercado al punto de exportar, ya que la demanda internacional del ají rocoto es alta.

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