La columna de AlfredoOpinón

Urgencias de la Economía

Recientemente se han difundido los ganadores del Premio Nobel de Economía para el año 2018. Se trata de: Nordhaus y Romer. Tomando en consideración los motivos de la premiación, se indica que, ambos, por separado, “han diseñado métodos que abordan algunos de los aspectos fundamentales y urgentes de nuestro tiempo: el crecimiento sostenible a largo plazo en la economía global y el bienestar de la población”.

Alfredo Oliveros. Egresado como Contador Público de: Universidad de la Rep. del Uruguay y Universidad de Buenos Aires (Argentina). Máster en Economía Internacional de la Universidad de Belgrano (Argentina). Docente en Economía en distintas Universidades de América Latina. Contratado como asesor por distintos Gobiernos de América y asesor de distintos programas del BID (Banco Interamericano de Desarrollo)

Se expresaba, hace unos meses, en esta columna, que Nordhaus era considerado como “padre” de la economía del cambio climático. A esos efectos, recomendaba que “la receta fundamental para paliar el cambio climático, es que: gobiernos,  empresas y hogares¸ paguen un precio, por las emisiones de carbono Ese precio debe incluir, como mínimo, el daño que generan esas emisiones (considerado en términos de contaminación y salud pública).

En cuanto a Romer, señaló, que la acumulación de ideas impulsa el crecimiento económico a largo plazo. Para lo que puso las bases de lo que se conoce como “teoría del crecimiento endógeno”. En sentido general, el “spillover” (derrame) es el impacto que tienen: fenómenos, eventos o políticas de un sector en otros grupos. Que no fueron los que indujeron o participaron en dicho evento. Uno de los casos más comunes es la difusión del conocimiento. Una vez se haya invertido en el capital humano de algunos individuos, es probable que ocurra un derrame (positivo en este caso), sobre la productividad de los factores de producción de otros sectores. Los “spillovers” son generalmente estudiados al momento de implementar programas de políticas de desarrollo productivo (PDP), como medidas que incentiven, entre otros: innovación, adopción tecnológica, emprendimiento, promoción de exportaciones, etc.

A nivel macroeconómico podemos ver este efecto a través de las relaciones comerciales entre países. Por ejemplo, si de repente el consumo privado de Estados Unidos comienza a ralentizarse, dicha situación va a tener un derrame sobre economías como las latinoamericanas que dependen del desempeño de los Estados Unidos. Generalmente, mientras más grande es la economía o sector en que ocurra el evento, mayor será el impacto en quien recibe la externalidad.

Al momento de considerar la inversión en un sector, los agentes incorporan el efecto derrame sobre su decisión y por lo tanto pueden tener incentivos a invertir un monto menor al que maximiza sus beneficios. Sin embargo, el beneficio total va a ser percibido por múltiples sectores (no solamente en el que ocurrió la inversión inicial) y, por lo tanto, el retorno privado de la inversión suele ser menor al retorno social. El incentivo que debe de dar el gobierno es esta diferencia entre los retornos para así poder alcanzar el nivel de inversión socialmente óptimo.

Durante 2017, también desde esa columna, se indicaba: que los problemas ambientales crecen. Las causas estaban dadas por: a) gobernanza ambiental ineficiente en el seno de las Naciones Unidas; b) falta de implicancia de las instituciones financieras; y c) abundancia de acuerdos ambientales que entran en conflicto con medidas comerciales.

Se vuelve a realizar la misma recomendación que en el pasado:”Cuidado con los factores de crecimiento económico y tecnología que no consideren los riesgos, ya que pueden estar incorporando problemas con el medio ambiente”.

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