Un pueblo al servicio del metal: el festival de Wacken cumple 30 años
Por André Klohn (dpa)
Su presentación “en algún lugar del pueblo” fue arreglada por su padre. “Si bien era muy chico en ese entonces, en 1990 ya estaba todo organizado muy profesionalmente”, recuerda Marco Schultz sobre su presentación a los 20 años. “Ya se notaba que se lo tomaban en serio”, añade.
El músico de Kiel ya había tocado con su banda en otros open-air-festivals del norte de Alemania como Jübek y Walsbüll. Pero ahora era el turno de tocar con otras cinco bandas del norte de Alemania en Wacken.
El 24 y 25 de agosto de 1990, 800 fanáticos del heavy metal festejaron por primera vez en la pequeña localidad del estado federado de Schleswig Holstein. “Fue un festival pequeño, pero genial”, dice Schultz.
Dos años después de su fundación, el Wacken Open Air (W:O:A) dio el primer paso para convertirse en un gran evento. Su cofundador Thomas Jensen pidió a un banco local un crédito de más de 25.000 marcos alemanes para atraer a la requerida banda de metal Saxon.
”Los primeros años nos comprometimos a fondo”, dice. A fines de los 90 tuvieron que declararse en quiebra. Pero siguieron adelante.
A fines de julio, los amantes del heavy metal se trasladan a la por lo general tranquila Wacken. La imagen de los “metaleros” o metalheads caminando por las calles haciendo la típica señal con los dedos levantados ya forma parte de la postal del lugar, así como las largas filas frente a la panadería y las praderas repletas junto a los dos escenarios gigantes.
Jensen recuerda que, en 1996, la banda Böhsen Onkelz generó el primer atasco importante. En 1997, Lemmy Kilmister se presentó allí por primera vez con Motörhead.
”Motörhead es la banda que sintetiza todo lo que representa Wacken”, afirma Jensen. El festival fue volviéndose cada vez más grande y sus entradas se agotan desde hace años. Incluso hay largas listas de espera.
”Para muchos, Wacken significa llegar a casa”, asegura Jensen. Los metalheads hicieron de la localidad de unos 2.000 habitantes una ciudad de unas 100.000 personas en el verano. Las 75.000 entradas para este año se vendieron en 21 horas, aunque la edición 31 tuvo que ser pospuesta a 2021 debido a la pandemia de coronavirus.
En su reemplazo, se celebró del 29 de julio al 1 de agosto el festival Wacken World Wide por streaming. Más del 90 por ciento de los visitantes cambiaron sus entradas para asistir el próximo verano.
Sin embargo, el festival también tiene sus opositores. “Hay gente de Wacken a la que no le disgusta que no se haga”, asegura el alcalde Axel Kunkel. Sin embargo, aclara que tampoco es que haya una fuerte oposición oficial en las reuniones del consejo municipal, por ejemplo. “La gran mayoría está a favor”, añade.
”Nuestro festival no se consume”, aventura Jensen. “El fan aporta muchas cosas”, agrega. Los primeros años, Jensen se presentó incluso con su propia banda.
Las fechas en las que se celebra el festival no son las ideales. “La llanura alemana en agosto no es el lugar al que suelen dirigirse los artistas internacionales”, explica. Por eso mismo, tuvieron que pensar en un programa especial desde el principio.
Hace años también regresó Sacred Season. En realidad, afirma el cantante y guitarrista Schultz, en 2014 preguntó por mail por una entrada para el festival, que ya las había agotado. Menos de diez minutos después, el cofundador del festival, Holger Hübner, le preguntó: “¿No prefieren tocar ustedes?”. Su respuesta fue sí.
En los años 90, Sacred Season había dado casi 300 conciertos, tenía un contrato con una discográfica y había aparecido en televisión. En la edición 25 de Wacken volvieron a subir juntos a un escenario después de años.
Mientras que los cuatro miembros de la banda habían cobrado todavía en 1990 unos 200 marcos alemanes por su show, en su regreso lo hicieron gratis.
Incluso perdieron dinero: el bajista vive ahora en el sur y voló especialmente a Wacken para el show. El teclado se cayó del soporte y el mástil de la guitarra favorita de Schultz se deformó por el calor. Pero, a diferencia de la primera actuación de 1990, el nombre de la banda figuraba ahora en el poster.
Schultz asegura que prácticamente olvidó el primer Wacken. “Si la gente no preguntara de vez en cuando por él, sería uno de muchos festivales chicos en los que uno tocó”, afirma. Sin embargo, dice que el actual festival es “un hito” en su recuerdo. “Es insuperable”, asegura.
Según cuenta, todo estuvo organizado a la perfección. Incluso pudieron prescindir de la prueba de sonido. “Desde la primera canción sonábamos como en el disco”, asegura. Los fans incluso llevaron consigo CDs de la banda. “Nos sentimos como estrellas por media hora”, confiesa.
El organizador del festival, Jensen, ya trabaja en las estrellas de los próximos años. Este hombre de 54 años espera que en algún momento asista la banda estadounidense Metallica. “Metallica siempre es bueno para dar una sorpresa”, dice.
Señala que antes tampoco se hubieran animado a soñar con que Iron Maiden tocaría en Wacken. “El running gag es al igual que antes
Manowar”, explica. Otros grandes como Judas Priest, Ozzy Osbourne o Rammstein ya estuvieron hace rato, siempre según el lema de Wacken ”Harder, faster, louder”, o como lo formula Jensen: “¡Tiene que explotar!”.
dpa