Cultura

Traducir una y mil veces, una tarea indispensable que revaloriza las lecturas

Con esta nueva traducción de “Corazón de las tinieblas”, el traductor Jorge Fondebrider buscó “acercar el estilo de Conrad al castellano” a partir de una versión cuidada que se ancló en la variante del Río de La Plata para acompañar la lectura pero sin transformar los sentidos y partiendo de la premisa de que así como los tiempos cambian la lengua también y merece reactualizarse acorde a esos flujos culturales.

Con “traducción, introducción y notas de Jorge Fondebrider”, como acompaña la bajada que acompaña la portada del libro editado por Eterna Cadencia, el texto propone una escritura moderna sin faltar al estilo de Conrad ni desplegar una reescritura acorde a las preferencias de su traductor. Trabajar con estos popes universales no es algo nuevo para él, hace algunos años, para el mismo sello, realizó un trabajo similar con la traducción de “Madame Bovary. Costumbres de provincia” el clásico de Gustave Flaubert.

“Siempre que traduzco una obra clásica trato de ver qué puedo agregarle para que se justifique el trabajo. En este caso, mi objetivo fue tratar de acercar el estilo de Conrad al castellano. Y digo esto porque varias de las versiones previas responden a modas de traducción propias de otras épocas. Por caso, la versión más famosa -acaso por la reputación del traductor como escritor- es la de Sergio Pitol quien, en rigor, no traduce, sino que reescribe. Me atrevo a decir que no da cuenta del estilo de Conrad, apenas se limita a contar la historia y con muchas licencias”, sostiene Fondebrider.

Según su investigación, “Corazón de las tinieblas” fue traducida unas 36 veces al castellano y una de esas versiones se utilizó numerosas veces ¿por qué, entonces, volver a traducir? “Porque en el caso de los clásicos -explica el traductor-, a medida que pasa el tiempo, sabemos más cosas sobre la obra en razón de las investigaciones que se hacen sobre ella y sobre el autor. También porque la lengua a la que se traduce cambia”.

“El castellano de hoy en día es distinto del de hace cincuenta años: hay palabras y giros que caen en desuso y que son reemplazados por otros, y esto se da no sólo en la lengua en general, sino en todas las versiones de la lengua. La nuestra, que es la del Río de la Plata, elige ciertas palabras en lugar de otras y me parece que eso, sin alterar el sentido, ayuda a la lectura”, explica e ilustra: “si en inglés tengo la palabra kettle, para nosotros no es un “hervidor” o una “tetera”, sino una “pava”. Aunque parezca una limitación, si pongo “hervidor” o “tetera” estaría distrayendo al lector argentino, uruguayo y paraguayo, y agregando un motivo de exotismo a una frase que en el original no es exótica”.

Entre las decisiones más notorias que realizó Fondebrider en esta versión fue la de descartar el artículo que popularizó el nombre del libro y las películas: “El corazón de las tinieblas”. “Antes de eliminar el artículo ése lo pensé mucho. De hecho, lo consulté con varios amigos que, además de traductores, son, buenos narradores (Carlos Gamerro, Inés Garland, Andrés Ehrenhaus) y con una finísima poeta (Silvia Camerotto). La novela fue publicada por entregas en una revista y se llama ‘The Heart of Darkness’. Luego, al pasar al libro, Conrad quiso que se llamara ‘Heart of Darkness’. En castellano se suele reponer el artículo, pero me pareció que si el mismo Conrad lo había sacado, por algo habría sido…”, explica.

Y continúa:” Y, a pesar de que hay una larga tradición de que en castellano la novela se llame El corazón de las tinieblas, decidí correr el riesgo para mantener el gesto de Conrad. No sé si mi trabajo puede ser medido por ese cambio de título. Preferiría que se considerara el conjunto de mis decisiones. Estoy seguro de que mi traducción no será la última, que habrá muchas otras probablemente mejores. Afortunadamente siempre es así. Esta traducción es el tramo que me tocó recorrer a mí. Traté de hacerlo lo más honestamente que me fue posible”.

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