¿Qué pasa con los alineadores dentales transparentes?
Los alineadores transparentes han sido la principal demanda en ortodoncia de las últimas décadas. Su uso no compromete la estética, son más cómodos que los tradicionales aparatos de corrección dental y permiten una mejor higiene bucodental. Además, son mucho menos invasivos.
Sin embargo, los alineadores ‘invisibles’ para corregir gradualmente la posición de los dientes se colocaron antes del verano en el centro de una preocupante polémica. A pesar de sus prometedoras cualidades, en el mes de marzo los medios de comunicación se hicieron eco de múltiples denuncias tras su uso que dieron lugar a una investigación judicial.
¿Qué hay detrás de los riesgos y de los daños denunciados? ¿Es posible mejorarlos para que sean más eficaces e inocuos?
El tratamiento a bajo precio
Las denuncias no se deben mayoritariamente al alineador en sí, sino al modo en que se han vendido.
Se han puesto de moda, y esto ha hecho que cada vez más empresas los fabriquen y distribuyan por internet a bajo precio. Estas empresas diseñan los alineadores a partir de fotografías de la boca tomadas en casa por el propio paciente, en algunos casos sin una supervisión de un ortodoncista, ni en la planificación ni en el transcurso del tratamiento.
El Consejo General de Odontólogos de España denunció ante la Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario a seis de estas marcas por dispensar directamente al público un producto cuya prescripción está reservada exclusivamente al dentista.
Al igual que cualquier tratamiento médico, el uso no supervisado de los alineadores puede ser perjudicial para la salud bucal del usuario, e incluso puede generar problemas en otros órganos del cuerpo humano.
Los daños pueden ir desde tratamientos que no ofrecen el resultado esperado a problemas de sangrado, malestar, pérdida de piezas dentales e incluso enfermedades derivadas del sistema respiratorio, de la columna o migrañas crónicas.
No siempre más duro es mejor
Pero, dejando a un lado el riesgo indiscutible de un tratamiento sin supervisión de un experto, ¿qué ocurre con el propio alineador en sí?
El riesgo principal del uso de alineadores es la fuerza que ejercen sobre las estructuras dentales. El sistema tiene que ‘empujar’ progresivamente los dientes para que se alineen y los materiales con los que se fabrican muchas de estas férulas son demasiado rígidos. La rigidez hace que apliquen una fuerza excesiva durante los primeros días de tratamiento y esta es la principal razón por la que al principio de su uso causa notables molestias. Después, el problema es otro: se deforman rápidamente y dejan de realizar fuerza, por lo que no se completan muchos movimientos dentales que son necesarios para la alineación de los dientes.
Así que tenemos un tratamiento demandado que es necesario mejorar, y el modo de hacerlo es renovándolo.
En busca de nuevos materiales
En la investigación para ortodoncia invisible buscamos un material que mejore los empleados hasta ahora, que realice fuerzas constantes y suficientes sobre las piezas dentales, y no pierda eficacia.
Lo más importante del tratamiento es que el diente tiene que quedar situado en línea, ni más adelante ni más atrás. Para conseguir esto, los materiales del alineador tienen que permitir predecir con precisión el movimiento que van a hacer los dientes. Para ello tienen que garantizar una fluctuación más controlada entre las fuerzas iniciales y las estáticas. Solo así es posible garantizar un tratamiento efectivo y continuo a lo largo del tiempo.
Actualmente, numerosas empresas y centros de investigación trabajamos para conseguirlo.
Desde el Instituto IMDEA Materiales, en colaboración con Secret Aligner, desarrollamos nuevos materiales con resistencias más predecibles y definidas. Estos nuevos materiales son capaces de mantener un equilibrio entre flexibilidad y capacidad de deformación para adaptarse a la morfología dental. Además, conservan la capacidad de aplicar durante todo el proceso la fuerza necesaria para una correcta alineación dental.
Hay otros meta materiales avanzados, pero que no pueden utilizarse aún en Europa.
¿El objetivo?
Tras años de investigación existe ya en el mercado un material innovador que combina capas de diversos materiales rígidos comúnmente utilizados y otras capas blandas. Este nuevo material está compuesto por un derivado del polietileno tereftalato (PET) y un poliuretano termoplástico (TPU), aunque, a diferencia del TPU tradicionalmente utilizado en materiales rígidos de ortodoncia, este TPU es blando.
El nuevo material es versátil, permite tratamientos más eficientes, con menos presión y, sobre todo, más cómodos e indoloros para el paciente. Actualmente solo algunas empresas fabrican distintas versiones de este material en EE UU, China y la India, entre otros lugares, que luego se comercializan mundialmente. Pero difícilmente llega al mercado español, porque ninguna compañía fabrica hasta el momento este tipo de multicapas en Europa.
Impulso europeo hacía la independencia y la competitividad
En la Unión Europea varias empresas abordan su fabricación para reducir la dependencia de proveedores externos. La producción local tendrá un impacto significativo: facilitará su acceso tanto para empresas líderes como para laboratorios más pequeños con dificultades en los suministros de materia prima.
Cuando finalmente los alineadores dentales invisibles de esta nueva era puedan utilizarse en Europa de forma genérica, se reducirán los costes y se ofrecerá una experiencia más personalizada para pacientes y profesionales.
Además, se garantizaría la seguridad en el suministro, la calidad y, en un futuro, mejoraría el material y su producción para ser más competitivos.
Estos nuevos materiales transformarán la industria y ofrecerán soluciones más eficientes y sostenibles.
Y sobre todo, harán posible que quienes lleven alineadores dentales estén más satisfechos con los resultados, sientan menos dolor y muy posiblemente verán acortado el tiempo de tratamiento.
José Ignacio Delgado Castaño, Investigador Visitante, Biomateriales, IMDEA MATERIALES
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.