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Protegido en tu casa

Muchos tenemos el privilegio de estar refugiados en nuestras casas, cumpliendo el aislamiento, protegidos en nuestro hogar ante esta amenaza invisible. Pero eso es sólo posible gracias a que muchos salen a diario a trabajar para permitir que nuestro mundo siga funcionando.

Y son esas personas con trabajos humildes y sencillos, mal remunerados y que antes del Covid-19, seguramente pasaban desapercibidos para la gran mayoría. Pero hoy gracias a su trabajo nosotros podemos estar tranquilos en nuestras casas.

Los campesinos, gracias a ellos nos alimentamos. Como país hemos valorado tan poquito a nuestros campesinos. Invisibles ante nuestra sociedad, con mínimas oportunidades, pésimos centros de salud (en el caso que existan), centros educativos para sus hijos en malas condiciones, problemas en la cobertura de servicios públicos… los pueblos, las veredas y las zonas campesinas suelen ser muy pobres y olvidadas por nuestro gobierno nacional.

Luego de los campesinos, están los camioneros o los transportadores. Gracias a ellos los alimentos y bienes de consumo de todo tipo llegan a nuestros centros urbanos. No es un trabajo fácil y menos ahora, durmiendo y comiendo por fuera, en contacto con el mundo a través de todo su viaje para llevar los alimentos que vamos a consumir.

Cuán importante es su trabajo. Sin ellos todo estaría desabastecido. Cuando los camioneros protestaban y cerraban vías, el país les caía encima “revoltosos, vándalos, dañan el país, etc.”. Tienen todo el derecho a exigir mejores condiciones laborales, que hoy necesitan más que nunca.

Todas las personas que trabajan en las empresas productoras de alimentos y otros bienes necesarios. Los que laboran en las tiendas y supermercados, todos desde el cajero, los empacadores que están expuestos al contagio durante toda su jornada laboral hasta el que surte y está en la bodega.

Tristemente he visto como su salud está expuesta porque cuentan con mínimas condiciones de bioseguridad. Con simples tapabocas de mala calidad. Sin garantías laborales para protegerse.

También están los asesores y el personal que atiende en las cajas de los bancos. Que día tuve que salir, no pude evitarlo, fue imposible solucionar el problema bancario a través de la web o el teléfono.

Fue un caos aterrador ir a ese banco. Habían más de 300 personas esperando que abrieran. La policía obligó a todos a mantener el metro y medio de distancia entre las personas. La gran mayoría llevaban el tapabocas en el cuello, hablando como si nada.

Fui la primera que entré y me sorprendí mucho al ver a casi todo el personal del banco sin tapabocas, desde el vigilante hasta los asesores de servicios ¿No tiene el banco la obligación de dotar a su personal con estos elementos de seguridad?

¿Entre las más de 300 personas que iban a entrar al banco ese día habría algún contagiado? Espero con toda mi alma que no. Ese día entendí cuan valientes son todos ellos. Tienen que ir a trabajar sí o sí, para tener con que sostener a sus familias y para que nuestra sociedad no se caiga a pedazos.

Las empresas no les garantizan lo mínimo para tener algo de seguridad, un simple tapabocas. Seguramente no se atreven a exigir la entrega de estos porque los pueden despedir. Y en silencio, resignados, con fe y valentía salen a trabajar para que podamos quedarnos protegidos en nuestras casas.

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