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Peama transforma vida de jóvenes en zonas apartadas

La perspectiva de vida de 1.740 jóvenes que habitan en las fronteras colombianas ha cambiado gracias al Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (Peama) de la Universidad Nacional de Colombia (U.N).

A partir del primer semestre de 2008 el Peama empezó a recibir bachilleres en tres de las sedes de presencia nacional de la U.N., primero en la Orinoquia (Arauca) y luego en el Caribe (San Andrés Isla) y en la Amazonia (Leticia); en el primer semestre de 2015 las puertas de la educación superior pública de calidad se abrieron también para los jóvenes de Tumaco (Nariño).

Los aspirantes a uno de los 580 cupos que ofrece la Institución dentro del Programa solo compiten con los demás jóvenes del área de influencia de cada sede, no con los demás inscritos en el resto del país. Si bien el examen de admisión es el mismo para todos, en las sedes de presencia nacional el puntaje exigido es más bajo: por ejemplo mientras en Bogotá se requieren 720 puntos, en Tumaco son 500; aun así los candidatos siguen presentando dificultades para ingresar.

La tumaqueña Karol Jiménez es una de las beneficiadas del Peama. La gran sonrisa y mirada luminosa de esta joven de 20 años constata lo que ha significado para ella acceder a la educación superior gracias a la U.N.: “estudiar una carrera universitaria era una de mis ilusiones; por eso, saber que nos exigían menos puntaje a quienes vivimos en zonas como Tumaco, donde no es un secreto que existe bajo nivel académico, me animó intentarlo”, relata la futura ingeniera química.

Precisamente por conocer la situación narrada por la joven, la U.N. tiene una sólida oferta de cursos de nivelación intensivos en matemáticas, lectoescritura e inglés, con el fin de recortar las diferencias y disminuir la brecha entre el capital académico de los estudiantes de las sedes de presencia nacional y las sedes andinas (Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira). Según la carrera, los estudiantes se formarán entre uno y tres semestres en sus lugares de origen, después de los cuales se deben desplazar hacia alguna de las sedes andinas para continuar con sus estudios. Karol, estudiante de quinto semestre, llegó en enero pasado a Bogotá.

Para Juan Manuel Tejeiro, vicerrector Académico, una muestra de que el Peama se ha convertido en una extraordinaria iniciativa está en las estadísticas: mientras en 2012 se inscribieron 1.797 estudiantes, en 2017 lo hicieron 4.025. Al respecto comenta: “seguramente antes era muy frecuente que al preguntar en el salón de clases de alguna institución educativa quién quería estudiar en la universidad, no eran muchas las manos que se levantaban, porque la educación superior no era una opción; hoy la realidad es diferente en las regiones más apartadas del país”.

Karol es un ejemplo para sus hermanos de 16, 13 y 4 años, y un orgullo para sus padres, quienes están convencidos de que el paso de su hija por la Universidad le permitirá construir un mejor futuro para ella, su familia y Tumaco: “cuando sea profesional quiero aportarle a mi comunidad; en la UN no solo estoy aprendiendo las bases del conocimiento propias del área que escogí, sino que aquí también nos motivan a contribuir y mejorar la situación actual del país”.

Por eso desde ya Karol concentra una parte de su interés profesional en darle un nuevo uso a los residuos sólidos; concretamente quiere elaborar “ladrillos” para construir casas palafíticas que optimicen las viviendas de la población del Pacífico colombiano y a la vez se contribuya a reducir la contaminación.

En ese anhelo la acompaña su paisana y compañera Yuliana Ramírez, de 22 años, quien aprovecha la improvisada tertulia en la plaza de La Perola del campus de la U.N. en Bogotá, para expresar que formar parte de la comunidad universitaria de la Nacional ha transformado por completo su vida. Aunque adaptarse no ha sido fácil, Karol y Yuliana ya son unas “habitantes” más de la Ciudad Blanca.

Otros beneficiarios del Peama son Óscar Mesa, estudiante de Ingeniería Civil; Darío Moreno, quien se prepara para ser economista; Harry Chávez, cuyo motivo de alegría, afirma, es llegar ser un gran lingüista; y Jhon Brandon Muñoz, estudiante de Ingeniería Mecatrónica, quien después de la charla se encontrará con unos compañeros en la Biblioteca Central Gabriel García Márquez para avanzar en algunos trabajos que debe entregar en los próximos días.

Acompañamiento: la clave

El vicerrector Tejeiro explica que después de superar la etapa inicial el rendimiento académico de los estudiantes que llegan de las zonas de frontera es similar al de los demás. Detrás de eso hay un concepto claro: “todos los jóvenes tienen la misma capacidad, pero algunos no tuvieron la oportunidad de recibir una buena educación media”. El Peama ha graduado a 111 profesionales, varios de los cuales han continuado estudios de posgrado, otros han hecho movilidad internacional y dos estudiantes de pregrado reportan promedios superiores a 4,8.

La U.N. ha llevado el número máximo de programas de pregrado a las sedes de presencia nacional, según su infraestructura particular. Al respecto, el profesor Luis Eduardo Gallego, director Nacional de Programas de Pregrado, señala que en la Sede Tumaco se ofrecen 64 programas, y en las demás sedes 75. Además, se ha creado el Peama Regional en Sumapaz y Caldas, para atender a los jóvenes que aunque no viven en zonas de fronteras tienen dificultades para acceder a educación de calidad.

Un aspecto esencial en el éxito del Peama es el acompañamiento que reciben los estudiantes antes y durante su movilidad a las sedes andinas. El profesor Luis Enrique Gil, director de la Sede Tumaco, menciona que desde la semana de inducción los jóvenes reciben talleres sobre la universidad y su exigencia: “para ellos todo esto es novedoso, por eso hacemos un seguimiento en los semestres posteriores, para garantizar su continuidad. En la actualidad las sedes andinas acogen a 134 estudiantes de Tumaco”.

En las regiones todos perciben que su realidad está cambiando. Los jóvenes de los colegios ahora estudian pensando que quieren y pueden proyectar su futuro porque la posibilidad de acceder a una buena universidad está ahora a su alcance y no piensan desaprovecharla.

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