Turismo

Nemea revive la tradición del vino griego

Por Verena Wolff (dpa)

Los vinos franceses, españoles, chilenos y hasta argentinos son bastante conocidos en el mundo. ¿Pero alguien oyó hablar alguna vez de los vinos griegos? En Grecia hay más de mil bodegas que se extienden desde la frontera con Macedonia del Norte hasta la isla de Creta, en el sur.

Suelen utilizar uvas locales para la producción: entre las uvas rojas destacan la Agiorgitiko y la Xinomavro, mientras que entre las blancas las más conocidas son Assyrtiko, Moschofilero y Savatiano.

”En Grecia existen unas 300 variedades de uva”, explica Panos Kiriazis, que opera el bar de vinos Vintage en un barrio de moda en Atenas, Plaka.

ARCHIVO – La localidad griega de Nemea, rodeada de viñedos y bodegas, está situada a dos horas de viaje al oeste de Atenas. Foto: Verena Wolff/dpa – 

”En los años 70 había varias buenas bodegas”, comenta Panos, pero luego el vino griego dejó de estar de moda durante un buen tiempo. En los años siguientes muchos viticultores se volcaron a las variedades conocidas a nivel internacional y, a lo sumo, recurrían a las variedades locales como un añadido.

Había algunas excepciones: Thanassis Papaioannou siempre se mantuvo fiel a las variedades griegas. Y así sigue siendo hasta el día de hoy.

Su hijo George, químico y enólogo, lleva adelante la producción en 57 hectáreas en Nemea, una localidad situada a dos horas de Atenas, al oeste de la capital. George no deja que caiga ni una gota de químicos en sus uvas, lo que le permite tener etiqueta de calidad orgánica en todos los vinos.

ARCHIVO – Cada viñedo en Nemea tiene un microclima particular y un suelo diferente. Foto: Verena Wolff/dpa – 

Resurgen la tradición y las antiguas variedades

Cerca de esa bodega existe otra, también orgánica, que es llevada adelante por Evangelia Palivou y su padre. Evangelia cuenta maravillas de los viñedos a 420 metros de altura.

En el verano se ven beneficiados por los vientos del norte, “que ayudan en el proceso de maduración y son buenos para las cepas”, señala. Evangelia cuenta que cada viña tiene su propio microclima y su propio suelo. Aparentemente en la zona hay de todo, desde barro hasta sustratos pedregosos.

Después de la crisis económica del 2008 surgieron muchos jóvenes bien formados y con buenas ideas que comenzaron a revivir las antiguas variedades, cuenta Eleni Kefalopoulou, una enóloga que fundó la asociación ”Wines of Athens” y se propone promocionar los vinos y las bodegas que trabajan alrededor de la capital.

En la zona de Nemea el vino se pisa desde hace siglos. “Se ha demostrado que el ADN de uvas antiguas coincide con el de cepas modernas”, dice el arqueólogo estadounidense Stephen Miller, que llegó hace unos 50 años a esta localidad del Peloponeso para trabajar en las ruinas de la ciudad antigua.

Finalmente se quedó allí, también porque tuvo una idea que prendió localmente: volver a darles vida a los campeonatos que solían tener lugar en la Antigüedad en Nemea. Al igual que en Delphi, Istmia y Olimpia, los antiguos griegos también organizaban competiciones en Nemea.

ARCHIVO – En la región Koutsi, a 660 metros de altura, se encuentra Seméli Estate. Leonidas Nasiakos es un conocedor de los vinos que se producen allí. Foto: Verena Wolff/dpa – 

Un vino blanco liviano, fresco

A 660 metros de altura, no muy lejos de Nemea, está Semeli Estate, en la región de Koutsi. El suelo y el clima no permiten generar un volumen importante de uvas, “pero el grado de acidez es bueno y los vinos pueden ser muy bien conservados”, asegura Leonidas Nasiakos.

Lo cierto es que los vinos Semeli se han alzado con premios en varias competencias internacionales.

En las montañas al norte de Atenas se encuentra además Ktima G. Kokotou, donde Anne Kokotou y su esposo, George, cultivan Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay, pero también variedades griegas como la Savatiano. “Es un vino maravilloso, liviano, de un sabor exquisito para beberlo frío”, describe Anne.

La producción griega no goza de gran fama en todas partes debido al Retsina, un vino blanco que antiguamente se conservaba en ánforas, explica Kefalopoulou. Si esas ánforas se rajaban, se las reparaba con resina de pino piñonero, también desde el interior, con lo cual ese sabor se trasladaba al vino.

ARCHIVO – La ruta del vino de Nemea atraviesa numerosos viñedos y bodegas. Foto: Verena Wolff/dpa – 

Ese sabor tan particular tuvo un renacimiento con el tiempo, sea con el Savatiano o con restos de otros vinos blancos a los que se les añadía resina.

”El resultado nunca era bueno”, asegura Panos Kiriazis. Pero era económico. Actualmente algunos viticultores se han propuesto volver a producir Retsina con un leve matiz de resina de pino. Pero los Kokotous no están en ese grupo. “A nosotros nos sabe mejor el Savatiano puro”.

dpa

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