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Con mejores vías terciarias y secundarias avanzaría productividad rural

Si bien las vías de cuarta generación (4G) comienzan a ser una realidad y el modelo de alianza público-privada (APP) parece funcionar según lo calculado, esta es apenas la mitad de la tarea que tiene Colombia en relación con sus carreteras.

Como lo reconoce el mismo Gobierno nacional a través de la Agencia Nacional de Infraestructura, el país presenta un severo retraso de institucionalidad, sistemas de gestión y financiación sostenible de las vías terciarias –a cargo de los municipios– y de las secundarias, a cargo de los departamentos.

La gran meta para el país el próximo año debería ser estructurar planes sólidos regionales, con calendarios claros para cumplir con los tiempos, y hacer una vigilancia estricta a los alcaldes y gobernadores para evitar actos de corrupción y dilatación de los proyectos, comenta el profesor José Stalin Rojas, director del Observatorio de Logística, Movilidad y Territorio del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).

“En realidad las vías secundarias y terciarias son las que construyen los costos de los productos agropecuarios, y, por lo tanto, las ganancias que pueden obtener los productores y los precios que deben pagar los consumidores”, dice el profesor Rojas.

En consecuencia, sin un plan para mejorar esa extensa red que sirva a los municipios y a los sectores rurales, la productividad del campo colombiano seguirá siendo muy deficiente.

Otro es el panorama cuando se habla de avances en infraestructura de transporte intermodal, gracias a la apuesta del Gobierno en ese sentido. Según el profesor Rojas, uno de los ejemplos más importantes es el proyecto Impala, en el río Magdalena, que este año permitió la reactivación plena de la navegabilidad para la carga y exportación en la sección media y norte de este cauce. En cuanto a los puertos también hay progresos significativos con la modernización de los puntos en los que confluye el comercio terrestre con el marítimo.

En 2016 las APP merecen las una calificación favorable pues han resultado ser un modelo efectivo para construir vías de alta calidad y en tiempos oportunos; en este caso, el riesgo corre a cargo del ambiente de recesión que se espera en 2017 y que pondría en peligro la sostenibilidad de estas alianzas, pues cuanto menos transporte de mercancías haya, menores oportunidad de recaudo en peajes habrá.

Movilidad a medias

En cuanto a la movilidad, el profesor José Stalin Rojas sostiene que en los modelos de transporte público de las principales ciudades (Bogotá, Medellín, Cali Barranquilla y Bucaramanga) se ven progresos, aunque los avances son disparejos.

En el caso de Bogotá, se fortaleció el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), en lo que tiene que ver con el reconocimiento ciudadano de esta opción intermodal de movilidad, y se viabilizó la construcción del metro, a pesar de la resistencia de algunos sectores que consideran que su costo es muy elevado. El saldo rojo va por cuenta de la agilidad en la movilidad de las principales arterias de la capital, para lo cual se espera que en 2017 se concreten los proyectos viales propuestos por el alcalde Enrique Peñalosa, sobre todo en las salidas de la ciudad. Por lo pronto, el único proyecto en firme anunciado es el de la ampliación de la Autopista Norte y la Carrera Séptima.

“Otro tema grave en Bogotá es el de la cultura ciudadana, pues nunca se fortaleció y se le dio entierro de tercera a pesar de ser crucial para mejorar aspectos como el de la movilidad, la convivencia y el buen uso de los bienes públicos”, indica el profesor Rojas.

Añade que a pesar de que otras capitales –como Cali, Pereira y las del Caribe– tienen avances en movilidad, corren riesgos por cuenta del modelo de apalancamiento financiero, que en algunos casos ha llevado a la quiebra de las empresas transportadoras. Por último, asegura que varias ciudades intermedias aún están en mora de estructurar sistemas de movilidad viables y sostenibles. Medellín es la ciudad que saca la cara por su tradicional organización.

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