Medios impresos presentan la paz como un asunto de hombres
En las notas informativas de los principales medios escritos del país durante el periodo 2012-2015, las mujeres son vistas como personas ajenas al proceso de paz con las Farc.
Esta es una de las principales conclusiones de la investigación realizada a partir del rastreo de cerca de 13.000 registros sobre los pronunciamientos al proceso de paz entre el Gobierno y las Farc hechos tanto por el Gobierno nacional como por los gobiernos de otros países, editoriales, sociedad civil y personas que hicieran cualquier tipo de manifestación en la revista Semana y en los diarios El Espectador, El Tiempo, El Colombiano, El País, Vanguardia Liberal y El Heraldo.
“Como consecuencia de la distribución de los roles entre mujeres y hombres, la paz terminó siendo un asunto de hombres”, explica Marya Hinira Sáenz, coordinadora del estudio realizado por el grupo de investigación en Teoría Política Contemporánea (Teopoco), de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).
A pesar de esta realidad, las presiones y exigencias ejercidas desde y hacia Cuba por parte de organizaciones políticas conformadas por mujeres y miembros de la comunidad LGBTI –en su gran mayoría–, además de publicaciones como las del Centro de Memoria Histórica en torno a los efectos del conflicto armado sobre esta población, condujeron a que se abriera un espacio en la negociación en el que las mujeres comenzaron a tener un papel más protagónico.
De hecho, a partir de 2014 –y sobre todo durante el 2015– los medios recibieron esta participación como un hecho positivo en el que las nuevas protagonistas dejaban de ser vistas como “la holandesa de las Farc” o “la esposa de Manuel Marulanda”.
El recelo histórico con el que es visto el reconocimiento de derechos y garantías para las mujeres y personas con diversidad de género continúa siendo una barrera, sumado al auge que han alcanzado las iglesias cristianas en todo el país, junto con su discurso abiertamente intolerante.
La investigadora reseña que “como buena parte de los concejales, congresistas y candidatos presidenciales va a buscar sus votos allí, la ecuación no solo contempla que el fiel sea quien asiste a una determinada iglesia sino también un posible votante que contribuye a que sectores políticos opuestos al proceso de paz saquen partido de especulaciones sobre el fin de la familia”. Y subraya que “a ello vino a sumarse el problema de las cartillas escolares con enfoque de género promovidas poe el Ministerio de Educación”.
País centralista
De acuerdo con los resultados de la investigación, aunque el papel de los medios –y en particular de sus diversos enfoques editoriales– resultó definitivo a lo largo del proceso, la postura de El Tiempotuvo un carácter más condicionado que la de El Espectador o la revista Semana, respecto a que los acuerdos cumplieran con ciertas posiciones jurídicas y políticas.
“Cada vez que se registraron ataques guerrilleros en los que se producía algún muerto por parte de la fuerza pública, los pronunciamientos de El Tiempo fueron mucho más exigentes”, destaca Sáenz, quien también llama la atención sobre la poca participación que tuvieron los medios regionales en la cobertura de este tipo de información. Según el estudio, en líneas generales se limitaban a reproducir la información suministrada desde Bogotá por la Agencia de Noticias Colprensa.
“Aunque en El Colombiano y en El País se hicieron algunos pronunciamientos, lo que sucedía en la región no tenía tanta significación como la que se expresaba en los medios nacionales, de tal manera que los encuentros propiciados por la población civil o el Congreso, junto con el desarrollo de mesas regionales, tuvieron muy poco cubrimiento”, prosigue la politóloga, quien en la actualidad adelanta su Maestría en Filosofía en la U.N.
La investigación realizada por el grupo Teopoco está consignada en el libro La paz en primera plana.Medios de comunicación y procesos de paz en Colombia, 2012-2015, cuyo lanzamiento tuvo lugar en el Auditorio Camilo Torres del Edificio de Sociología Orlando Fals Borda de la U.N. Sede Bogotá.