Mamíferos marinos del Estrecho, una historia de millones de años
El estrecho de Gibraltar, paso marino situado entre el Atlántico y el Mediterráneo, es una de las zonas con mayor biodiversidad del planeta.
La mezcla de las frías corrientes oceánicas con las cálidas y densas aguas mediterráneas origina una gran abundancia en nutrientes que alimentan a muchas especies de peces y mamíferos marinos, tanto residentes como migratorias.
Pero esto no es nuevo. La extraordinaria riqueza paleontológica del sur de la península ibérica nos muestra que este fenómeno se viene produciendo desde hace al menos 12 millones de años.
El estrecho no siempre estuvo ahí
Durante el Mioceno, la comunicación marina se producía a través del corredor o estrecho nordbético (actual cuenca del Guadalquivir), al sur de Iberia, y el corredor rifeño, al norte de África.
El corredor nordbético se extendía desde el golfo de Cádiz hasta Alicante, razón por la que encontramos fósiles de ballenas en Córdoba o Jaén.
Movimientos tectónicos provocaron el cierre de ambos corredores hace 6 millones de años. Este bloqueo atlántico desecó gran parte del Mediterráneo (crisis salina del Messiniense) hasta la apertura del actual estrecho de Gibraltar a comienzos del Plioceno (hace 5.3 millones de años).
¿Qué especies encontramos?
En las aguas pasadas, igual que en las presentes, nadaban una amplia variedad de especies de mamíferos marinos, como los cetáceos, que se dividen en dos grupos: misticetos (ballenas barbadas) y odontocetos (ballenas dentadas).
Los restos fósiles de misticetos son muy abundantes (principalmente vértebras, costillas y fragmentos de mandíbula). Ocasionalmente, aparecen algunos con gran parte de su esqueleto conservado en casi toda Andalucía, destacando Huelva con 14 ejemplares.
En general, se han identificado con la familia de los rorcuales (Balaenopteridae). Gracias a ciertos huesos diagnósticos, como las bullas timpánicas (oído interno), se ha determinado la especie para rorcual común (Balaenoptera cf. physalus) y la ballena jorobada (Megaptera cf. novaeangliae).
También hay registro de las familias Balaenidae y la extinta Cetotheriidae.
Mientras, entre las especies actuales encontramos al rorcual común, el aliblanco y el tropical; y a la ballena jorobada.
El registro de odontocetos es más escaso y está compuesto por dientes aislados, cráneos incompletos y restos postcraneales. En el sur peninsular se han podido distinguir diez taxones de seis familias. Los hay relacionados con los cachalotes (Physeteridae: cf. Zygophyseter, un cachalote tamaño orca; cf. Orycterocetus crocodilinus; Aulophyseter sp. y Physeteridae indet).
Otros están emparentados con los zifios (Ziphiidae), varias familias de delfines extintos como Platanistidae (Pomatodelphis sp.), Acrodelphinidae (Champsodelphis) y Kentriodontidae (Macrokentriodon),un delfín de unos 4-5 metros. Y con delfines actuales como Delphinidae (cf. Etruridelphis sp.) y los calderones (Globicephalinae: Astadelphis gastaldii).
Actualmente, contamos con el delfín común, listado y mular; la orca; la marsopa común; el calderón común y gris; el cachalote, el cachalote pigmeo y el enano, y los zifios de Gervais, de Blainville y de Cuvier. Algunas son especies residentes habituales y otras nos visitan ocasionalmente.
En cuanto a los pinnípedos fósiles, solo se han hallado tres taxones de dos familias actuales: Phocidae o focas verdaderas, representada por Homiphoca (Monachinae), emparentada con la foca monje, y un resto atribuido a la subfamilia Phocinae, próxima a la foca común. Por otra parte, un gran pinnípedo similar a un león marino (Otariidae).
Respecto a los actuales, la foca monje del Mediterráneo desapareció de nuestras costas durante el siglo veinte y solo es avistada esporádicamente. Raramente aparecen individuos de foca gris, común y de casco.
Más raros aún son los sirenios (vacas marinas, dugongos y manatíes), de los que solamente han aparecido algunos huesos y varios cráneos relativamente completos pertenecientes a Metaxytherium (Dugongidae).
Hoy día, los sirenios más cercanos son el manatí africano y el caribeño, o su pariente vivo más cercano, el dugongo, en el mar Rojo. Todos ellos en zonas ecuatoriales.
Un paso de aguas tropicales
En el pasado, el mar era de cálido a subtropical, 6 ºC más que el actual, equivalente al de las islas Canarias. Lo corrobora la presencia de sirenios, propios de aguas tropicales vinculadas a manglares, como los que existieron en Almería, con arrecifes coralinos y praderas submarinas.
También aparecen especies de aguas más frías. Desde entonces se ha ido produciendo un enfriamiento de las aguas pasando a un ambiente templado.
En la actualidad, orcas y otros mamíferos marinos recorren estas aguas tras el atún rojo, la sardina, el boquerón y presas similares. Es muy probable que esto se produjera también en el antiguo corredor nordbético.
El estrecho de Gibraltar continúa siendo, tras millones de años, el lugar de residencia y tránsito migratorio para una gran variedad de mamíferos.
No obstante, su abundancia es menor debido a la acción antrópica (tráfico marítimo, explotación pesquera y destrucción de hábitats). La mayoría de estas especies se encuentran en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN.
Está en nuestra mano que la riqueza marina de estas aguas se preserve, como se ha mantenido durante millones de años.
Antonio Toscano Grande, Investigador del Grupo RNM-238 Paleontología y Ecología Aplicadas, Universidad de Huelva
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.