La paz no es posible sin perdón
El perdón no puede ser otorgado ni solicitado con la intención de que todo vuelva a ser como antes, sino que se debe constituir en una herramienta para abrir puertas hacia otros horizontes.
Así lo planteó la periodista Alma Guillermoprieto –Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2017– durante el lanzamiento del libro ¿Venganza o perdón?, de la Fundación Ideas para la Paz, la Fundación para La Reconciliación, y el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).
Además de la escritora mexicana, participaron en este acto la periodista Marta Ruiz, actual consejera editorial de la revista Semana, y el sacerdote jesuita Francisco de Roux, fundador del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.
Después de recordar algunos de los avatares por los que pasó el proceso de paz que se desarrolló en La Habana entre el Gobierno nacional y las Farc, el padre De Roux destacó que la presencia de las víctimas resultó crucial para llegar a un acuerdo más equitativo.
Según el sacerdote, el planteamiento de las víctimas durante una de sus intervenciones en La Habana fue que “los problemas estructurales que se están discutiendo son muy importantes”. “Pero hay que comenzar por el primero de todos ellos: dejar de matarnos y odiarnos”, comentó.
Por su parte, la periodista Ruiz reconoció que su experiencia la ha llevado a concluir que perdonar es una llave que permite avanzar hacia la transformación a través de la comprensión.
Al respecto, precisó que “transformar las relaciones entre personas implica entender tanto los motivos y las causas del daño, como la dificultad en establecer límites respecto al grado de crueldad. Perdonar requiere de muchos encuentros y experiencias compartidas, porque será muy difícil reconciliarnos si cada uno sigue aislado en sus pequeños campos ideológicos”.
En tal sentido, el padre De Roux llamó la atención sobre la necesidad de fortalecer el trabajo que se desarrolla con las comunidades en las regiones, empezando por escucharlas. Igualmente considera necesario contar con un verdadero líder cuyos planteamientos éticos, políticos y económicos tengan acogida entre las comunidades y el sector empresarial.
Infortunadamente, prosiguió el sacerdote, el líder que hay ahora está en la otra orilla y está empeñado en sembrar la desconfianza y atravesarse a cualquier posibilidad de reconciliación.
“Hoy en el Magdalena Medio se ven organizaciones tan dispares como la Unión Sindical Obrera, la Asociación Femenina Popular de Barrancabermeja, Ecopetrol, ISA o Isagen, o campesinos y pescadores. No obstante están empeñados en construir, saben que esa es la única forma o no habrá futuro para nadie”, destacó.
El riesgo, enfatizó el padre De Roux, es que ocurra lo mismo que pasó con las 1.975 masacres que la mayoría de colombianos contemplaron impávidos frente a sus televisores como si se tratara de otro reality show.
“Al día siguiente de la masacre ocurrida hace poco en Manchester toda Inglaterra decidió paralizarse y las campanas de todos los credos religiosos repicaron a un mismo tiempo. Sabían que esa situación había que detenerla de algún modo”, recordó el líder religioso. En contraste, tras masacres como la de El Salado, Barrancabermeja, Bojayá o La Gabarra, no hubo una sola voz que se solidarizara con las víctimas, recordó.