La desaparición de la democracia en Bangladés y la culpabilidad de las instituciones multilaterales
Por: Anis Chowdhury, Khalihur Rahman y Ziauddin Hyder
SÍDNEY / NUEVA YORK / WASHINGTON – El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) son cómplices de las graves violaciones de los derechos humanos y de la muerte de la democracia que ha acaicido en Bangladés.
Siguieron suministrando sangre financiera al régimen de 15 años de la ahora huida primera ministra Sheij Hasina, bien documentado por sus corrupciones, violaciones de los derechos humanos -como desapariciones forzadas y torturas bajo custodia- y amaños de votación, incluida la politización de las instituciones estatales en su caída en la autocracia.
Todo ello a pesar de su compromiso declarado con la transparencia, la rendición de cuentas y la buena gobernanza a los que obliga sus adoptadas políticas al respecto, tanto al FMI, como al Banco Mundial y el BAD.
Un gobierno elegido democráticamente no debe cargar con la responsabilidad de ningún acuerdo decréditos que estas organizaciones hayan tenido con un régimen que permanece en el poder gracias a unas elecciones amañadas.
El apoyo financiero de esa instituciones multilaterales ha proporcionado legitimidad a un régimen ampliamente considerado ilegal, permitiéndole así sobrevivir.
FMI, Banco Mundial y BAD siguieron auxiliando a autocracia
El FMI aprobó el rescate de Bangladesh, como también se conoce al país, por valor de 4700 millones de dólares en enero de 2023.
La primera revisión del plan de rescate se aprobó en diciembre y dio a Bangladesh acceso inmediato a unos 468,3 millones de dólares para su economía y unos 221,5 millones para apoyar su programa de cambio climático.
El 21 de junio, el Directorio Ejecutivo del Banco Mundial aprobó dos proyectos por un total de 900 millones de dólares. El compromiso anual de créditos del Banco aumentó de 2000 millones de dólares en 2015 a 3000 millones en 2018.
El BAD, por su parte, ha sido una importante fuente de financiación externa en Bangladés, proporcionando una media de 2000 millones de dólares al año desde 2016.
Hasta el 31 de diciembre de 2023, el BAD había comprometido el otorgamiento a Bangladés de 726 créditos, subvenciones y asistencia técnica para el sector público por un total de 31 800 millones de dólares.
Los desembolsos acumulados de préstamos soberanos y no soberanos y subsidios al país asiático a 23 520 millones de dólares.
Legitimación de un régimen antidemocrático
El gobierno de Hasina, quien dimitió y se fugó del país el 5 de agosto tras gobernarlo con mano cada vez más dura desde enero de 2009, retuvo el poder en mandatos sucesivos mediante elecciones amañadas, algo sin precedentes en la historia del país.
Utilizó su mayoría en el Parlamento para cambiar la Constitución, especialmente el sistema de establecer un gobierno provisional neutral cuando el gobernante quisiera participar en las elecciones, así como para politizar las instituciones del Estado con el único objetivo de aferrarse al poder.
Las elecciones de 2014 estuvieron precedidas por una severa represión gubernamental contra la oposición, que incluyó detenciones generalizadas, violencia, ataques a minorías religiosas y ejecuciones extrajudiciales por parte del gobierno, con alrededor de 21 personas muertas el día de las elecciones.
En 2018, las urnas se llenaron la noche anterior a la jornada electoral. Tras las elecciones amañadas de 2018, medios internacionales informaron de las conclusiones de la Fundación Bertelsmann, según las cuales Bangladés se había convertido en una autocracia.
La revista Time expresó en su portada del 30 de noviembre de 2023 su profunda preocupación por el destino de la democracia en Bangladés bajo el «poder duro» de Hasina. The New York Times informaba el 3 de septiembre de 2023 de cómo «la democracia en Bangladés está siendo aplastada silenciosamente».
Las últimas elecciones, celebradas el 7 de enero de 2024, fueron una farsa, se caracterizaron por la prohibición de los candidatos de la oposición y el boicot del principal partido de la oposición, candidatos «ficticios», voto coaccionado y una baja participación electoral.
Desgraciadamente, el FMI, el Banco Mundial y el BAD hicieron la vista gorda y siguieron apoyando al régimen de dudosa legitimidad. Esto ha permitido que el régimen no sólo sea cada vez más autoritario, sino también extremadamente corrupto.
Permitir la corrupción
Loablemente, en 2012, el Banco Mundial se retiró de un proyecto para construir el mayor puente de Bangladesh, alegando problemas de corrupción. Sin embargo, parece que el Banco ha estado buscando eximirse.
El crédito de 900 millones de dólares que el Banco Mundial acaba de aprobar para Bangladés se destina aparentemente a reforzar el sector fiscal y financiero y a garantizar un crecimiento sostenible y resistente al clima.
En esta ocasión, al Banco Mundial pareció no importarle que alrededor de 54,40 % de la financiación para proyectos de mitigación del cambio climático se malversara o se despilfarrara a través de diversas irregularidades y corrupciones, y que el sector financiero del país «lleve mucho tiempo devastado por una corrupción escandalosa».
Bangladés está considerado como el décimo país más corrupto del mundo. Cuando el régimen de Hasina se convirtió en una cleptocracia tras su llegada al poder en 2009, se desviaron del país casi 50 000 millones de dólares en seis años (2009-2015).
El blanqueo de dinero por parte de las élites bangladeshíes es de «dominio público». Los nombres de 89 bangladesíes han aparecido en los Paradise Papers y 6 en los Pandora Papers del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Existe un claro vínculo entre autocracia y corrupción. Estados Unidos ha impuesto sanciones a un antiguo Jefe del Ejército por su «importante implicación en la corrupción».
También se investiga a un exjefe de policía por corrupción a gran escala. Ambos desempeñaron un papel importante en el debilitamiento del proceso electoral democrático en Bangladés y en la institucionalización de la represión política.
Un documental de investigación de 2021 sobre Bangladés, All the Prime Minister’s Men (Todos los hombres de la primera ministra), realizado por Al Jazeera, sacó a la luz la corrupción a gran escala de poderosas figuras políticas y militares relacionadas con la propia Hasina.
Bangladés se encuentra en una encrucijada histórica, pues acaba de ser testigo de la desaparición de un régimen autocrático y corrupto.
En un Bangladés renacido, el nuevo gobierno elegido democráticamente debería revisar todos los acuerdos de préstamo del régimen corrupto e ilegítimo, incluidos los suscritos con China. Si se encuentran dudosos y la proporción perdida en corrupción, deberían ser declarados como «odiosos».
Como subraya la Unctad, la obligación de derecho internacional de devolver la deuda nunca se ha aceptado como absoluta. La obligación de reembolsar los préstamos se limita únicamente a la categoría o parte de los mismos que no se consideran odiosos, como es el caso de los otorgados al gobierno de Hasina.
Anis Chowdhury es profesor emérito de la australiana Universidad del Oeste de Sídney y exdirector de la División de Política Macroeconómica y Desarrollo de la Comisión Económica y Social de Naciones Unidas.
Khalilur Rahman es exsecretario del Grupo de Alto Nivel del Secretario General de las Naciones Unidas sobre el Banco de Tecnología para los Países menos Adelantados (PMA) y exjefe del Servicio de Elaboración de Políticas, Coordinación y Supervisión para los PMA, así como exjefe de la División de Tecnología y Logística, la División de Gestión, la Subdivisión de Análisis Comercial y la Oficina de Nueva York de la Unctad.
Ziauddin Hyder es antiguo jefe de Grupo del Banco Mundial
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