Estado actual de los Fondos Soberanos
Hace un año y desde estas páginas, se presentó un informe sobre lo que son los ”Fondos Soberanos” (Sovereign Wealth Fund) Se examinarán el estado actual de los mismos.
Para el economista español Javier Capapé Aguilar (Director del Sovereign Wealth Lab de IE Business University), estos fondos se han convertido en principales actores de inversión en el mundo.
A continuación se exponen sus actuales comentarios.
La necesidad de administrar responsablemente y con conciencia intergeneracional los recursos extraordinarios provenientes de las materias primas, impulsó el desarrollo de los fondos soberanos, especialmente en países emergentes, ricos en petróleo, cobre o gas natural. Algunas experiencias se remontan a los años setenta. Aunque la mayoría se crearon en este siglo. Desde 2010, se han creado 31 nuevos fondos, mientras que otra veintena de países, hoy analizan la posibilidad de hacerlo o seguir haciéndolo. En 2018 los fondos soberanos invirtieron U$S 8 billones –equivalentes al PIB de Rusia y Alemania juntas.
A medida que crecen los referidos fondos y maduran, se han hecho más sofisticados y han salido de una cartera clásica, de renta fija y posiciones en mercados cotizados. Ahora ingresan cada vez más en: bienes alternativos, infraestructuras, o empresas de tecnología de reciente creación. Buena parte de los fondos han alcanzado la madurez de salir a buscar otro tipo de inversiones. Tanto geográfica como sectorialmente. Manteniéndose una expectativa para, sobre generar el interés en buscar alcanzar el interés de sectores estratégicos, que permitan impulsar futuros emprendimientos. Incluyendo nuevos fondos soberanos.
Dentro de las inversiones novedosas, se reconocen, por aparecer cada vez con mayor presencia, la inversión, en muchos, casos. de la sustituta referida: al sector inmobiliario. Y como de las aplicaciones para el necesario comercio exterior, Asimismo se nota un fuerte empuje hacia las técnicas, especialmente las de la industria química. Esto último. es el posible efecto del empuje que se advierte en lo tecnológico. Aunque puede alertar también sobre la necesidad de apoyar, como mínimo, la evolución de la banca clásica, para sostener la evolución esperada de las incorporaciones tecnológicas.
También se destaca como necesaria la inversión de fondos para atender “el riesgo climático”. Con lo que se da una paradoja interesante, que aquellos que se nutren de los ingresos de un recurso altamente contaminante, sean los que se están planteando aprovechar las oportunidades que pueden traer el cambio climático y a la vez defenderse de los riesgos que puede haber sobre sus activos, en el futuro” (Javier Capapé).