Diálogo con el ELN está herido, pero no muerto
Después de terminar el cese al fuego bilateral y de conocerse los ataques por parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN) contra la infraestructura petrolera, es necesario reformular el cese de hostilidades.
Así lo explicó el doctor Víctor de Currea-Lugo, profesor de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) y experto en conflictos armados, y agregó que, ante el momento crítico que atraviesan las negociaciones entre el Gobierno y el ELN, para que los diálogos puedan avanzar es preciso reformular las condiciones del cese al fuego y de hostilidades entre ambas partes.
“El proceso de diálogo con el ELN está herido, pero no muerto; aún existen esperanzas, y las partes están trabajando en construir alternativas para seguir adelante”, comentó el profesor De Currea-Lugo. En la sociedad se plantea una conjunción de fuerzas entre la comunidad internacional –principalmente las embajadas que están acompañando el proceso– y la Iglesia colombiana para ayudar a destrabar el proceso.
Se espera que, aunque por el momento no haya cese al fuego bilateral, las hostilidades sean las menos posibles con el fin de mantener la confianza de ambas partes y permitir la legitimidad necesaria para que las negociaciones sobrevivan.
Sin embargo, para poner en marcha un nuevo el cese al fuego, es necesario aclarar los protocolos formulados el año inmediatamente anterior, puesto que estos contenían profundas ambigüedades que dejaban la puerta abierta a las interpretaciones.
“Se deben precisar tanto los términos como los alcances de los protocolos y garantizar que el mecanismo que acompaña el proceso sea más fuerte. En este momento la ONU y la Iglesia lo están apoyando, pero es necesario adelantar un mayor despliegue en el territorio”, detalló el docente. Por ejemplo los frentes de guerra del ELN podrían tener observadores extendidos en la región para resolver eventuales incidentes.
También –sugiere el experto– sería conveniente crear un mecanismo para que la sociedad pudiera compartir sus aportes, quejas y reclamos. “Si la sociedad puede participar, no como árbitro ni evaluador, sino como fuente de información, la formulación y la operación del cese al fuego se podría dar con mejores resultados”. Agregó que es necesario tener en cuenta que todo cese al fuego inevitablemente contiene riesgos.
A esto se suma que, de seguir la negociación, los asuntos serán tratados por el nuevo equipo negociador encabezado por Gustavo Bell, vicepresidente y ministro de Defensa durante el gobierno de Andrés Pastrana, quien por eso conoce la institucionalidad y es consciente de los retos que implica avanzar en los diálogos.
Socorro Ramírez, profesora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) de la U.N., y Angelika Rettberg, profesora al Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, brindan fortaleza académica al equipo negociador y una visión social del conflicto.
El general Fredy Padilla se mantiene, y lo refuerza el general Carlos Rojas. Permanecen nombres importantes como el del economista y diplomático José Noé Ríos, conocedor de la problemática social del país; Alberto Fergusson, médico psiquiatra; Juan Mayr, exministro de Ambiente; la geóloga Luz Helena Sarmiento, exministra de Minas, por lo que conoce sobre el extractivismo en el país; y Alejandro Reyes, asesor de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
Por otro lado, la falta de garantías que se ha hecho evidente en el proceso de paz concretado con las Farc también puede producir desconfianza en el equipo negociador del ELN. No obstante, este proceso tiene nuevas aristas que lo distancian por completo del adelantado con las Farc, como el cese bilateral y el trabajo humanitario que se está llevando a cabo en las regiones.
Aunque se ha cuestionado la viabilidad de la negociación teniendo en cuenta que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos terminará en pocos meses, el profesor De Currea-Lugo agrega que, a pesar de que no es probable que se firme un acuerdo final en poco tiempo –tanto por la complejidad de los temas y la coyuntura política como por la dinámica electoral–, ambas partes están comprometidas.
“Se trata de construir un acuerdo parcial lo más avanzado posible para que sea evaluado por el nuevo Gobierno con el fin de establecer cómo seguirá llevándose a cabo”, concluyó.