Corrupción, el detonante de la criminalidad
Esta es una de las conclusiones a las que llegó el ex magistrado Pablo Cáceres en su obra Las formas cambiantes de la criminalidad: Colombia a finales del siglo XX, incluida entre los 10 mejores libros académicos de 2016.
BOGOTÁ D. C., 17 de enero de 2017 — Agencia de Noticias UN-
El texto, evolución de la tesis de doctorado en Historia del abogado y docente de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), forma parte de la colección Apuntes Maestros de la Rectoría de la Institución.
El documento, que estará disponible en todas las bibliotecas del país en dos semanas, describe las diferentes formas de criminalidad que surgieron en el siglo XX y que todavía afectan a la sociedad colombiana, especialmente ahora que está en la agenda el caso Odebrecht.
Uno de los planteamientos más importantes que presenta el autor en la primera parte de su libro es que el crimen, en cualquiera de sus formas, no se desarrollaría si no existiera la corrupción. Gustavo Silva, editor del libro, aseguró que en una de sus conversaciones el escritor contó que en el Medio Oriente una persona experimentó formando una organización criminal que no apelara a la corrupción o a cualquier tipo de favor, y a los seis meses dejó de funcionar.
Entre las tesis que presenta el libro se destaca que la corrupción y la manipulación de las organizaciones estatales son la gasolina de las formas de criminalidad, y que sin estas probablemente no existirían estas conductas delictivas en Colombia ni en el mundo.
Además de describir las diferentes formas de delito en el país, el autor toma casos particulares de la historia para demostrar su tesis.
Entre ellos aborda la toma del Palacio de Justicia por el M-19 en 1985, para evaluar una de las hipótesis que se planteó luego del hecho, según la cual el grupo guerrillero habría recibido dineros de Pablo Escobar para que con toma se destruyeran los expedientes de su extradición, que se discutía en el Congreso por esos días. Al respecto, Cáceres asegura en sus páginas que el grupo subversivo no podía tener éxito en esa misión pues su armamento era muy precario. Además, de acuerdo con el editor, “la acción criminal del M-19 genera otras acciones criminales como la del Estado, que al entrar con una tanqueta no iba a rescatar personas sino a borrar el caso”.
Además de la corrupción estatal, el texto habla de algunas multinacionales como organizaciones criminales. Se refiere en particular al caso de la tabacalera internacional Philip Morris, que cometió diversos actos ilícitos para minimizar las productoras de tabaco colombianas.
“Por ejemplo, la multinacional redujo absurdamente los precios de sus productos para que las empresas colombianas no lograran vender, e influyeron en el Congreso de la República para que las leyes de importación los favorecieran a ellos”, afirmó el editor.
De esta forma, el autor muestra que la criminalidad se puede dar tanto en un grupo guerrillero o ilegal, como en empresas constituidas legalmente, pero que todo ocurre frente a la mirada y la participación de las entidades estatales como el motor del delito.