Neurohambruna: cómo la escasez de comida reprograma a los hijos de la guerra
Todos sabemos que las guerras tienen consecuencias devastadoras: ciudades destruidas, economías colapsadas, familias separadas… pero hay un efecto menos visible que puede alcanzar incluso a quienes no vivieron el conflicto directamente: los trastornos mentales.
¿Pueden los efectos de una guerra viajar más allá del tiempo y marcar a quienes aún no han nacido? La ciencia dice que sí.
Durante los grandes conflictos del siglo XX, como la Segunda Guerra Mundial o la Revolución china, millones de personas vivieron en condiciones de pobreza extrema y escasez alimentaria. Esta situación provocó desnutrición severa en la población, pero también afectó a quienes la sufrieron indirectamente: los bebés en gestación.
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