Internacionales

Armas nucleares de Corea del Norte evitarían un nuevo Iraq

El programa nuclear del régimen liderado por Kim Jong-un es una especie de seguro para evitar que Corea del Sur y Estados Unidos reproduzcan unos nuevos Iraq, Yugoslavia o Libia. Por eso, mantener el statu quo sigue beneficiando a todas las partes.

En un artículo de análisis publicado en la edición 211 de UN Periódico, el profesor Xavier Boltaina Bosch, de la Facultad de Derecho, de la Universidad de Barcelona (España), afirma que es importante recordar que Sadam Husein, Slobodan Milosevic y Muamar el Gadafi fueron ejecutados –o juzgados– pero “ningún dirigente norcoreano está dispuesto a pasar por el mismo trance, de ahí que los incentivos para desnuclearizarse son rayanos al cero, y Estados Unidos y Corea del Sur lo saben de sobra”.

“Pyongyang sabe que ningún país con armas nucleares ha sido atacado; se trata de elementos disuasivos tan demoledores y siniestros que el riesgo de su uso desincentiva cualquier idea militar de atacar al país que las posea”.

En su análisis para UN Periódico, el profesor Boltaina señala que en 1945 la península coreana quedó partida en dos, tras el fin de la cruel ocupación japonesa y la división entre un norte prosoviético estalinista y un sur pronorteamericano en forma de dictadura militar con tintes fascistas.

En ese sentido, relata que la división se enquistó con la Guerra Fría entre la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos; y se plasmó en la descomunal guerra intercoreana (1950-1953), en la que los bandos fueron muy claros: el Norte apoyado por la URSS, pero especialmente por China, y el Sur, con una dictadura militar apoyada por los Estados Unidos y las Naciones Unidas.

Tres años de guerra dejaron la muerte de 50 mil militares estadounidense, 400 mil surcoreanos y un millón de norcoreanos y chinos, además de miles de civiles fallecidos o de personas que quedaron en situación de discapacidad. “Este absurdo resultado no dejó ganadores y, por el contrario, mantuvo el statu quo hasta el fin de la Guerra Fría”, señala el docente de la Universidad de Barcelona.

Así mismo, destaca que aspectos como el derrumbe de la URSS, la evolución de la China comunista hacia un régimen dictatorial en lo político pero capitalista en lo económico, el despegue económico de Corea del Sur convertida en la cuarta potencia de Asia y en una democracia, dejaron a Corea del Norte en una posición muy incómoda en los ámbitos interno e internacional.

“Sin apoyos decisivos más allá de la ‘amistad’ china, el régimen de Pyongyang no se plegó a los cambios de modelo de los países comunistas ni a las reformas chinas, y tampoco empatizó con sus tradicionales enemigos. Sus líderes Kim Il-sung (fallecido en 1994), Kim Jong-il (fallecido en 2011) y Kim Jong-un han sido los encargados de mantenerlo”.

Ni reunificación ni guerra convencional

Para el profesor Boltaina, Corea del Norte no tiene ninguna voluntad de desaparecer, y aunque proclama que el destino final es la reunificación, abjura de quedar absorbida y disuelta sin más.

En su opinión, dicha república socialista no es Alemania Oriental, pero Corea del Sur tampoco es Alemania Occidental. Los surcoreanos gozan de óptimo nivel económico y la reunificación supondría para ellos un auténtico drama, en términos de pérdida de calidad de vida. Frente al “mantra” oficial de la reunificación, ninguno de los dos países está por esa labor.

Así mismo, menciona, a China no le apetece en absoluto una Corea reunificada y pronorteamericana; ello tampoco ilusiona a Rusia ni a Estados Unidos, que perdería cualquier justificación para mantener tropas en la zona. Por eso, 26 años después de la Guerra Fría, el statu quo sigue beneficiando a todas las partes.

Otro aspecto a tener en cuenta es que Corea del Norte ha aprendido de los “errores” de países como Yugoslavia, Iraq y Libia, y señala que sus regímenes fueron derrumbados por no contar con la capacidad militar de respuesta interna y externa.

En ese sentido, a pesar de poseer 1,1 millones de soldados activos, los norcoreanos no tienen capacidad real de lucha en una guerra convencional contra el Sur, que cuenta con 700 mil soldados preparados y dotados con armamento moderno; además están las tropas estadounidenses estacionadas en la península.

Una guerra convencional supondría el fin del régimen del Norte, pero las consecuencias podrían ser devastadoras para la economía del Sur. Se calcula que un primer ataque surcoreano de este tipo implicaría la muerte de 70 mil habitantes de Seúl, ubicada a solo a 50 km de la frontera.

El área metropolitana de la capital surcoreana alberga a más de 25 millones de personas, y un enfrentamiento supondría un caos que nadie desea puesto que sería como repetir un conflicto similar al de Iraq, que en la actualidad resulta impensable.

Lea el artículo completo en UN Periódico

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