La verdadera Vicky
La entrevista de Vicky Dávila a Hassan Nassar, en la cual ella terminó insultándolo, a sido catalogada como el hecho más bochornoso de la historia moderna del periodismo colombiano.
Vergüenza ajena han sentido muchos comunicadores. Indignación, burla, enojo y sorpresa ha causado en muchos, todo lo sucedido en esa entrevista. Sinceramente a mí no me sorprendió la forma de actuar de Vicky, en cambio si me desconcertó Hassan. No porque respondiera una pregunta con otra pregunta o con acusaciones, estrategia constante y típica del Uribismo. A demás de ser manipulador y malintencionado. Hassan me sorprendió porque guardó la compostura ante los insultos de Vicky. Algo no muy común en él, ya que es visceral y efervescente. O por lo menos esa es la percepción que siempre he tenido de él.
Vicky no me sorprendió, porque siempre he pensado que no es una persona y profesional auténtica. Es postiza, fingida, muestra alguien que no es, acomoda sus valores y personalidad a lo que le conviene en el momento.
Se esfuerza al máximo por ser el centro de atención, por se la noticia, por estar en el ojo público, por obtener likes y seguidores. Y para eso convierte sus programas de radio, su columna, vídeo y cualquier cosa que haga en un circo “periodístico”, en donde todo vale para ella si con eso logra hacer polémica y ser el centro de atención.
Esa salida de casillas, ese ataque ofensivo a Nassar, no fue debido a que perdió los papeles de manera inconsciente, para defender la honra de su familia, como escribió en su columna de disculpas. Ella se atrevió a insultar así a su entrevistado porque pienso que Vicky se siente por encima del bien y el mal dentro del ejercicio periodístico.
Tiene un ego tan grande, se siente tan influyente, importante y digna de imitar, que todo lo que Vicky haga está permitido. Ella está haciendo un nuevo periodismo, creando novedosas formas de entrevistas. Ella es escuela, es Vicky Dávila la innovadora y arriesgada. La Vicky tan sensacional que tiene todo permitido, ser la protagonista en una entrevista y hasta insultar al entrevistado.
No fue un “lo insulté sin querer queriendo”, indignada porque difamaron a su familia. Fue un yo soy Vicky Dávila y en mi programa todo lo tengo permitido. Ego, mucho ego.
Pienso que sus disculpas no son sinceras, no la creo consciente de entender su error, tiene un ego tan grande y unas inmensas ganas de ser el centro de atención, que (a mi parecer) ella no ve mal lo que hizo.
Pero le cayó encima todo el mundo, sobre todo grandes figuras del periodismo, maestros verdaderamente respetados, a los que ella no puede controvertir. Aunque lo intentó en su columna de disculpas.
Cabe aclaras, que entre estos maestros que Vicky menciona en su columna y los que han criticado su comportamiento, se debe excluir a Camila Zuluaga, que ni siquiera es periodista. Y que además cuando comenzó en W Radio, en varias ocasiones la oí maltratando y siendo muy agresiva con los entrevistados con los que ella no estaba de acuerdo.
Y es aquí donde vamos al tema de la doble moral o de la moral acomodada a los intereses particulares. Cuando ocurrió el tema de las conversaciones del ex fiscal Néstor Humberto Martínez y el difunto Jorge Enrique Pizano, en las que Martínez hablaba de manera soez, utilizando palabras vulgares y coloquiales.
Vicky Dávila lo criticó severamente en su programa. Se indignó porque un profesional como el ex fiscal hablara en esos términos. Vicky dio catedra sobre tener un vocabulario apropiado y reprobó a Martínez.
Hoy la señora Dávila superó con crecer al ex fiscal en el vocabulario ofensivo utilizado, en la forma ordinaria y agresiva al hablar. Vicky creó un nuevo récord de nivel de insultos. Se indignó con el ex fiscal, pero ella lo puede hacer en una entrevista en vivo. Tiene permitido barrer, trapear y planchar a un entrevistado porque es Vicky Dávila. Le conté más de 20 insultos diferentes.
Cuanta incoherencia, doble moral e hipocresía. Espero que de verdad sienta vergüenza del mal periodismo que hizo ese día.