Perros y gatos, más que mascotas
En un sondeo realizado a los asistentes a una exposición de animales sobre su relación con sus mascotas, la respuesta más frecuente fue la dupla familia-compañero, seguida de cómplice-amigo y las subsiguientes de hijo, bebé y hermano, datos que muestran el cambio en las construcciones sociales del vínculo con estas especies.
La nueva construcción social sobre los animales de compañía tiene una gran repercusión en aspectos que van desde lo cotidiano hasta lo político y económico, los cuales fueron abordados en el trabajo doctoral en Salud Pública de la profesora Myriam Acero Aguilar, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), a partir de la etnografía multisituada, que estudia cómo se construyen las prácticas, subjetividades y relaciones en múltiples espacios.
Según la docente, “el método permite descubrir rutas de conexión entre varios lugares (de lo local a lo global) y describir en un contexto político y económico más amplio qué rodea al sujeto de estudio”. En ese sentido, se analizaron actores como la comunidad, la academia, la industria, el Estado y los movimientos sociales, tanto en exposiciones de animales como en consultorios veterinarios, pet shop, peluquerías, entornos familiares, comités realizados por movimientos de protección animal, medios de comunicación y el Centro de Zoonosis de Bogotá.
La profesora Acero identificó que el lazo que se crea a partir de la interacción con perros y gatos puede ser influenciado por la soledad, la necesidad de dar y recibir afecto, y la pérdida de confianza en el valor de lo colectivo de las sociedades urbanas contemporáneas, unidas a la fuerte tendencia del mercado hacia la humanización de los animales.
Dichas relaciones también han sido promovidas por la economía de consumo, que ve a las mascotas como mercancía o sector de inversión. En la actualidad el mercado en Colombia factura 632.000 millones de pesos anuales, siendo el rubro más representativo el alimento para perros y gatos, con cerca del 89 %, lo que lo convierte en un producto más de la canasta familiar.
Además de la alimentación, el mantenimiento de una mascota oscila entre los 280.000 y 550.000 pesos mensuales según el tamaño del animal. Este cálculo incluye vacunación; desparasitación; peluquería e higiene; accesorios; microchip; guardería y gastos extras.
La investigadora resalta que existen relaciones equilibradas con los animales que pueden ser muy benéficas: “está bien que se les hable, porque esa es la forma que usamos para expresar sentimientos y establecer un vínculo afectivo, pero lo que no está bien es vestirlos o darles alimentos no adecuados a su dieta. La humanización también puede llevar a que los animales tengan problemas de conducta por apego exagerado a los humanos, y a sufrimiento de las personas”.
Según la investigadora, el abandono de perros y gatos, junto con la sobrepoblación, la zoonosis, el manejo de excrementos y el maltrato animal, son intervenidos por las entidades de salud pública con la implementación de estrategias como vigilancia, control, educación y aplicación de medidas sancionatorias. Sin embargo estas no son suficientes si no se establecen otras medidas frente al crecimiento de la población animal, que vayan más allá del control de la natalidad.
En palabras de la docente, “se necesita una política pública de adopción animal más decidida, y a la vez ponerle freno a la industria para mascotas y su promoción permanente de adquisición de nuevos animales como sinónimo de ‘familia completa’. Una mascota es una gran responsabilidad que no puede guiarse por el impulso o la moda”.