Gales, tradición celta y pueblos de pintoresca belleza
Por Alexandra Frank (dpa)
Una sencilla pieza de vajilla, como un vaso o un plato, puede traer numerosos recuerdos a la memoria. La desencadenante en este caso fue una taza de porcelana.
En una exposición de Cefyn Burgess, artista y diseñador textil galés, se exhibían cuadros, tapices, coloridos cojines y las populares colchas y mantas de Gales. Pero fue un pequeño bordado que mostraba en relieve una taza de porcelana el que reunió frente a él a un grupo de visitantes.
El bordado llamó especialmente la atención entre personas de edad avanzada, que mientras lo observaban comenzaron a hablar sobre el pasado.
Anécdotas y recuerdos sobre el tradicional café tras la misa de los domingos en la capilla. El café dominical que se servía tras la liturgia semana tras semana en la misma vajilla, en tazas exactamente iguales a las del bordado.
“Ven en mis obras una referencia al pasado, un pedacito de identidad galesa”, explica Burgess, que trabaja en sus obras en el centro de artesanía Ruthin Craft, en el norte de Gales.
A él le sucede lo mismo. Los recuerdos y anécdotas que más le conmueven están relacionados con las capillas. Las pequeñas casas de culto fueron en su día tan numerosas en Gales que casi cada aldea contaba con una. La mayoría de ellas desaparecieron hace tiempo.
Muchas fueron derribadas en las décadas de los setenta y los ochenta, cuando la industria se vino abajo, las fábricas cerraron y la gente emigró.
En esa época, la religión metodista pasó a ser percibida por muchos como anticuada, demasiado estricta y reglamentada.
Alto, con pelo grisáceo y gafas de montura negra, Burgess ha dedicado gran parte de sus 58 años a recorrer Gales para inmortalizar las tradicionales capillas, bien sea en tela, papel o lienzo.
Las localizó diseminadas a lo largo de los casi 1.200 kilómetros de costa galesa, en pequeñas localidades, en caminos rurales o incluso junto a los muros de piedra que se abren paso a través del paisaje montañoso.
Aún hoy algunas parecen querer esconderse bajo la sombra de castillos medievales como los de las ciudades costeras de Caernarfon o Harlech, otras se erigen en pintorescos pueblos con nombres galeses que los visitantes extranjeros apenas pueden pronunciar.
Es el caso de las localidades de Llangollen o Beddgelert, donde hermosas casas de piedra se alinean junto al río.
A lo largo de los años, Burgess pudo salvar viejos cancioneros de algunas de las capillas antes de que fuesen demolidas, los cuales utiliza como cuadernos de dibujo.
Además, inmortalizó multitud de estas pequeñas iglesias antes de que los nuevos propietarios del terreno las reemplazaran por supermercados o pubs cuyas respectivas aperturas fueron previamente anunciadas in situ por letreros luminosos y vallas publicitarias.
Una de las obras de este artista galés representa la capilla de Bethel en Dolgellau, ubicada en un hermoso pueblecito a pie de montaña, con casas de pizarra y oscuro granito. Cada capilla es un pedacito de historia, una parte de Gales.
“El arte siempre fue clave a la hora de definir la identidad galesa”, explica Lin Cummins, de la Galería de Arte Mostyn en la turística ciudad costera de Llandudno, donde las casas de estilo victoriano se alinean a lo largo del majestuoso paseo marítimo.
El edificio que acoge la galería con fachada de ladrillo y piedra fue construido en 1901. Fue uno de los primeros centros que permitió a mujeres exponer sus obras. Actualmente muestra obras contemporáneas.
En tiempos aún más antiguos la belleza del norte de Gales atrajo principalmente a pintores paisajistas, como los británicos William Turner o David Cox, que capturaron el paisaje en sus impactantes cuadros.
Esas obras pictóricas muestran motivos que aún hoy fascinan a los visitantes: la impresionante muralla de la ciudad y el castillo de Conwy al sur de Llandudno, las puestas de sol sobre el mar de Irlanda, y la sempiterna cordillera del parque nacional de Snowdonia.
Betws-y-Coed, tranquila población colindante con el parque, albergó a mediados del siglo XIX una colonia de jóvenes artistas, que cargados con pinceles y caballetes subían hasta la cima de la montaña más alta de Gales, Snowdon, de 1.085 metros de altura, para inmortalizar desde allí los espectaculares valles y cimas, bosques y cascadas.
“Además de la pintura, el arte en Gales comprende numerosas áreas”, comenta Lin Cummins. Incluye el propio idioma galés, de origen celta, que fue prohibido o relegado durante décadas, así como la música, la mitología y leyendas celtas, pero también las coloridas obras de tapicería que rinden tributo a los viejos patrones. Todos ellos son expresiones de una misma identidad cultural.
A lo largo de la historia, los galeses tuvieron que esforzarse por mantener vivas sus tradiciones y preservar su cultura para evitar que desapareciese bajo el dominio inglés. Las señas de identidad galesas no solo están en los museos sino en el día a día de la región.
Quizá donde esto se hace más evidente sea en Machynlleth, en el extremo sur del Parque Nacional de Snowdonia. Se trata de una pequeña localidad con una gran historia. Allí, el héroe galés Owain Glyndwr, líder del levantamiento contra el dominio inglés, estableció en 1404 el primer parlamento nacional.
La población alberga el MOMA Machynlleth. En el Museo de Arte Moderno Galés se puede apreciar artesanía como las tradicionales colchas y mantas, pero también pinturas de gran formato de Roger Cecil -quien documentó la industrialización de la región en las décadas de 1960 y 1970- y esculturas de pizarra del escultor contemporáneo Ben Jones.
Un componente clave del museo es el Tabernáculo, una capilla clasicista que data de 1880 y que en lugar de ser demolida fue renovada a mediados de la década de los ochenta y pasó a formar parte del MOMA. En ella se celebra cada año, en agosto, un festival que ofrece un espacio tanto para el arte clásico como para el canto coral, lecturas poéticas o actuaciones diversas.
La reconversión de la capilla como espacio para el arte satisface a Cefyn Burgess. Hace mucho tiempo que se encargó personalmente de inmortalizar al antiguo Tabernáculo. Una foto hecha por él es actualmente el logo del museo.
Información:
Clima, cuándo ir: Gracias a la Corriente del Golfo, Gales tiene un clima oceánico con temperaturas suaves en verano e inviernos no demasiado fríos. Llueve frecuentemente de octubre a enero.
Cómo ir: Cardiff, en el sur de Gales, cuenta con un aeropuerto internacional pero los aeropuertos de Heathrow (Londres) y Manchester tienen mayor número de conexiones aéreas.
Hay ferries que llegan a Inglaterra desde Dinamarca, Holanda, Bélgica y Francia.
Más información en: www.visitwales.com