El estancamiento de los economistas

Hoy quiero hacer un análisis de nuestra profesión como economistas y como muchos economistas han perdido el norte y dan malas ideas, que producen una mala economía, como escribí en mi anterior columna (leer aquí).

Y estas malas ideas muchas veces se producen, no porque no se tenga el conocimiento técnico, sino que sus conceptos están sesgados o está influenciados por un interés particular.

Esta percepción ya la tenía desde que era estudiante de economía y todos los días la reafirmo más, cuando leo algún paper, un estudio o columna de un analista económico por un medio de comunicación influyente del país y no puedo creer las barbaridades que dice, sin ninguna evidencia empírica, con afirmaciones que los datos llevan décadas refutado, con teorías que se convirtieron en un dogma pero que todos sabemos que lo que dicen son mentiras.

David Pinto Cataño. Economista y profesional en Finanzas y Negocios Internacionales. Catedrático universitario.

La ciencia de la economía ha llegado a un estado de estancamiento por causa de la ortodoxia y su neoliberalismo, que la convirtió en una secta religiosa y en Colombia tiene su casa matriz o su templo, en las grandes universidades de la capital, en especial en una donde salen todos los economistas que dirigen este país.

Los economistas ortodoxos son como la inquisición de la Iglesia Católica y su dogma del sol girando alrededor de la Tierra, que es como la teoría del libre mercado aplicado al extremo. Los economistas heterodoxos son como Galileo Galilei y Nicolas Copérnico, que con ciencia refutaban las mentiras de la iglesia, y por eso casi los matan, los condenaron a prisión y fueron instados a retractarse.

Todos saben que la libertad de mercado trae fallas de mercado y esto causa las externalidades negativas, también es sabido que las empresas privadas siempre buscan crear condiciones para el mercado imperfecto, porque este es el que les produce más utilidades, sea: monopolio, duopolio, oligopolio, competencia monopolista. Se sabe que para impedir esto se necesita la   intervención del Estado, para que la economía funcione, para que no se vulneren, por parte de los poderosos, los derechos de las familias. Todos sabemos que la mano invisible no sirve.

Que las empresas privadas que administran bienes y servicios sociales son más ineficientes que el Estado, caso que todos vivimos con las EPS en Colombia, los servicios públicos, las cuatro hermanas y demás. (Leer aquí)

Que en el libre comercio no todos los países ganan, hay perdedores y ganadores, esta teoría de David Ricardo, continuada por Samuelson, solo deja como ganadores a los países del centro, ejemplo Alemania que es el gran ganador del comercio internacional y de la globalización, los grandes perdedores son los países de la periferia, como Colombia y esto lo saben muy bien los economistas ortodoxos.

Que las disminuciones de impuestos y el sistema tributario regresivo sin equidad vertical no traen más inversión, porque las utilidades no las invierten, sino que se las llevan para paraísos fiscales y no producen empleo.

El nuevo libro los premio Nobel de economía 2019, Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo, titulado “Buena economía para tiempos difíciles”, que ya leí y me identifiqué plenamente con ellos y también con un artículo que leí recientemente, lo que ellos dicen siempre lo he pensado. Coloco algunos apartes puntuales del articulo, a continuación:

“Para eso, necesitamos entender qué mina la confianza en los economistas. Una parte de la respuesta es que existe mucha mala economía. Los autoproclamados economistas de la televisión y la prensa —el economista jefe del banco X o la empresa Y— son, sobre todo, con excepciones importantes, portavoces de los intereses económicos de sus empresas, que con frecuencia no dudan en ignorar la importancia de las pruebas. Es más, tienen un sesgo relativamente predecible por el optimismo de mercado a cualquier precio, que es lo que el público asocia, en general, con los economistas.

Por desgracia, por lo que se refiere a su aspecto (traje y corbata) o a cómo hablan (mucha jerga), es difícil distinguir a los bustos parlantes de la televisión de los economistas académicos. Tal vez la diferencia más importante esté en su disposición a hacer afirmaciones y predicciones, lo que lamentablemente les confiere más autoridad. Pero, de hecho, sus predicciones son muy malas, en parte porque con frecuencia son casi imposibles, que es por lo que la mayoría de los economistas académicos se mantiene al margen de la futurología”.

De estos malos economistas hay muchos en Colombia y en el mundo, que representan a seudocentros de pensamiento, financiados, por ejemplo, por el oligopolio financiero de Sarmiento. Estos analistas económicos actuales fueron los directores de estos centros y ahora son funcionarios de sus bancos, instituciones financieras, ministros, asesores de gobierno, profesores o funcionarios de las universidades que adoctrinan con ortodoxia a los futuros economistas y dan malos consejos económicos al país, para favorecer los intereses mezquinos de sus patrones, que van en contra del bienestar de la sociedad colombiana.

Nadie puede negar que estos economistas tienen grandes conocimientos técnicos, pero cuando hacen unos análisis por los medios de comunicación, donde dan sus opiniones, olvidan sus conocimientos y sus análisis son sesgados a favor de sus patrones y ellos mismos son conscientes que mienten y que le hacen daño a la población. Por ejemplo, cuando defienden las excepciones tributarias a las grandes empresas de sus amos o como cuando defienden a las cuatro hermanas.

Como he comentado en columnas anteriores por este medio, estos análisis crean información asimétrica, generado mala toma de decisiones a los agentes económicos, afectando el bienestar de la población, acentuando el statu quo de la competencia imperfecta, que les trae tantos beneficios a sus patrones.

Banerjee y Duflo, dicen al respecto algo muy pertinente: “Resulta que lo que la investigación más reciente tiene que decir es a menudo sorprendente, sobre todo para quienes están habituados a las respuestas trilladas de los «economistas» de la televisión y los libros de texto de instituto, y puede proporcionar nuevos puntos de vista en estos debates.”

Esto tiene estancada, no sólo a la profesión en algunos ámbitos sino que daña la imagen de todos los economistas ante la sociedad y daña la profesión, hay que tener mucho cuidado con los seudo análisis se hacen en muchos medios, hay tener siempre una posición critica no importa el nivel de estudio de quien escriba.

Posdata: en Cartagena no se entiende la posición del alcalde ni de su secretario de hacienda, por lo siguiente: Cartagena tiene un nuevo Plan de Desarrollo desfinanciado, cosa que todo el mundo sabe, desde los políticos, los analistas locales, gremios y los seudo centros de investigación y pensamiento locales, y sin embargo así fue aprobado. Un Plan de Desarrollo mal elaborado, no adaptado a la nueva realidad que vive la ciudad a causa de la pandemia, que no tiene en sus ejes ni metas la capacidad de sacar a Cartagena de la depresión económica en la que se está sumiendo. Sabiendo que el turismo y el comercio son los más afectados, los primeros en quebrar y los últimos que se van recuperar dentro de los dos años de afectación que va a causar el Sar-Covid-2, los periodos de aislamiento acordeón que se van a tener que hacer. Turismo y comercio no es el primer sector que aporta al PIB de la ciudad, pero es el que mayor empleo produce (formal o informal), en promedio el 33%. Un Plan de Desarrollo que no van a poder ejecutar correctamente porque no hay plata.

Donde se sabe por análisis, que los departamentos, municipios y distritos van a tener una disminución de sus ICL, que presentara en promedio una disminución entre 40% y 50%, según la Federación de Municipios, Departamentos y Centro de Investigaciones serios. Igual que los recursos SGP, sus recursos de regalías, donde la ciudad tiene un fuerte problema de flujo de caja.

Donde los análisis que hace el secretario de hacienda son de los problemas financieros de las pasadas administraciones ¿Y lo que está pasando ahora no existe? Siendo lo más grave y preocupante para la ciudad, lo que más pobreza y miseria le dará a Cartagena. Aún más que la corrupción, lo que va a generar la pandemia es más grave.

El secretario de hacienda no tiene análisis de los efectos de la pandemia sobre las finanzas públicas de la ciudad y como no tiene datos, no los ha hecho, no tiene un departamento de investigación serio, técnico, que analice los datos a través de modelos estadísticos y econométricos, el secretario ni el alcalde conocen la magnitud de lo que le va a pasar a la ciudad y por lo tanto, no tiene ni idea de cómo van a solucionarlo.

Cuando lo que se necesita hacer es salir a los mercados de capitales, para hacer una emisión de bonos para financiar el nuevo Plan de Desarrollo y el cuantioso gasto que se tiene que hacer en salud y para reactivar la economía.

Si ninguna responsabilidad sale a decir el alcalde que Cartagena esta quebrada, pudiendo causar una disminución de las calificaciones de riesgo a la ciudad, dificultando su financiación que va a necesitar urgente hacer, corriendo el riesgo de cerrar los mercados financieros y capitales a la ciudad, volviendo más cara la financiación porque aumenta la tasa de interés por el mayor riesgo. Un alcalde con incontinencia verbal, carente de raciocino, de prudencia, que la primera estupidez que se le ocurre la dice sin medir los efectos que causa a la población.

Parece que el secretario de hacienda tiene poco conocimiento practico de finanzas públicas y está aprendiendo a los golpes. En la vida laboral no se va a aprender y menos en estos cargos, de los que depende el futuro de una ciudad. Qué diferencia con el secretario de hacienda de Bogotá, que ya desde mitad de febrero sabia cuanto era déficit que tenía que financiar y conocía las acciones que debía ejecutar, haciendo una emisión de $500 mil millones en bonos en el mercado de capitales para financiar el Plan de Desarrollo y el gasto derivado de la pandemia.

Ya la emisión estaba emitida a comienzos de abril y ya Bogotá tiene los recursos para ejecutar su Plan de Desarrollo, enfrentar la pandemia y ayudar a la población. Mientras tanto, nosotros seguimos mirado hacia atrás, como si con eso se solucionara algo, el pasado es pasado y mirando hacia atrás no se solucionada nada, es hora de mirar hacia el presente, donde se puede cambiar la historia de la ciudad, con acciones acertadas que puedan cambiar el futuro. Nuestro alcalde y su incompetente secretario de hacienda no lo entienden, no tienen ni siquiera una proyección estadística de cómo nuestro recaudo se va a afectar con el efecto Sar-Covid-2.

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