Ahora soy la chusma

No voté ni por Duque ni por Petro. No me gustan los extremos, y mucho menos los extremos llenos de pasión ciega. Por lo tanto, opté por quien, en mi opinión, tenía el mejor programa de gobierno.

Antes del 27 de mayo, cuando me preguntaban por quién iba a votar, respondía con otro nombre que no era ni Duque ni Petro, y los comentarios que seguían eran siempre “menos mal, con tal de que no sea por Petro, todo está bien”. ¿Con tal? ¿Todo está bien?

¿Qué hubiera pasado si hubiera respondido que iba a votar por Gustavo Petro? ¿Me habrían linchado? Siempre me han parecido expresiones irrespetuosas y, sobre todo, amenazantes.

En aquel momento, no era consciente del linchamiento social que podría haber sufrido si hubiera respondido “Petro” a la pregunta de “¿Por quién vas a votar?”.

Desde siempre, he tenido claro que no voy a votar por Iván Duque debido a que su programa de gobierno no me gusta. No quiero una minería intensiva y no me convencen sus propuestas para la reactivación de la economía. Aunque tenga una mujer como fórmula vicepresidencial, no considero que sus proyectos para las mujeres sean suficientemente inclusivos o estén bien planteados. Tengo muchas objeciones respecto a ese programa de gobierno, ya que no refleja el país que yo quiero.

Además, el candidato del Centro Democrático parece un títere manipulado por un siniestro titiritero, y eso es algo que no debería ser aceptable en una democracia. No se puede elegir a alguien que no tenga autonomía para gobernar y tomar decisiones por su cuenta.

Muchos votaron por Duque simplemente porque fue seleccionado y recomendado por Uribe. Si Uribe hubiera elegido a Don Jediondo, un humorista, probablemente habría obtenido más de 7 millones de votos y su programa de comedia sería el más visto en la televisión nacional.

Pero lo que es peor, todo lo que ese siniestro titiritero representa es completamente contrario a mis valores y convicciones. Hay demasiadas muertes que lo rodean, un ansia incontrolable de poder, el dolor de miles de madres, impunidad y más de 200 procesos. Cuando se leen esos 200 procesos con cabeza fría, olvidando el nombre al que pertenecen e imaginando que son de alguien como “Juanito”, resulta realmente aterrador.

Debido a esto y a otros motivos, tengo que votar por Petro. Es innegable que el candidato tiene a Colombia en mente, y su propiedad y conocimiento al hablar de cada tema son evidentes. Aunque no tenga el mejor programa de gobierno, con muchos planteamientos idealistas y poco claro sobre cómo llevarlos a cabo, también presenta propuestas y proyectos lógicos y factibles. Propone un país que sí quiero, donde el ambiente, el cuidado de nuestros recursos y una economía inclusiva son prioridad.

Tuve la osadía de aconsejar a algunas personas indecisas en un grupo de WhatsApp sobre por quién votar en las elecciones del próximo 17 de junio. Les dije que lo primero que debemos hacer es leer los programas de gobierno de cada candidato e identificar si ese es el país que cada uno quiere.

Obtuve respuestas por parte de los “Duquistas”, como “¿Para qué sirve eso?”, “Ese documento no sirve para nada” y “Es perder el tiempo”. Por favor, ¡claro que sirve para algo! Se supone que con ese documento se elabora el Plan de Desarrollo, que es la carta de navegación de nuestro país durante los próximos 4 años.

Entonces, según mi lógica, lo primero que todos deberíamos hacer es leer los programas de gobierno. Pero bueno, tal vez estoy loca y lo primero que hay que hacer es compartir memes con mentiras sobre un candidato u otro.

Hace dos días tomé la decisión de votar por Petro, y no lo había hecho público (hasta ahora). Solo lo mencionaba si me preguntaban “¿Por quién vas a votar?”, que es la pregunta más común en estos momentos. Sin embargo, desde el domingo, cada vez que respondo “Petro”, he sido atacada, calumniada, insultada y ofendida. Lo único que me falta es que alguien me agreda físicamente.

Estoy sufriendo literalmente un linchamiento social porque elegí a Petro en lugar de a Duque. Me han llamado ignorante, bruta, pobretona, corroncha, resentida social, llena de odio por Uribe, ciega, insensata, arrastrada, estúpida y, al estilo del Chavo del 8, me han llamado chusma. Bueno, entonces con mucha dignidad, hago parte de la chusma.

Es muy preocupante que un candidato genere tantos sentimientos negativos en sus seguidores y que haya un alto nivel de intolerancia y falta de respeto hacia aquellos que no comparten sus ideas. Que los seguidores de Duque sean capaces de agredir verbalmente a alguien que piensa distinto no es un buen indicador para mí.

Quise contrastar qué pasaría si respondía Duque a la pregunta popular y hasta el momento no he sufrido ningún linchamiento social, ni he sido maltratada verbalmente, juzgada o coartada en mi libertad de expresión o exposición de mis ideas.

Me han tratado de persuadir para que cambie de opinión con frases como: “Reflexiona, no podemos seguir votando por los mismos”, “No podemos tener un presidente eterno”, “Necesitamos reivindicar el campo”… ¡Qué diferencia, ¿verdad?!

El acoso social que he sufrido por decir que votaré por Petro no depende del nivel educativo o situación socioeconómica del acosador. He sido atacada verbalmente por personas muy educadas y a las que consideraba bien educadas antes de que me insultaran.

A pesar de los ataques verbales, seguiré votando por Petro. Si los seguidores de Duque representan lo que él significa y el tipo de país que quiere construir, entonces esa no es la Colombia que deseo. Estoy orgullosa de ser parte de la “chusma”.