Urbanizaciones informales: falta de planeación y control
Aunque las tasas de crecimiento poblacional en las grandes ciudades se han estabilizado, las urbanizaciones informales en Colombia siguen siendo un problema por las dificultades que sus habitantes tienen para acceder a servicios públicos, transporte, espacios de calidad y seguridad, entre otros.
Según datos de la Secretaría Distrital del Hábitat, en Bogotá existen 21.873 ocupaciones informales, que se han asentado a un costo social cada vez más alto.
En diálogo con Observatorio de Gobierno Urbano, programa radial del Instituto de Estudios Urbanos (IEU), de la U.N., los profesores Fabio Zambrano, Adriana Parias y Angélica Camargo señalaron que este fenómeno sigue siendo un problema de planeación y control por parte de los gobiernos locales y que, en este sentido, los instrumentos de ordenamiento, planeación y gestión se han quedado orientados únicamente a la ciudad formal.
Al respecto, la arquitecta Angélica Camargo, presidenta de la Asociación Colombiana de Investigadores Urbano Regionales (Aciur), dijo que una de las causas por las que hoy en día persisten las urbanizaciones informales en Bogotá es que no existen procesos de planeación que permitan generar suelo urbanizado económico al que puedan acceder las personas de escasos recursos.
En este sentido, la profesora del IEU, Adriana Parias, explicó que esta deficiencia de planeación y gestión del suelo lleva a que los procesos de urbanización informales se den y se multipliquen, en parte por el giro que tuvo la política sectorial de vivienda en 1990, cuando se pasó de un Estado que estaba al frente de su producción y financiación, a un Estado facilitador que terminó por convertirse en una “figura de subsidio directo a la demanda”.
Para el profesor Zambrano esta situación es la que ha llevado a que la informalidad se haya convertido en un gran negocio, que no beneficia al que habita el lote construido, sino al urbanizador: “entre menos intervención del Estado, mejor negocio”, anotó.
Sin embargo, de acuerdo con la profesora Adriana Parias, el bajo costo de la vivienda en las zonas de urbanización informal no es la única variable que explica este fenómeno. Según ella, “las familias permanecen en los barrios de origen informal, entre otras cosas por las relaciones comunitarias –el tejido social–, que son las que permiten solucionar otros aspectos de la vida cotidiana”.
Otra cuestión que mencionó la docente tiene que ver con la libertad urbanística que se tiene en los asentamientos informales, ya que existe la posibilidad de convertir una vivienda –que es un “valor de uso”– en un “valor de cambio”, es decir en rentabilizar la vivienda autoconstruida.
“Esto explica una característica muy importante en nuestras ciudades: que no es solamente el proceso de expansión a través de la incorporación de suelo a la ciudad, sino la densificación y la compactación de la ciudad informal”.
Así mismo, la experta mencionó que por esto es que se debe pensar en una política de vivienda que responda de manera integral a las necesidades de la población.
Los académicos señalaron que aunque hoy no se registre un alto nivel de crecimiento de urbanizaciones informales, como hace unas décadas, es importante que los gobiernos les presten atención a las ciudades intermedias como Soacha, Bello, Soledad y Aguablanca, ubicadas muy cerca de Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali, respectivamente, que son los territorios que siguen presentando crecimiento desorganizado e informal, “con muy poca presencia del Estado”.