Sin obligación de usarlo al aire libre, el barbijo se mantiene “para cuidarse” y por temor a Delta
Por Eurídice Ferrara – Telam
Pese a que ya no rige la obligación de cubrirse la boca y la nariz con barbijos en espacios públicos sin aglomeraciones, las personas que continúan utilizándolos en las calles y profesionales de la salud expresaron sus temores por la variante Delta y admitieron que prefieren “seguir cuidándose”.
“Cuando hago mi caminata rápida a la madrugada me saco el barbijo porque salgo en un horario donde casi no hay personas, pero si voy de compras o entro a un negocio lo llevo puesto porque todavía hay muertos por coronavirus”, dijo Gladys Goñi, una mujer de 72 años –que recibió las dos dosis contra la Covid-19– mientras caminaba por el barrio porteño de Caballito.
Como parte de las consultas que realizó de Télam sobre si ese símbolo de la pandemia llegó para quedarse aún con buena proporción de la población completamente vacunada, Gladys contó que en el consultorio médico donde trabaja mantienen el protocolo que permite que pase un paciente por vez, con barbijo, y siguen tomando la temperatura e higienizando con lavandina los espacios.
“Lo sigo usando y no me molesta, porque pienso que aún puede venir la variante Delta y prefiero usar tapabocas antes que volver para atrás”, comentó por su parte Mary, la hermana de Gladys que vive en Rosario, donde aún no se habilitó el no uso del barbijo, dijo.
Las autoridades porteñas anunciaron esta semana que el tapabocas dejaba de ser obligatorio en los espacios al aire libre sin aglomeraciones de personas, así como en los recreos de las escuelas, una medida decidida por la baja de casos y el avance del plan de vacunación que alcanzó al 70% de la población con dos dosis en el distrito.
En tanto, el Ministerio de Salud de Nación había tomado la misma decisión el 29 de septiembre pasado, cuando explicó que el uso del barbijo “dejará de ser obligatorio al aire libre siempre y cuando no haya otras personas en contacto cercano”, aunque sí lo seguirá siendo “en lugares cerrados” como aulas, cines, teatros, ámbitos de trabajo, transporte público, espectáculos y eventos masivos”.
Sobre mantener o no el tapabocas, cuyo uso obligatorio para espacios cerrados como locales comerciales y transporte público comenzó el 15 de abril del 2020, casi un mes después de instalarse el aislamiento obligatorio para la mayoría de la población, la médica infectóloga Elena Obieta aseguró que “no querría que la gente adopte esta falsa sensación de seguridad de que la pandemia se terminó”.
“Tenemos circulación comunitaria de la variante Delta, además de las que ya conocemos, con lo cual es indispensable que entendamos que el virus todavía está entre nosotros y lo único que se puede hacer para que disminuya sus chances de seguir infectando gente, es evitar que entre en nuestro cuerpo o bien de transmitirlo con la vacuna y los cuidados”, remarcó la integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) en diálogo con Télam.
Para Obieta cuando alguien está en movimiento al aire libre puede no utilizar barbijo, pero lo ideal es llevarlo para colocárselo al entrar a un negocio, subir a un colectivo o charlar con alguien en la calle aunque haga calor o se esté al aire libre.
La especialista mencionó el caso de Japón donde con una baja tasa de vacunación tuvieron un brote con la variante Delta pese a no haber tenido anteriormente restricciones de transporte o circulación.
“Entonces apuraron la vacunación y mantuvieron el tapabocas, pero los boliches nocturnos cerrados fueron un foco de gran preocupación porque eso derivó en casos en escuelas”, apuntó.
Ana Epelbaum, una mujer de 42 años que vive en el barrio de Villa Crespo, contó que continuará utilizando el tapabocas en la vía pública aunque no haya aglomeraciones y sostuvo que desde el jueves observa muchas más personas sin barbijo y que en el transporte público “muchos lo utilizan mal, por debajo de la nariz”.
“Lo voy a seguir usando porque considero que el riesgo aún continúa, no me cambia la vida sacarme el barbijo y lo puedo tolerar, sobre todo si puedo evitar el riesgo de contagio por Covid”, explicó a Télam.
Por su parte, la médica infectóloga Leda Guzzi evaluó que no aconsejaría abandonar el barbijo aún si la pandemia se convierte en una endemia “sobre todo en personas de riesgo con comorbilidades como quienes tienen EPOC, cardiopatías crónicas, con inmunodepresión de base, porque se vio que su uso asociado a otras medidas redujo infecciones virales y bacterianas con un impacto indirecto para estas personas”.
En cambio, para quienes no tienen comorbilidades de base “quizás puede ser una buena práctica en lugares hacinados como el transporte público o mal ventilados, según la percepción de riesgo de cada uno”, expresó.
Sin embargo, la médica desaconsejó mantener la práctica para los niños en un futuro de post-pandemia “porque necesitan inmunizarse y generar ese contacto con diferentes agentes para robustecer su sistema inmune”.
Guzzi consideró que si bien la decisión de levantar su obligatoriedad se realizó en un buen momento epidemiológico por la disminución de casos, debería revertirse si hay un aumento de contagios por la variante Delta.
Sobre la población pediátrica, Guzzi destacó la importancia de que “se acelere su vacunación y la del resto de adultos mayores que no completaron sus esquemas para evitar los brotes como sucedió en Israel con los niños”.
“Hay mucho temor todavía”, dijo por su parte la psicoanalista Nora Koremblit de Vinacur, integrante del departamento de familia y pareja de la Asociación Psicoanalítica Argentina, sobre las preocupaciones que expresan las personas.
En el caso de los chicos “los veo muy atentos a lo que hacen los adultos y me parece que están muy atemorizados porque esto todavía no terminó, con nuevas variantes del coronavirus” y apuntó que “los adultos apelan a su propia seguridad y deciden dejarse el barbijo porque todavía no está muy claro si estamos seguros con las nuevas cepas”.
En las calles, hay muchas personas que continúan utilizando el tapabocas, por prevención y temor a que la variante Delta active un brote por coronavirus y se vuelva para atrás con las medidas de flexibilización.
En el barrio de Colegiales, María Eugenia San Martín comentó que que “la gente lo usa en la calle y si yo salgo sin barbijo parezco una loca”.
“Los chicos me dijeron que en el recreo todos lo usan; yo creo que si estoy en la plaza no lo usaría, pero si salgo a hacer una compra me lo pongo”, agregó San Martín, de 42 años y madre de dos niños de 12 y 6.