Regalías para ciencia: de la locomotora a la “revisatón”
La “locomotora de la innovación” anunciada con bombo y platillos por el Gobierno nunca arrancó, y, por el contrario, el poco “combustible” con el que cuenta pretende destinarse ahora a vías terciarias, en vez de erigir, de forma visionaria, políticas de Estado con instrumentos articulados al recurso.
Para la profesora Gabriela Delgado M., directora del Departamento de Farmacia de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), “si el país valorara la ciencia y la educación se construirían de forma visionaria políticas de Estado con instrumentos articulados al recurso, lo que impactaría, entre otros, la oferta de la universidad pública, que sin duda hoy es la universidad más privada del país: privada de recursos, privada de infraestructura y privada de oportunidades de participación en la política pública”.
En un artículo de análisis publicado en la reciente edición de UN Periódico, la investigadora recuerda que en el país la financiación de la ciencia, tecnología e innovación (CTeI) procede de: (1) Presupuesto General de la Nación transferido del Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MinHacienda) al Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias), (2) deducciones tributarias para quien invierta en CTeI, (3) recursos propios de instituciones del Sistema de CTeI y (4) Fondo de CTeI del Sistema General de Regalías, la fuente más inestable pues procede de la explotación de los recursos naturales no renovables, y por ende finitos.
Para la “locomotora de la innovación”, afirma, se destinó el 10 % de las regalías, un logro efímero que jugó en contra de la financiación de la ciencia. Con la ilusión de contar con billones de pesos de regalías para CTeI, los recursos provenientes del MinHacienda para Colciencias no se aumentaron sino que, por el contrario, se redujeron, disminuyendo así la financiación de la investigación y los posgrados del país.
¿Qué pasó con las regalías?
La docente afirma que el proceso de participación por las regalías estuvo mal diseñado y relaciona algunos aspectos que merece la pena considerar, como por ejemplo la incapacidad de algunos departamentos (sin investigadores ni infraestructura) para atender con esos recursos las necesidades consignadas en el Plan Estratégico Departamental de Ciencia, Tecnología e Innovación (PEDCTI).
De igual manera, señala, cualquier ciudadano puede presentar propuestas, aunque no siempre una buena idea equivale a un proyecto de CTeI, cuyos formuladores idóneos son los investigadores. Así, indica, las gobernaciones evalúan propuestas, sin que –en ocasiones– se evidencien criterios de selección, proceso supeditado a la voluntad del mandatario. Solo los proyectos aceptados por la Gobernación llegan a Colciencias (Secretaría Técnica de Regalías para CTeI), donde se emite un concepto derivado de la evaluación por pares.
Por último, afirma, un proyecto con valoración insuficiente para entrar al Órgano Colegiado de Administración y Decisión (Ocad), se ha interpretado como obstáculo de Colciencias o de las universidades (con asiento en el Ocad). De hecho, quienes desconocen el alcance de la investigación han calificado la evaluación de los proyectos –natural en la academia– como “panel de la inquisición” o como “animadversión” hacia un departamento.
“Bajo una gran presión política, hoy se asume que el problema es de tiempo y no de contenido, lo que ha conllevado a que el Departamento Nacional de Planeación promueva la ‘revisatón’ de proyectos en ‘ocatones’ con el mismo tecnicismo que los neotérminos”.
Para vías terciarias
Según la profesora Delgado, ya sea porque los investigadores no lograron que sus proyectos llegaran al Ocad, o porque las gobernaciones presentaron proyectos sin buenas condiciones de calidad, se dejaron de ejecutar 1,3 billones de pesos.
Al respecto señala que urge modificar el proceso de acceso a regalías, para no arriesgar el recurso de la ciencia en vías terciarias, en las que se ha evidenciado “ausencia de buenas prácticas en los procesos de contratación y ejecución” (Conpes 3857 de 2016 “Lineamientos de política para la gestión de la red terciaria”).
Invertir en vías conlleva quizá a un impacto más tangible –¿elecciones?–, pero no suma al desarrollo sostenible basado en conocimiento. En su análisis, la investigadora de la U.N., menciona que aun si no existieran problemas de contratación asociados con las vías, 1,3 billones aportarían solo al 2 % del mantenimiento de la actual malla vial, es decir que tendrían un impacto limitado.
En ese sentido, destaca que “con algo de voluntad política se podría mejorar de forma simple el protocolo de acceso a las regalías para CteI, por ejemplo actualizando los PEDCTI; planteando problemas regionales; diseñando convocatorias públicas que incorporen formación de recurso humano; haciendo obligatorios proyectos interinstitucionales con transferencia de capacidades; evaluando proyectos en única instancia (Colciencias) con revisión por pares; y respetando que la ejecución de los proyectos aprobados en el Ocad esté a cargo de alguna entidad proponente (propiedad intelectual)”.
Según la profesora Delgado el Gobierno ha tomado decisiones que ponderan prototipos extranjeros sin contexto nacional: fusión del Sistema de Competitividad con el de CTeI, Sistema Nacional de Educación Terciaria, Plan Nacional Decenal de Educación. Se aspira entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) mostrando el país que anhelamos, pero no el que somos.