Pérdida de biodiversidad, encrucijada para la humanidad
By Laura Owings, Martín de Ambrosio
Según el último informe de la ONU Global Biodiversity Outlook, lanzado el pasado 15, se requieren acciones urgentes para proteger los sistemas alimentarios y de salud y mitigar el cambio climático. Respecto del progreso de los 20 objetivos de biodiversidad acordados en 2010, el informe revela que sólo se consiguieron seis y de manera parcial.
La biodiversidad, es decir la variedad de plantas, animales y otros seres vivos del planeta, se degrada por la polución, la sobrepesca y el aumento del uso de bosques para agricultura, afirma el reporte que publica cada cinco años la Convención de Diversidad Biológica de la ONU.
En América Latina la pérdida de biodiversidad es peor que el promedio mundial.
Cóndor andino, imponente ave que es una de las más grandes del mundo. Es una especie amenazada.Serfor-Perú, imagen en el dominio público.
El informe Planeta Vivo 2020 de la World Wide Fund for Nature (WWF), lanzado días antes del reporte de biodiversidad de la ONU, revela que la pérdida de población silvestre en la región entre 1970 y 2016 fue de 94 por ciento mientras que a nivel mundial llegó a 68 por ciento, debido principalmente a amenazas de modificación de ecosistemas como bosques y humedales, además de la sobreexplotación de especies, el cambio climático y el ingreso de especies exóticas.
“La repetición de las malas noticias sobre biodiversidad tiene que llamar a la acción urgente. Hay que cambiar el paradigma de nuestro vínculo con la naturaleza”, dice telefónicamente a SciDev.Net Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre (filial argentina de WWF).
Agrega que hoy el 96 por ciento de la biomasa de mamíferos son personas y animales domésticos, y sólo 4 por ciento del peso global pertenece a fauna salvaje, lo que genera desbalances en los ecosistemas.
“Latinoamérica todavía cuenta con tierras con ambientes naturales, baratas y con buenos climas para la producción agrícola-ganadera de demanda mundial, además de controles estatales débiles que hacen que se puedan infringir normas con bajo riesgo”, por lo que esa tendencia se mantendrá, advierte.
El error de los subsidios
Aunque en la última década se usaron unos US$90.000 millones para proteger la biodiversidad, a través de gobiernos nacionales y asistencias para el desarrollo, su financiación requiere de una cifra “estimada conservadoramente en cientos de miles de millones de dólares”, afirma el documento.
“Más aún, estos recursos están llenos de apoyos a actividades dañinas para la biodiversidad”, señala. Esos apoyos incluyen US$500.000 millones en subsidios a combustibles fósiles y US$100.000 millones a la agricultura.
Solo en Brasil e Indonesia, se estimó que los subsidios para la producción de productos básicos vinculados a la destrucción de los bosques en 2015 fueron 100 veces mayores que la cantidad gastada en la lucha contra la deforestación, según el informe.
Christopher Trisos, investigador de African Climate and Development Initiative en la Universidad de Ciudad del Cabo, comentó a SciDev.Net que estos análisis dotan a gobiernos y generadores de políticas del sur global de evidencia necesaria para proteger sus ecosistemas.
Los gobiernos nacionales negocian actualmente un acuerdo de 10 años sobre políticas de biodiversidad. Las nuevas metas deben reconocer las contribuciones de las comunidades locales e indígenas en la protección de los ecosistemas, dice el documento de la ONU.
El hecho de que el mundo no reconozca el conocimiento tradicional y local está directamente relacionado con el fracaso mundial en el cumplimiento de las metas de biodiversidad de 2020, sostiene.
Revertir la tendencia
Otra investigación, publicada en la revista Nature como parte del reporte de la WWF, dice que cambios en el sistema alimentario y una fuerte protección ambiental podrían estabilizar las pérdidas.
“A través de la intensificación sustentable del comercio, la reducción del desperdicio de alimentos y más dietas humanas basadas en las plantas, se pueden evitar más de dos tercios de pérdidas futuras de biodiversidad”, asegura el equipo de investigadores liderado por David Leclère, del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados.
Esto se alinea con el cambio en los “actividades habituales” descritas en el reporte de la ONU, que brinda ocho transiciones urgentes para reducir los impactos negativos de la actividad humana. Dada la respuesta global sin precedentes al COVID-19, los esfuerzos para detener la degradación de la tierra y los bosques son alcanzables, dice el reporte.
“Ahora es el momento de que los gobiernos inviertan en políticas tecnológicas y acciones sociales positivas para la gente y la naturaleza como parte de la trayectoria de recuperación del COVID-19”, subraya Trisos.
Las respuestas a la pérdida de biodiversidad deben estar basadas en datos que son escasos en el sur global, dice Beth Kaplin, directora a cargo del Centro de Excelencia en Biodiversidad y Manejo de Recursos Naturales de la Universidad de Ruanda.
“Necesitamos datos para conocer qué funciona y qué no, y dónde hay que adaptarse”, refirió a SciDev.Net. “Esto enfatiza la importancia de construir capacidad de investigación y que esa capacidad llegue de la ciencia a la política”, agregó.
La cumbre sobre biodiversidad de la ONU discutirá una acción urgente en la Asamblea General del próximo 30 de septiembre.
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Esta información fue publicada originalmente en el portal global de SciDev.Net
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