Medio Ambiente

México: Tsunamis en el pasado dan pistas para potencial prevención

By Daniela López

La evidencia de que dos grandes tsunamis ocurrieron en las costas mexicanas en los siglos XVI y XVIII y causaron impactos de importancia varios quilómetros tierra adentro es un indicio más de la importancia de potenciar la prevención en el futuro.

“La evidencia es importante porque no solamente tenemos el relato histórico —la hipótesis de un evento tal—, sino que tenemos la muestra física de hasta donde entró un tsunami en 1537 y 1787”, destacó vía Zoom, la investigadora mexicana Teresa Ramírez-Herrera, autora de un artículo publicado en la revista Nature que revela la primera prueba geológica de dos grandes tsunamis en la costa del Pacífico.

El equipo hizo exploraciones en campo e identificó sitios que por su deformación en la corteza terrestre podrían tratarse de depósitos de tsunami. No se trata de generar que “la gente tenga miedo, sino todo lo contrario: saber que ocurren estos eventos grandes y estar preparados”, agregó Ramírez.

“Hasta ahora se creía que en México se producían eventos menores de sismos [generadores de] tsunamis porque el registro se basaba solamente en datos instrumentales. Lo que hicimos se llama paleosismología que incluye el análisis de registros históricos y sobre todo la evidencia geológica”, agrega la experta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El primer tsunami, que pudo haber ocurrido en 1537, fue evidenciado por un depósito de arena ubicado tierra adentro, pero su caracterización aún está pendiente.

Del segundo evento se tienen datos más precisos: ocurrió frente a la costa de Oaxaca en 1787, 250 años después del primero, a consecuencia de un sismo de magnitud 8.6.

El fenómeno causó una inundación que alcanzó al menos 6 kilómetros tierra adentro y más de 500 kilómetros a lo largo de la costa del Pacífico mexicano, afectando los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero.

La Secretaría de Marina Armada estima que en los últimos 250 años arribaron más de 60 tsunamis a la costa occidental mexicana. Solamente en 2019, el Centro de Alerta de Tsunamis (CAT) emitió 92 alertas, ninguna con fuertes afectaciones en el territorio.

Pero a pesar de los esfuerzos de monitoreo y alerta, las autoridades responsables reconocen que el desafío central está en hacer llegar la información a las comunidades costeras y en la falta de cobertura de los programas educativos para prevenir estos fenómenos.

“Si tenemos un sistema de alerta eficiente, bien construido pero sin planes educativos para la población, ese centro no será eficaz, no cumplirá su misión. Podrá emitir una alerta, pero si lo recibo y no sé qué hacer, a dónde dirigirme, qué medidas tomar, no tendrá ningún resultado”, dijo vía telefónica a SciDev.Net Carlos Gutiérrez Martínez, director de investigaciones del Centro Nacional de Prevención de Desastres de México.

El funcionario reconoció la importancia de los eventos del pasado, pero enfatizó la necesidad de contar con un sistema de alerta eficiente en la prevención de riesgos ante los desastres naturales del futuro, que además responda al acuerdo de Naciones Unidas para planificar medidas que protejan de manera más eficaz a las personas, las comunidades y los países reforzando así su resiliencia.

“Todos los países que están bordeando zonas sísmicas donde se pueden generar tsunamis, si han sido expuestas en el pasado a estos fenómenos, lo más probable es que van a estar expuestas en el futuro”.

Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional (CSN) de Chile

Uno de los casos de la región donde el sistema de alerta presentó fallas y tuvo consecuencias negativas sobre la población fue el terremoto y posterior tsunami de Chile en 2010, que tuvo una magnitud de 8.8 y un saldo de 525 muertos, dos millones de damnificados y unas 400.000 viviendas afectada, según un diagnóstico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

“El sistema de alerta no funcionó correctamente para el terremoto de 2010, donde principalmente los actores en ese momento eran el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile y la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior”, afirmó a SciDev.Net, vía zoom, Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional (CSN), de Chile, entidad que hasta ese entonces funcionaba de manera intermitente a raíz de la falta de financiamiento.

Barrientos cree que tanto ese evento como el terremoto de Tōhoku en Japón, en 2011, reforzaron la necesidad global de establecer instituciones locales que respondan de manera efectiva la atención de alerta por tsunamis. Hoy en Chile el monitoreo de tsunami es un trabajo colaborativo entre instituciones con sólidos protocolos de acción.

Para México, la realidad es otra. “Falta mucha más diseminación. Hace falta poner avisos en calles, zonas costeras; hace falta que en los hoteles además de aquello que solemos ver ‘en caso de un incendio no use el elevador’ también digan en caso de tsunami qué hacer”, dijo Gutiérrez Martínez.

Para el chileno Barrientos hay una realidad inminente: “Todos los países que están bordeando zonas sísmicas donde se pueden generar tsunamis, si han sido expuestas en el pasado a estos fenómenos, lo más probable es que van a estar expuestas en el futuro”.

> Enlace al artículo en Nature

Este artículo fue publicado originalmente en SciDev.Net. Lea la versión original aquí.

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