Derechos humanos + Equidad

Las chinampas mexicanas sobreviven rodeadas por amenazas

Por Emilio Godoy

SAN GREGORIO ATLAPULCO, México – El mexicano Crescencio Hernández ordena rábanos, hierbas y lechugas para su envío a un mercado alternativo en el centro-oeste de Ciudad de México.

Las hortalizas han sido cosechadas en su chinampa, un sistema agrícola prehispánico para humedales que sobrevive en tres alcaldías del sur de la capital mexicana, aunque rodeado de múltiples amenazas para su sobrevivencia.

Hernández, de 44 años, casado y sin hijos, atribuyó el éxito de la técnica tradicional a las buenas prácticas. “Cuidamos que no haya aguas negras en los canales, que no se construya en esta zona, no usamos agroquímicos, reforestamos cada año”, explicó durante un recorrido con IPS por su chinampa el dueño de la marca Crescen de la Chinampa.

Con tres trabajadores, Hernández cosecha cada semana unos 500 kilogramos de hortalizas y verduras, como tomate, pimiento, ají (chile) y espinaca, en una chinampa de su propiedad y en otra prestada en el pueblo de San Gregorio Atlapulco, con unos 24 000 habitantes y parte de la demarcación (municipio) de Xochimilco, conocida como “la tierra de las flores”.

Originario del municipio de Acambay, en el estado de México (vecino a Ciudad de México), Hernández lleva 28 años como chinampero, una actividad que comparte con su hermano, quien renta otro de estos terrenos para la producción agrícola.

“Cuidamos que no haya aguas negras en los canales, que no se construya en esta zona, no usamos agroquímicos, reforestamos cada año”: Crescencio Hernández.

En 2017, abandonó el uso de agroquímicos y ahora usa abono que obtiene de la materia orgánica que la chinampa genera. En junio, instaló un invernadero dentro de la chinampa para producir tomate, lechuga y pepino.

“La base del sistema es el agua, es la que lo mantiene. Diversifico la producción, para atender la demanda, pues me piden varios productos, y también para cuidar el suelo”, dijo.

Pero lo que el agricultor y otros chinamperos protegen, otros derruyen en zonas cercanas, con la complicidad de las autoridades, justamente las responsables de proteger estos sitios únicos.

La urbanización irregular, el uso de plaguicidas, los efectos de la crisis climática, la excesiva explotación del acuífero y el abandono han clavado sus puñales en las entrañas de la chinampa, indica un estudio de  la Autoridad de la Zona Patrimonio (AZP) Mundial Cultural y Natural de la Humanidad en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta.

La AZP, instituida en 2014, es la responsable de gestionar la preservación del especial ecosistema del humedal y mantener así la designación como patrimonio mundial.

Chinamperos del municipio de Xochimilco, en el sur de Ciudad de México. Las chinampas producen flores, hortalizas y verduras, además de controlar el microclima del sur capitalino y conservar la biodiversidad de una ecorregión de humedales. Imagen: Fundación Tortilla

Ambigüedad

Los pueblos originarios utilizaban las chinampas, término que proviene de “chinampi”, que en lengua indígena náhuatl significa “en la cerca de cañas”, mucho antes del arribo de los conquistadores españoles en el siglo XV.

La técnica se basa en la construcción de cuadros de cultivo en los humedales de la microrregión, mediante cercas de estacas de ahuejote (sauce), un árbol típico de este ecosistema y cuya virtud es soportar el exceso de agua.

El fondo de la chinampa es rico en lodo y desechos orgánicos, los cuales aportan los nutrientes para el crecimiento de las plantas, regadas con agua de los canales, en una de las zonas más estudiadas del centro del país.

Las chinampas son la huerta que alimenta parcialmente a los 22 millones de personas de la Ciudad de México y su zona metropolitana.

El sistema de las chinampas retiene agua, produce peces, vegetales, flores y plantas medicinales, y ahorra líquido, en comparación con la irrigación tradicional, con una red de canales navegables de unos 135 kilómetros.

“Quieren trabajar de la forma en que se trabajaba antes, y eso ayuda a resiliencia y a la producción local de alimentos. Pero empeora, porque ganan la carrera la urbanización, como casas, canchas de futbol y antros en la noche. Xochimilco está muy amenazada por políticas públicas locales que promueven esas actividades, cuando la vocación de la tierra es productiva”: Luis Zambrano.

Luis Zambrano, doctor en ecología básica del Instituto de Biología de la pública Universidad Nacional Autónoma de México, consideró que hay avances y retrocesos en la situación de las chinampas.

“Hay chinamperos a quienes les interesa mucho y han trabajado. Quieren trabajar de la forma en que se trabajaba antes, y eso ayuda a resiliencia y a la producción local de alimentos. Pero empeora, porque ganan la carrera la urbanización, como casas, canchas de fútbol y antros (bares) en la noche”, explicó a IPS.

Ello, adujo, porque “Xochimilco está muy amenazada por políticas públicas locales que promueven esas actividades, cuando la vocación de la tierra es productiva”.

San Gregorio Atlapulco, parte del municipio de Xochimilco, en el sur de Ciudad de México, perdió suelo de conservación entre 2012 y 2024, víctima de la urbanización y la instalación de viveros, como muestran las dos imágenes satelitales de cada uno de esos años. Imagen: Geogle Earth

En 1992 se estableció la Zona Prioritaria de Preservación y Conservación del Equilibrio Ecológico y como Área Natural Protegida (ANP), que abarca a los ejidos (explotaciones comunitarias de terrenos públicos en concesión) de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco y cuyo polígono suma 2507 hectáreas.

La zona chinampera contiene 1723 hectáreas, equivalente a 68 % de la ANP.

La demarcación territorial acoge tres zonas en los ejidos Xochimilco, San Gregorio Atlapulco y San Luis Tlaxialtemalco, que aún cuentan con canales y chinampas y acogen 2824 chinampas activas de 18 524 existentes.

De los puntos activos, 60 % aplican el sistema chinampero, 12,5 % alberga invernaderos, lugares de ocio y campos de fútbol, 9,4% se dedican a pastizales y 16 % se convirtieron en áreas residenciales.

En Xochimilco existen 864 chinampas activas de 15 864 registradas sobre una superficie de 1059 hectáreas, correspondiente a 47% de la superficie total del sistema tradicional. Esta zona conserva la mayor cantidad de chinampas que tienen potencial para su restauración.

San Gregorio Atlapulco cuenta 1530 chinampas operativas de 2060 registradas, sobre una extensión de 484 hectáreas (22 % del total), lo que lo convierte en la localidad con mayor presencia de estos sitios activos.

San Luis Tlaxialtemalco es la zona de menor extensión, con 103 hectáreas (5 % del territorio), y 430 chinampas activas de 600 registradas.

Xochimilco, con algo más de 442 000 personas en unos 125 kilómetros cuadrados, pertenece desde 1987 a los sitios Patrimonio Mundial Natural y Cultural de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Además, su sistema lacustre forma parte desde 2004 de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, conocida como Convención Ramsar, especialmente como hábitat de aves acuáticas.

La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) cataloga a las chinampas dentro de los Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial, pues conservan la agrobiodiversidad, adaptan a los cultivadores al cambio climático, garantizan la seguridad alimentaria y combaten la pobreza.

Pero esos reconocimientos no han bastado para frenar la destrucción y la restauración ha sido promesa siempre presente pero también siempre incumplida.

El área natural protegida ha perdido al menos 173 hectáreas en los últimos años debido a urbanización, construcción de invernaderos y espacios para acontecimientos masivos, como fiestas, según cálculos de Zambrano y su equipo científico. El plan de manejo de la ANP de 2018 prohíbe precisamente esas actividades.

Para agravar la desesperanza, el gobierno capitalino construyó en 2021 un puente vehicular sobre un humedal, que potencia las amenazas sobre el ecosistema y que suscitó varias quejas ante la Unesco, aún pendientes de resolver.

Los canales entre las chinampas aportan sedimento, la base para la siembra, y agua para el riego de los cultivos de hortalizas y verduras, en un humedal situado en tres localidades del sur de Ciudad de México. Imagen: Emilio Godoy / IPS

Un futuro posible

En este contexto adverso, los chinamperos también siembran optimismo que discurre por los canales de la zona.

El biólogo Zambrano lidera un proyecto que incluye investigación, mantenimiento de los sitios y la protección del ajolote, trabaja con 25 productores y 40 chinampas que distribuyen los frutos de la tierra a tiendas y restaurantes con la “Etiqueta chinampera”.

En 2024 el proyecto de restauración maneja un presupuesto de unos 250 000 dólares, provenientes de donaciones privadas.

El anfibio ajolote (Ambystoma mexicanum) es endémico de la zona y está en riesgo de extinción por la pérdida de su hábitat.

En este momento, analizan la rentabilidad y el aumento de producción, para estimular a más chinamperos a sumarse.

El productor Hernández recalcó como elementos esperanzadores el trabajo colectivo y el apoyo gubernamental.

“Veo soluciones, pero depende que el gobierno dé dinero. Necesitamos que los productores sean conscientes del uso del agua”, planteó.

Zambrano abogó por impulsar una “fuerza social” que obligue a los gobiernos regional y nacional a restaurar Xochimilco.

“Hoy necesitan subsidios, el valor es muy bajo y la competencia es alta. Esto es una carrera contra la dinámica que hemos traído en las últimas décadas», argumentó.

Vaticinó un futuro con posibilidades. «Van a quedar sitios espantosos de turismo, se va a urbanizar y deteriorar mucho. Pero si logramos cambiar el balance y aumentar la producción, que el gobierno apoye, podríamos tener una zona muy rentable”, concluyó.

ED: EG

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