La política de género y los Proyectos Públicos
De manera reiterada, se encuentra en los documentos emanados de los organismos regionales la expresión de que la mayor participación de las mujeres en la fuerza del trabajo da lugar a un aumento del ingreso per cápita de los países. Pero además se opera, consecuentemente, una reducción de la pobreza. Esto es como resultado de que las mujeres usan un porcentaje más alto de sus ingresos genuinos, a las necesidades del hogar.
Una primera observación es que, las mujeres, son transmisoras directas de beneficios en, por ejemplo, proyectos rurales y calidad del agua. Ya que son las administradoras del líquido elemento en las comunidades y por supuesto en los hogares. Pero además en materia educativa, por dar otro ejemplo, le da una dimensión y eficacia al desarrollo en materia formativa. Esto último, por ejemplo, resulta como consecuencia de tratarse –a veces- de unidades pequeñas escolares, que deben superar ciertos mínimos, para que funcionen en zonas desprovistas de vida social.
Si la educación, la nutrición y la salud, son atendidas por ese tipo de situación, se da un efecto adicional de beneficio social, ya que disminuye la transmisión generacional de la pobreza. Mejorando, como consecuencia la atención de niños y jóvenes, que, de no ser así, quedarían condenados a estar situados a un nivel bajo, con todas sus lamentables consecuencias.
En la búsqueda del desarrollo económico, se le debe considerar fundamentalmente lo de la equidad de género. Significa que tanto las mujeres como los hombres, deben tener igual posibilidad del ejercicio del poder, lo que permita aportar en lo: económico, político, social y cultural. Para lo que se requiere evidenciar, en el análisis de un Proyecto Público, la actuación en que actúan mujeres y hombres. De manera a detectar la existencia de grupos desagregados y las posibilidades de un cambio conducta, estimulando mejoras en las relaciones de género equitativas.
Para la atención de necesidades sociales deben analizarse los distintos tipos de trabajo: pagado, doméstico y reproductivo (CEPAL). En los Proyectos Públicos, las actividades más valorizadas económicamente y socialmente, se encuentran por el trabajo remunerado. En tanto las otras actividades, imprescindibles, son omitidas, y seguramente son necesarias.
Para concluir, la carga del trabajo de cuidado no remunerado sigue recayendo especialmente en las mujeres. Una participación que se ha visto intensificada como consecuencia de políticas de austeridad y recortes.
Para construir economías más justas y sostenibles, que sean de utilidad para la sociedad -mujeres y hombres-, hay que empezar a hacer las cosas de forma distinta. (ONU).
Excelente artículo!