La pérdida de personería de 15 partidos demuestra la crisis de representatividad en Perú
Por Gonzalo Ruiz Tovar (especial para Télam)
Quince partidos políticos de Perú, entre ellos los que llevaron a la presidencia a Alan García en 1985 y 2006, a Alberto Fujimori en 1990, a Ollanta Humala en 2011 y a Pedro Pablo Kuczynski en 2016, acaban de perder su registro legal ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en lo que expertos consideran una prueba más de la endeble representatividad partidaria en un país con graves deficiencias institucionales.
El Partido Aprista Peruano (PAP) -antes Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)-, de García; Patria Segura -antes Cambio 90-, el original de Fujimori; el Partido Nacionalista Peruano (PNP), de Humala, y Contigo -antes Peruanos Por el Kambio (PPK)-, de Kuczynski, se sumaron así a Perú Posible (PP), que desapareció hace un lustro tras llevar a la presidencia a Alejandro Toledo en 2001.
También perdió su inscripción el Partido Morado, del ex presidente interino Francisco Sagasti.
Entre los nueve colectivos que sobreviven, solo uno, Acción Popular (AP), tiene una larga presencia histórica: su fundador, Fernando Belaunde Terry, fue presidente dos veces (1963-68 y 1980-85), y otro de sus líderes emblemáticos, Valentín Paniagua, dirigió un gobierno interino de 2000 a 2001. Ese partido de centroderecha tiene actualmente la presidencia del Congreso y la alcaldía de Lima.
El partido gubernamental, Perú Libre (PL), autodefinido como marxista-leninista, era en cambio minúsculo y periférico, pero la coyuntura lo catapultó con un militante de última hora, el presidente Pedro Castillo.
El fenómeno de pronto arribo al poder se había visto ya con PP, el PNP y PPK, que resultaron presencias fugaces.
Lo de Cambio 90 tiene otras características, pues la ideología fujimorista -de derecha radical- sí se mantiene, aunque en otro partido, Fuerza Popular (FP), hoy la mayor agrupación opositora.
“El problema es que más que partidos son vehículos electorales, no descifran los tiempos y las nuevas necesidades de una sociedad digital, con mujeres empoderadas y una agenda LGTBI”, dijo a Télam el analista y profesor universitario Ramiro Escobar, para quien el problema no es exclusivo de Perú.
“A eso se suma la pobre educación política, que hace que los partidos no se formen desde abajo y tengan ideologías gelatinosas, sin cuerpo, en las que todo se limita a una identificación con un líder”, agregó Escobar.
La dependencia líder-partido se nota ya en muchos casos desde el símbolo elegido. El de FP, por ejemplo, es una letra K obviamente relacionada con el nombre de su líder, Keiko Fujimori. En el PNP era la letra O de Ollanta Humala y en PPK se llegó a forzar la ortografía para escribir Kambio con k y hacer coincidir las iniciales con las de Kuczynsnki.
La depuración hecha la semana pasada por las autoridades electorales estaba cantada, porque los 15 eliminados no cumplieron en las elecciones de abril con los requisitos necesarios para continuar, es decir, obtener más de 5% de los votos para el Congreso y lograr al menos seis bancas en él.
La reglamentación incluso llevó al caso inédito del Partido Morado, que fue eliminado porque, aunque sí pasó del 5% de votos, solo alcanzó tres congresistas.
De esa forma, esa agrupación de centro liberal, que anunció que apelará ante los tribunales para que se le devuelva la personería, está en la rara situación de que no existe pero sí tiene parlamentarios.
Además de PL, FP y AP, sobrevivieron a la poda tres partidos considerados de derecha -Renovación Popular, Avanza País y Podemos Perú (PP)-, dos calificados como de centroderecha -Alianza Para el Progreso (APP) y Somos Perú (SP)-, y Juntos por Perú (JP), que, más que un partido propiamente, es una alianza de grupos pequeños que van desde la centroizquierda hasta el autoproclamado comunismo.
Aunque con algunas distancias por liderazgos personales, FP, el ultraconservador RP y el neoliberal Avanza País forman en la práctica un bloque de 43 congresistas para oponerse en todo al gobierno de PL, que, a su vez, está aliado con JP en un bloque de 42 integrantes.
Así, los demás partidos son el fiel de la balanza, en especial AP y APP, que suman 31 representantes, en un parlamento unicameral que tiene en total 130 bancas.
Los partidos excluidos podrán solicitar su reinscripción en el futuro si cumplen los requisitos establecidos para todos los aspirantes: presentar los nombres de al menos 25.000 militantes y documentar que pueden contar, como mínimo, con 66 comités en 20 de los 25 distritos electorales.
Varios otros grupos nuevos están ya en camino de buscar su inscripción o anunciaron que lo intentarán. Entre ellos figuran Nuevo Perú, de la excandidata presidencial de izquierda Verónika Mendoza, actualmente parte de JP, y el novísimo Partido Magisterial y Popular, de izquierda e impulsado por educadores, que tiene el explícito visto bueno de Castillo, compañero de luchas sindicales de varios de sus líderes.
Para expertos como el abogado Julio Silva Meneses, los requisitos exigidos son relativamente fáciles de cumplir, por lo que es probable que algunos partidos regresen y, sobre todo, que aparezcan otros nuevos, con lo que el problema de la coexistencia de muchos partidos, pero débiles, se mantendría.
La próxima contienda electoral peruana será en octubre de 2022, cuando se disputen las 24 gobernaciones departamentales, las 195 alcaldías provinciales y las 1.845 alcaldías distritales, con sus correspondientes consejos, en un proceso en que además, a diferencia de los comicios generales, junto a los partidos nacionales podrán participar movimientos locales que diversificarán aun más la oferta.