La histórica espiral de violencia en México en la antesala de las elecciones de alcaldes y congresistas
Se han registrado 89 homicidios de candidatos, mientras que muchos se han retirado de la contienda por amenazas, lo que significa que “el crimen organizado va bajando a los candidatos que no trabajan para sus intereses”.
Por: Alejandro Melgoza Rocha / Anadolu
Una histórica espiral de violencia se ha desatado de cara a las elecciones de este domingo 6 de junio para renovar casi 21.000 cargos públicos en los congresos federal y estatal, así como en las alcaldías.
Las estadísticas de agresiones no solo dejan ver un baño de sangre, sino diferentes modos de intimidación como secuestros, amenazas y atentados en contra de los candidatos.
Durante la época electoral 2020-2021 las primeras planas de los periódicos nacionales han dejado ver en sus portadas, día a día, los múltiples casos de esta violencia.
El asesinato más reciente fue el de Cipriano Villanueva, candidato a una regiduría en el estado sureño de Chiapas, cometido el pasado 28 de mayo cuando un par de sicarios abrieron fuego en su contra.
Con Villanueva llegaron a 89 los homicidios de candidatos, de acuerdo con las estadísticas de monitoreo de Etellekt, una consultora especializada en violencia política, la cual también ha registrado 782 agresiones de diferente tipo.
Estas ya rebasaron las 774 del periodo electoral pasado, del 2017-2018, sin que la Fiscalía General de la República haya tenido efectos importantes en la impartición de justicia en estos casos.
Para el doctor Francisco Jiménez Reynoso, especialista en seguridad nacional y académico de la Universidad de Guadalajara, estas cifras significan un “debilitamiento” de las instituciones mexicanas al tiempo que evidencian que está ganando terreno la delincuencia organizada.
“Esta es la elección más violenta y más insegura de la historia del México contemporáneo, en donde han ejecutado el mayor número de candidatos (…) Esto se debe a la gran impunidad para aquellos que cometen delitos. Saben que es difícil que los vayan a detener, investigar y procesar”, explicó en entrevista con la Agencia Anadolu.
Sin embargo, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, ha minimizado los recientes hechos y en una de sus conferencias de prensa matutinas, la del 27 de mayo, dijo que se trata de “amarillismo” por parte de los medios de comunicación.
Jiménez Reynoso difiere de las palabras del presidente, pues señala que ya hay casos particulares del debilitamiento institucional, pues hay candidatos que se han retirado frente a las amenazas del crimen organizado.
Por ejemplo, en el municipio de Jilotlán, Jalisco, solo tres de 13 candidatos encontraron las condiciones de seguridad para registrarse en el proceso electoral. No obstante, más tarde, de los tres que estaban, dos renunciaron debido a las amenazas en su contra, por lo que quedó como único candidato uno del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido del presidente.
“No hay la estrategia adecuada ni el presupuesto suficiente para hacer frente a la delincuencia organizada: pone de rodillas a nuestras autoridades y de una forma muy acentuada en el caso de Jalisco. Tenemos el caso emblemático de Jilotlán, en el que hay un solo candidato por motivos de inseguridad y por las amenazas que recibieron los otros 12 candidatos”, añade el también integrante del Observatorio sobre Seguridad y Justicia, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
El experto también señala que en estas elecciones, las cuales costarán unos 1.575 millones de pesos (unos USD 78 millones) en gastos de campaña, hay dos escenarios: los de la violencia en zonas invisibilizadas donde los candidatos son más vulnerables y los de “banalidad política”, con candidatos que han derrochado en campañas en redes sociales, en conciertos y en coreografías.
Para el doctor Jiménez Reynoso, si el Estado mexicano no revierte la estrategia en las contiendas electorales, el crimen organizado ganará cada vez más espacio en los procesos electorales. “El crimen organizado va bajando a los candidatos que no trabajan para sus intereses. Entramos en una fase peligrosa de una narcodemocracia”.