LA “DESERTORA”
Hoy, en el aniversario de “D-Day” (difícil que a mi se me escape esta fecha), me levanto reflexionando sobre el capítulo de anoche de “Matarife”.
Los morbosos atraídos por los pecadillos sexuales de los demás se sienten atraídos por esa posible relación íntima entre Marta Lucia y Mancuso, pero a mí eso me tiene sin cuidado, por lo menos desde el punto de vista de la relación sexual en si. Yo me acuerdo que, cuando el paramilitarismo estaba en su apogeo, las mujeres en Colombia hacían cola para que Mancuso se las comiera, en especial, las mujeres de derecha. Y hasta lo entiendo. Mancuso era más o menos bien parecido, de una dizque buena familia de Montería, con plata, traqueto, y peludo, muy peludo, y a las mujeres en Colombia les gustan los hombres peludos. En Italia Mancuso sería un carnicero napolitano pero, en Colombia, le alcanza para “Latin Lover”.
Y si además mataba guerrilleros, ¡mejor dicho, ese era el superman de la derecha!, ¿por qué no habría de “calentarse” Marta Lucia con ese “súper-macho” Mediterraneo como le pasaba al resto de hembras de nuestro fascismo criollo? A “Martuchis” también se le moja, ella también tiene su “corazoncito”.
A mi en realidad lo que me atrajo del cuento fue la metodología de los encuentros.
La impresión que tengo es que Mendoza Leal es un poco extremista con lo de El Club El Nogal, quizá porque lo echaron de él, pero hasta donde yo sé, ese club era un club de hombres de negocios. Es más, tengo unos tíos y unos primos que son socios fundadores de ese club y nunca les oí, de boca de ellos, o de alguien más que hiciera parte de él, que era un club de paramilitares. De pronto el que no sabía era yo, pero, hasta donde yo supe, en 1995-1996 ese club no era un club de paracos, era un club de hombres de negocios.
Y digo que me atrae la mecánica de los encuentros entre Martuchis y Mancuso porque así se encontraban los espías en la época de la guerra fría cuando alguien iba a desertar de un bando, o a pasar información de manera discreta. Si, por ejemplo, un agente de la KGB le quería pasar información a la CIA o al SIS, o si quería cambiar de bando, el lado receptor, en este caso la CIA o SIS, arreglaba la deserción en un lugar neutral a donde el agente de la KGB pudiera viajar, reservando habitaciones adyacentes. “To lift”, o “llevarse” a un desertor (defector) era toda una operación. El agente “XX” de la KGB, por ejemplo, primero tenía que informarle a la contraparte que quería desertar. Este tipo de información se le pasaba al otro bando por medio de la interceptación del agente del bando opuesto en un lugar público como una estación de metro, una calle concurrida, o un restaurante. El que quería desertar se le acercaba al agente de la agencia de inteligencia opuesta con la excusa de pedirle fuego para un cigarrillo, o se lo tropezaba en una estación de metro, y le pasaba una nota indicándole a ese agente que pensaba desertar y si esa agencia estaba interesado en recibirlo. El agente receptor recibía el ofrecimiento y se comunicaba con sus superiores en Langley o Londres (The Circus), y se evaluaba el valor del agente. Si a la agencia receptora le interesaba el agente, se cuadraba un segundo encuentro en el que se le pedía un “meal ticket”, un “tiquete para comer”, que era la forma como se hacía referencia a una información inicial que pudiera pasar el desertor para validar su valor. Si, por ejemplo, el desertor trabajaba en operaciones en la KGB, era de esperarse que pasara los nombres de algunos agentes infiltrados de la KGB operando en la agencia receptora, en este caso, CIA o SIS.
Luego, se evaluaba la información suministrada, y si se consideraba valiosa y verdadera, se procedía a “levantar” al desertor.
Si al tipo había que sacarlo de la USSR la vaina era muchísimo más compleja, pero si el desertor operaba en otro país, entonces venia una operación tipo “Martuchis-Mancuso” como la que describe Mendoza Leal en el capítulo de anoche en “Matarife”. Los encuentros se cuadraban en hoteles en campo neutral, por lo general, en ciudades como Copenhagen, Helsinki, Istanbul o Atenas, RESERVANDO DOS HABITACIONES ADYACENTES. Tanto el desertor como el que lo iba a recibir ocupaban una de las habitaciones, y tan pronto estar seguros de que nadie los seguía, se reunían en uno de los cuartos y cuadraban el intercambio o la deserción.
Luego, se le entregaba documentación falsa al desertor, y los dos agentes volaban de regreso al país receptor, en este ejemplo, Estados Unidos o Inglaterra.
La versión colombiana de los intercambios entre Mancuso y el Gobierno via Martuchis tiene sus propios contornos folclóricos, de acuerdo a Mendoza Leal. Al caer la noche dizque desconectaban las cámaras del Club El Nogal y el man tenía la libertad de moverse por todo el club a sus anchas. Iba a la piscina, al sauna, al restaurante, y, presumiblemente, si entendí bien, al cuarto de hotel de Martuchis, aunque no sabemos a ciencia cierta si era solo a pasar/recibir información, o si el intercambio también tenía un componente “horizontal”.
Francamente, a mi me importa un pito la vida sexual de los otros, pero en este caso si sería relevante saber si Martuchis y Mancuso se acostaban, solo porque revelaría un grado de intimidad entre el Gobierno y los Paramilitares que trascendía lo ideológico. También es posible que Mancuso le estuviera poniendo una “trampa de cama” al Gobierno y que, al comerse a Martuchis, tuviera una forma de chantajearlo.
¿Qué tal que esos encuentros sexuales hubieran sido grabados, por ejemplo? ¿Qué tal que Mancuso hubiera obtenido beneficios debido a esa relación?
En este punto sería bueno saber si los encuentros en El Nogal eran encuentros “bilaterales”, o si eran trampas que Mancuso le ponía al Gobierno de Uribe. O de pronto, al revés, de pronto el que ponía la trampa era el Gobierno, aunque no creo que este fuese el caso. No tiene mucho sentido usar a una ministra como señuelo, demasiado peligroso.
Lo más probable es que los encuentros fueran voluntarios y que Martuchis estuviera tramada con Mancuso, en ambos aspectos, el militar y el sexual.
Y de ser así, se deduce que las políticas, las directivas y las operaciones de ambas organizaciones, el Ejército y los Paramilitares, estaban completamente coordinadas.
Si Mancuso ponía en cuatro a Martuchis, la agarraba por el pelo, y le daba nalgadas mientras la “bombeaba” a mi, francamente, eso me tiene sin cuidado.
Lo realmente grave es que la cúpula del Ejército y la cúpula de los paramilitares se reunían como espías para coordinar operaciones militares, y el lugar de intercambio era El Club El Nogal. En otras palabras, Mancuso era el CO-MINISTRO DE DEFENSA, y no cualquier co-ministro, si no uno que le podria haber pasado directivas al gobierno en la cama, supuestamente.
Y yo no sé ustedes, pero cuando tú tienes a una mujer rendida en la cama, cuando tú has dejado satisfecha a una mujer en la cama, ese es el momento perfecto para pedirle algo difícil, algo que tú sabes que te puede negar teniendo la ropa puesta. Una mujer “tragada” hace lo que sea por su “machucante” después de haber quedado satisfecha en la cama.
Como diríamos en la Costa Atlántica, si en verdad Mancuso se comía a Martuchis, el man estaba co-gobernando a Colombia con la mondá.
Si ese era el caso, literalmente, Mancuso SE LA TENÍA ADENTRO al gobierno de Uribe.
Detesto con toda mi alma a los paramilitares y todo lo que hicieron, pero, tengo que admitir que, en esa época, Mancuso era la VERGA.
Literalmente…
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