Reportajes

Guardianas ambientales en Kenia salvan a un gran bosque y revitalizan tierras nativas

Entre 2001 y 2022, la deforestación del bosque Mau provocó la pérdida de unos 533 kilómetros cuadrados de cobertura arbórea. Ahora, un grupo de mujeres, bajo la égida del Grupo de Mujeres de Paran, se prepara para plantar 100 000 árboles jóvenes esta temporada de lluvias en un esfuerzo por restaurarlo.

Por Joyce Chimbi

GRAN VALLE DEL RIFT, Kenia – El Gran Valle del Rift es parte de un sistema de cordilleras intracontinentales que atraviesa Kenia de norte a sur. Una mezcla impresionante y diversa de belleza natural que incluye montañas altas, acantilados y gargantas, lagos y sabanas. También alberga una de las mayores reservas de vida silvestre de África: la Reserva Nacional Masái Mara.

Son las 400 000 hectáreas del Complejo Forestal Mau las que dan vida a este maravilloso fenómeno natural. Ubicado a unos 170 kilómetros al noroeste de Nairobi, este es el bosque montañoso indígena más grande de África oriental. También es la mayor de las cinco cuencas hidrográficas del país y una zona de captación de 12 ríos que desembocan en cinco grandes lagos.

Más de 10 millones de personas dependen de sus ríos. Su magnífica cartera de especies animales y vegetales raras es, por desgracia, un imán para las actividades ilegales. Los grupos de vigilancia forestal afirman que entre 1984 y 2020 se perdió un asombroso 25 % del bosque y que, en total, el bosque Mau perdió 19 % de su cobertura arbórea (unos 533 kilómetros cuadrados) entre 2001 y 2022.

“El Grupo de Mujeres de Paran está comprometido a restaurar el bosque Mau. Para detener el ritmo y la gravedad de su destrucción y degradación, nos dirigimos al gobierno a través del Servicio Forestal de Kenia (KFS, en inglés) y nos permitieron acceder a 81 hectáreas de un bloque del del bosque Masái Mau, que es uno de los 22 bloques que conforman todo el complejo forestal Mau. Hay 280 captaciones de agua dentro del complejo”, dijo a IPS la directora ejecutiva de esa organización, Naiyan Kiplagat.

Añadió que “en enero de este año comenzamos con nuestras labores de restauración y ya hemos cubierto 100 acres (40,5 hectáreas)».

«En este momento, hemos preparado 70 000 plantones y tenemos la intención de recolectar otros 30 000 de grupos de mujeres para alcanzar nuestro objetivo de 100000 plantones de árboles, que se plantarán una vez que comience la temporada de lluvias para cubrir los 100 acres restantes”, detalló.

En maa, una lengua hablada por el pueblo masái, Paran significa “reunirse para ayudarse mutuamente”. El Grupo de Mujeres Paran es una organización compuesta por mujeres de las comunidades masái y ogiek, actualmente grupos étnicos minoritarios indígenas.

Los guardabosques que trabajan para el Servicio Forestal de Kenia son responsables de proteger los bosques del país. El Grupo de Mujeres Paran trabaja en asociación con el Servicio Forestal de Kenia para restaurar el bloque forestal de los masái Mau. Imagen: Joyce Chimbi / IPS
Hay 280 cuencas hidrográficas dentro del extenso Complejo Forestal Mau. Estas alimentan a 12 ríos, que a su vez alimentan a cinco lagos importantes. Imagen: Joyce Chimbi / IPS

La organización está formada por 64 grupos de mujeres y 3718 integrantes. Unidas contra la doble marginación y el patriarcado, el grupo comenzó siendo pequeño en 2005 y continúa creciendo y expandiendo su base y sus actividades de conservación.

Con la sabiduría de sus ancestros, se apoyan en el conocimiento indígena y la innovación en sus esfuerzos de conservación, forestación, reforestación y todos los demás esfuerzos de restauración de tierras, al tiempo que promueven la igualdad de género. El centro de recursos para mujeres de Paran está ubicado en Eor Ewuaso, una aldea rural remota en la localidad de Ololunga del condado de Narok, en el Valle del Rift.

Las mujeres poseen un título de propiedad sobre la extensa parcela de tierra, un logro notable en una comunidad minoritaria donde las mujeres tienen poca autonomía y la tierra es propiedad de los hombres y está bajo su control. Tienen otros siete centros de recursos dentro de los condados extensos, orientados a brindar a las mujeres acceso a recursos productivos.

Estos centros incluyen un centro de conocimiento y actividades para promover la conservación y las actividades de subsistencia, como la agricultura sostenible, la apicultura, la artesanía con abalorios y las briquetas para cocinar de manera que se ahorre energía y se libere de la presión sobre el asediado bosque Mau. Más de 617 hogares ya utilizan estufas eficientes que ahorran energía.

“Somos conservacionistas y nos apasiona la igualdad de género. La violencia de género es frecuente en las comunidades indígenas, como la mutilación genital femenina, que está prohibida, y los matrimonios forzados. El caso más reciente fue el de una niña de nueve años», dijo Kiplagat.

La lideresa del grupo contó que «como comunidad, estamos marginados en general y, lo que es peor, nuestra cultura tiene pocos derechos para las mujeres y las niñas. Ayudamos a los niños a permanecer en la escuela pagando las tasas escolares con nuestras actividades generadoras de ingresos”.

Patrick Lemanyan, residente de Ololunga, afirma que las mujeres de Paran “crían y venden pollos y alimentos como calabazas, verduras y sorgo. También venden artículos de abalorios. Estos objetos son únicos, hermosos y muy comercializables».

«En Nairobi, incluso existe el popular mercado masái para estos artículos de abalorios y otros artículos masái, como sandalias. Las mujeres de aquí no se enfrentan a ninguna resistencia de la comunidad. Hemos sufrido durante muchos años la falta de lluvias y sabemos que salvar el bosque también significa salvarnos a nosotros como comunidad”, añadió.

El Centro de Recursos para Mujeres de Paran está ubicado en Eor Ewuaso, una aldea rural remota en la localidad de Ololunga, en el condado de Narok, en el Valle del Rift. Imagen: Joyce Chimbi / IPS
Algunas de las joyería artesanal que fabrican las mujeres del Grupo de Mujeres de Paran. Imagen: Joyce Chimbi / IPS

Naiyan dice que las comunidades indígenas dependen de recursos naturales como los bosques, los ríos y su biodiversidad para su supervivencia. Las crisis climáticas y de biodiversidad actuales las afectan más como comunidad. Las mujeres no tienen bienes y, por lo tanto, están en peor situación.

“Los masái son pastores. Durante las estaciones secas prolongadas, un hombre se lleva todo el ganado y se muda de un lugar a otro durante incluso tres años, dejando atrás a sus esposas e hijos. La familia se queda sin nada porque las mujeres no poseen nada”, explicó.

Naiyan, una ogiek casada con una masái, dice que a los ogiek no les ha ido mejor.

Como cazadores y recolectores en un ecosistema que ha sido destruido por la actividad humana y el cambio climático, ellos también están en una situación de vida o muerte y están aprendiendo a buscar opciones de subsistencia fuera de su estilo de vida indígena, criando aves de corral para la venta y cultivando.

Los hombres no crían aves de corral ni se preocupan por ellas, ya que las consideran inferiores a ellos. Tienen ganado grande, como vacas y cabras.

Los masái y los ogiek, que en sus orígenes eran nómadas, pastores, cazadores y recolectores, recurrieron a la agricultura sostenible como mecanismo de adaptación al cambio climático. imagen: Joyce Chimbi / IPS
Algunas manyattas, las viviendas tradicionales de los masái. Las mujeres de las comunidades masái y ogiek unieron sus fuerzas para salvar sus tierras nativas. Imagen: Joyce Chimbi / IPS

“No se puede dejar de enfatizar el papel de los grupos indígenas, y más aún de las mujeres, en la protección del ambiente. Sobre todo porque las mujeres pueden combinar los esfuerzos de conservación con actividades generadoras de ingresos», señaló Vesca Ikenya, educadora en Género y Recursos Naturales.

Resaltó que «se educan y se apoyan mutuamente, y sus hijos crecen y van a la escuela, rompiendo el ciclo debilitante de pobreza asociado con los grupos minoritarios debido a injusticias y desigualdades históricas”.

“Los pueblos indígenas y las comunidades locales aportan el conocimiento y el liderazgo indígenas que solo ellos poseen como custodios de sus propias tierras y aguas y han tenido interacciones íntimas con sus ecosistemas desde tiempos inmemoriales», destacó Ikenya.

La educadora remarcó que «cada generación preserva y transmite este conocimiento a la siguiente. Cuando las comunidades indígenas y locales toman la iniciativa en los esfuerzos de conservación, nunca se equivocan. Entienden qué especies crecieron dónde y cuándo”.

El vivero de árboles del Grupo de Mujeres de Paran alberga 27 especies autóctonas, entre ellas Croton macrostacyus, Syzygium cuminii, Prunus africana y Olea africana. De los 150 000 plantones de árboles que ya se plantaron este año, 112 500 han sobrevivido y están prosperando.

Según el informe conjunto de 2021 del Grupo de Trabajo Internacional sobre Asuntos Indígenas y la Organización Internacional del Trabajo, los pueblos indígenas fueron responsables de proteger aproximadamente el 22 % de la superficie del planeta y el 80 % de la biodiversidad.

El Grupo de Mujeres de Paran no ha pasado desapercibido y ha ganado una serie de premios internacionales.

En 2018, recibió un premio a la supervivencia rural de la Cumbre de la Fundación Mundial de Mujeres; en 2020, recibió el Premio al Liderazgo Internacional del Foro Internacional de Mujeres Indígenas y en 2023, durante la cumbre climática anual, la COP28, celebrada en Dubái, obtuvo el premio a las Soluciones Climáticas por la Justicia de Género y se prepara para recibir otro premio internacional en octubre de este año.

T: MLM / ED: EG

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