Educación y poder adquisitivo determinan consumo cultural
En Colombia las variables relacionadas con conocimientos, habilidades y destrezas de las personas influyen en las decisiones de consumo cultural respecto a la asistencia a museos, bibliotecas y sitios de interés histórico.
Esta mirada corresponde a una investigación que aplicó un modelo microeconómico para establecer las ponderaciones y el efecto de diferentes características de las personas sobre el consumo cultural.
El nivel educativo de los individuos es el indicador general de conocimientos de una persona. Esto forma parte del denominado “capital cultural”, que también se refiere a la práctica activa en talleres culturales, actividades lúdicas o asistencia a museos y conciertos, por ejemplo.
El estudio fue realizado por Andrey David Ramos Ramírez, estudiante de la Maestría en Ciencias Económicas de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Medellín.
En la investigación se estableció que aunque el nivel de ingresos de las personas es un determinante importante, existen otros factores que restringen la participación en actividades culturales, como el nivel educativo.
En ese sentido, el investigador encontró que “los indicadores del capital cultural del individuo permiten una mejor apreciación y disfrute de las diferentes actividades, por lo que una persona con un nivel educativo más alto, estudios universitarios o de posgrado, tiene mayor probabilidad de asistir a eventos culturales”.
Entre las variables también se consideraron el género, la edad, el poder adquisitivo, la ocupación y la frecuencia de asistencia a sitios históricos y eventos culturales. Según el estudiante de maestría, esto último restringe el tiempo según el caso, ya que, por ejemplo, los jubilados o pensionados tienen mayor disponibilidad que los trabajadores.
El estado civil fue otra variable importante, ya que ”determina ciertas obligaciones familiares que pueden ser limitantes, porque el costo de oportunidad (referido a lo que se deja de ganar o disfrutar por tomar una decisión y no otra) de las personas casadas puede ser menor respecto a las solteras”, expone el investigador Ramos Ramírez.
El análisis se hizo a partir de información de la Encuesta de Consumo Cultural en Colombia realizada en 2014 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) y tuvieron en cuenta las observaciones de los jefes de hogar.
La investigación innova al aplicar la metodología de los modelos estadísticos de elección regularizados a las decisiones de consumo cultural y que son aplicados con frecuencia en bioestadística, pero no en economía.
Para el análisis de datos se utilizó el software R (muy utilizado en estadística), mediante el cual se hacen los cálculos de los parámetros que cuantifican la relación entre las variables explicativas (las que determinan la asistencia a actividades culturales) y la variable dependiente (frecuencia y asistencia).
Estudios culturales
“La cultura es un área que está en constante auge, pero son pocas las personas que se dedican a esta línea. Por eso, avanzar en estos estudios llama la atención porque son poco frecuentes”, manifiesta el estudiante de maestría.
Agrega que la investigación permitió proponer un trabajo riguroso en el campo de la economía de la cultura para comenzar a generar antecedentes en Latinoamérica.
Los resultados del estudio pueden tener utilidad práctica para la política cultural, pues en muchos casos los museos son apoyados por entes estatales, aunque también por inversionistas privados.
La investigación sirve de base para que tanto el sector público como el privado orienten mejor sus estrategias para fomentar la demanda y el consumo cultural.
El investigador Ramos Ramírez concluye que “con esto se pueden hacer programas que también permitan llegar a población carente de ingresos y con nivel educativo bajo. Ese es el ideal teniendo en cuenta que el consumo cultural tiene efectos positivos sobre el nivel educativo de las personas, la convivencia ciudadana y la dinamización de la economía”.