Diversidad de especies vegetales vinculada a seguridad alimentaria de Nuquí
En los corregimientos Panguí, Jurubidá y Tribugá, en Nuquí (Chocó), se utilizan 64 especies vegetales, 35 de ellas destinadas a la alimentación de los habitantes de la zona, como plátano, aguacate y cacao.
Otros aspectos identificados en los sistemas de producción tradicionales de Nuquí son que ocho especies se utilizan para alimentación animal, seis son de uso maderable para venta o construcción, y cuatro para condimentos.
Luz Adriana Ramírez Villegas, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Medellín, encontró que los alimentos más importantes son cebolla, espinaca, lulo, papaya, tomate, granadilla, pimentón, zanahoria y plátano; este último, por ejemplo, se consume varias veces al día en diferentes preparaciones.
Todas las especies pertenecen a 31 familias y su gran diversidad se observa en 5 variedades de arroz, 5 de borojó, 12 de caña, 6 de yuca, 6 de ñame, 8 de papa china, 10 de banano, 8 de coco, 4 de limón, 4 de maíz y 2 de chontaduro.
Los resultados del estudio demuestran que la conservación y el uso sostenible son clave para la seguridad alimentaria de los tres corregimientos –del Consejo Comunitario General Los Riscales–, la cual se había deteriorado, por lo que dos organizaciones no gubernamentales propusieron diversificar la producción agroecológica.
El 80 % de la población de las tres zonas estudiadas es afrodescendiente y cuenta con titulaciones colectivas producto de la Ley 70 de 1993, que les reconoce derechos territoriales. Cada unidad familiar posee lotes no delimitados que integran sistemas agroforestales, policultivos y huertas caseras.
En Nuquí las comunidades mantienen sistemas tradicionales de consumo y distribución de cultivos adaptados a los diferentes suelos y ecosistemas: bosques, zonas cultivadas, playas y manglares.
Condiciones ambientales difíciles
La precipitación anual promedio del Pacífico colombiano –donde está ubicado Nuquí– es de 8.000 mm, con temperaturas entre 22 °C y 26 °C e intensas temporadas secas, condiciones que limitan la productividad de la agricultura a causa del deficiente drenaje o la acidez de los suelos, entre otros.
La investigadora Ramírez Villegas expresa en su investigación que “la agrobiodiversidad registrada no solo es expresión de gran número de especies utilizadas por las comunidades de la zona sino que también da cuenta de un complejo sistema de conocimientos tradicionales y culturales”.
Al respecto, la profesora Gloria Patricia Zuluaga Sánchez, del Departamento de Ciencias Agronómicas de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U.N. Sede Medellín, afirma que es fundamental identificar las principales especies de plantas predominantes de los sistemas de producción y su uso, entre otros factores, para valorar la gastronomía local y el patrimonio agroalimentario de las comunidades, para lo que se requiere de acompañamiento. “Es un compromiso del Estado y de líderes los locales valorarlo como patrimonio, así como lo hacen con la música y el baile. Esto también es parte de su esencia y su cultura”.
La metodología empleada en el estudio fue observación participante, entrevistas y recorridos de campo y talleres con consejos comunitarios.