Cooperación internacional promueve el biogás en zonas agrícolas de Cuba
Por Patricia Grogg
– Yunia Cancio cocinó con leña hasta hace pocos años, cuando, de la mano del proyecto Biomas Cuba, llegó un biodigestor a la finca El Renacer, en Cabaiguán, un municipio de la central provincia de Sancti Spíritus. Ese cambio significó mucho para el bienestar de su familia, pero no fue el único.
“La vida nos mejoró mucho con la experiencia del biodigestor, sobre todo a mí, que soy la mujer de la casa y la que tiene que cocinar. Es un combustible muy limpio, más cómodo y seguro, todo es más higiénico. Antes cocinaba todo con leña y se me hacía más duro el trabajo diario”, recordó a IPS la agricultora de 48 años desde su finca familiar.
En un diálogo por teléfono, añadió que con el biogás cocina para 10 personas cada día en tiempos normales y para 20, en época de cosecha, siembra y recolección de las hojas de tabaco, entre otras labores que requieren más mano de obra.
Cancio y su familia forman parte de los residentes de localidades agrícolas involucrados en Biomas Cuba, un proyecto iniciado en 2009 con financiamiento de la Agencia Suiza de Cooperación para el Desarrollo (Cosude), que transita actualmente por su tercera etapa y debe finalizar en 2022.
Según Leidy Casimiro, profesora titular de la Universidad de Sancti Spíritus y especialista de Biomas Cuba, en sus diferentes facetas de energía renovable, capacitación y agroecología, la iniciativa beneficia directamente a más de 15 000 personas, de ellas, 5417 con las tecnologías del biogás.
La iniciativa es coordinada por la Estación Experimental Indio Hatuey, un centro de investigación adscrito a la Universidad de Matanzas, en el oeste del país, e involucra además a instituciones afines de las provincias orientales de Guantánamo, Santiago de Cuba, Granma y Holguín, y las centrales Las Tunas y Sancti Spíritus.
El biodigestor de la finca El Renacer comenzó a funcionar el 15 de julio de 2014. “Los constructores fueron mi suegro y cuñado, con la ayuda de mi esposo y mis hijos, que cargaron ladrillos e hicieron la mezcla. Con capacidad de nueve metros cúbicos, se construyó bajo la supervisión de Alexander López, un experto en esto”, relató Cancio.
La productora explicó además que el ahorro de energía eléctrica ha sido significativo en esta explotación agropecuaria de 28 hectáreas de la su familia es usufructuaria y donde se crían cerdos y algunas cabezas de ganado y se cultivan tabaco, hortalizas y frutas.
“Un suceso relevante fue cuando recibimos una olla arrocera que se alimentaba del biogás, algo grande y desconocido para nosotros, lo disfrutamos mucho”, recordó a la hora de comentar los cambios cotidianos con el biocombustible.
La planta creó también nuevas rutinas. Como se alimenta fundamentalmente de los excrementos de los cerdos de la finca, el biodigestor se instaló conectado con las porquerizas. Cada cierto tiempo, se le incorpora estiércol vacuno para hacer más potente el biogás, pese a que sus establos están más distantes.
De acuerdo con Giraldo Martín, director nacional de Biomas Cuba, “los resultados son muy valiosos pues hoy tenemos fincas que consumen apenas 30-40 por ciento de la energía convencional que antes utilizaban”.
En diálogo telefónico con IPS desde el municipio de Perico, en la provincia de Matanzas, Martín explicó que en todas sus etapas, Biomas Cuba ha aportado tecnologías y creado capacidades para que quienes las recibieran pudieran asimilar el conocimiento acerca de su uso y avanzar hacia una concepción agroenergética en el medio rural.
En su opinión, otro aporte han sido los modelos de lagunas cubiertas, una tecnología industrial que, a partir del tratamiento de elevadas cantidades de residuos biológicos, aporta diariamente altos volúmenes de biogás, con posibilidad de ser utilizados en el futuro para generar electricidad y aportarla al Sistema Electroenergético Nacional.
“En lo social, Biomas ha tenido gran impacto en las comunidades en que ha intervenido, generando empleo, produciendo alimentos y en Cabaiguán, recibiendo combustible doméstico por las redes de suministro que conducen el biogás desde centros porcinos hacia las viviendas, con beneficio social y en el ambiente”, apuntó el directivo.
“Tenemos fincas que usan los residuales sólidos y líquidos de los biodigestores como fertilizantes, de excelentes condiciones por su aporte de nutrientes, además de contribuir a la recuperación de suelos degradados, que abundan hoy en el sistema agrario cubano”, remató Martín.
Eso es lo que ya se practica en su finca, contó Cancio, donde los efluentes del biodigestor “se usan para abonar el (cultivo) organopónico de la finca, donde tenemos variedades de vegetales, especies condimentosas, plantas medicinales y frutales”.
“Nos estamos diversificando, pues el eje de cultura alimentaria, nos ha permitido contar con infraestructura para extraer aceites, agregar valor a varias producciones, obtener harinas de nuestras viandas (tubérculos propios de la dieta cubana, ricos en carbohidratos) motivarnos a mejorar los hábitos de consumo y elaborar nuevas recetas con cosas que antes no usábamos”, detalló Cancio con orgullo.
Sin embargo, el proyecto de Biomas no ha carecido de tropiezos.
A juicio de Martín, una de las barreras que derribó Biomas fue la de la incomprensión sobre la concepción de tratar residuos de animales y producir energía, algo que llevó mucha explicación y “que aún no está totalmente resuelto”.
A su vez, consideró un reto alinear las prioridades en el sistema de licitación y compra con los planes de empresas y organizaciones productivas y de servicios, de manera que los procesos de adquisición de los equipos sean eficientes y permitan aplicar con celeridad las tecnologías y conocimientos generados por los proyectos.
Para el director del proyecto, el principal impacto de la iniciativa apunta a su incidencia en políticas públicas.
Biomas contribuye a “comprender la importancia de las fuentes renovables de energía en el medio rural, el papel de los aportes que puedan generar las fincas con sus biodigestores, los sistemas de tratamiento de residuales en centros porcinos, el uso de la cascarilla de arroz para la producción de energía eléctrica y vapor para secar el arroz, así como de la madera residual de los aserríos para generar energía”, indicó.
En tanto, José Antonio Guardado, coordinador nacional del Movimiento de Usuarios del Biogás (MUB) contabilizó para IPS que en todo el país hay entre 4500 y 5000 biodigestores. “Actualmente se realiza un diagnóstico para ser más exacto en esa cifra”, indicó por correo electrónico desde Santa Clara, capital de la provincia de Villa Clara.
El MUB que reúne a los productores que aplican la tecnología de la digestión anaerobia por acción de microorganismos, surgió en Cuba en 1983 y cuenta a lo largo de este país insular caribeño con 3000 integrantes.
Guardado definió como tarea más urgente de este movimiento la promoción del llamado ciclo cerrado.
“En nuestra apreciación, en menos de un cinco por ciento de los biodigestores instalados, se utilizan los criterios y conceptos de ciclo cerrado, que implica que los productos finales excedentes se utilicen en los procesos que se generan en cadena en la finca, como la piscicultura, el riego o la fertilización”, señaló.
Para Guardado, el Movimiento de Usuarios del Biogás y todos los demás actores que trabajan el tema a nivel local deben defender estos criterios hasta lograr que 100 por ciento de los biodigestores existentes en el país se enmarquen en ese ciclo cerrado, que incluye también el distribuir los excedentes entre productores vecinos.
De acuerdo con el Ministerio de Energía y Minas, 95 por ciento de la matriz energética nacional se compone de combustibles fósiles, en tanto se espera que este año la generación de energía mediante fuentes renovables crezca hasta 6,3 por ciento del total que produce el país.
Para 2030, Cuba tiene la meta de que 24 por ciento de la generación de energía provenga de fuentes renovables.
ED: EG