Educación

Conocimiento académico contribuye a la riqueza del país

Además de la docencia y la investigación básica, el impacto de las investigaciones académicas contribuye cada vez en mayor medida al desarrollo social y económico de Colombia.

“El capital del conocimiento ha llegado a ser un componente del capital humano, pero tiene la facultad de contribuir de manera más estable y duradera al desarrollo económico y a la productividad de las naciones”, señaló el profesor Orlando Acosta, coordinador de la Mesa de Transferencia Tecnológica del Centro de Pensamiento de Propiedad Intelectual, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).

Según advirtió el académico durante el Seminario Subregional “Políticas de propiedad intelectual y transferencia de tecnología en las universidades”, celebrado en la U.N., “capitalismo de conocimiento” y “sociedad del conocimiento” son términos equivalentes.

Para el profesor Acosta, el capitalismo académico ha puesto al servicio del desarrollo económico los recursos físicos y humanos de las instituciones académicas de educación superior, y además ha contribuido a nutrir la crítica sobe la conformación de nuevas élites, junto con la preservación del orden establecido.

“Aunque la Universidad ha servido como instrumento para el desarrollo de poderes políticos y económicos también ha sido su más dura crítica”, prosigue el profesor Acosta, quien señala que aquellas universidades conocidas en el argot popular como “de garaje”, atentan contra el desarrollo del país, en la medida en que solo generan educación, pero ningún o muy poco conocimiento.

En tal sentido, el docente llama la atención sobre el hecho de que mientras en los países desarrollados existe una gran presencia de profesionales con formación doctoral vinculados a la industria, en Colombia la mayoría de ellos permanecen vinculados a la academia.

Doctores deben ir a la industria

“Las empresas realmente innovadoras han venido decreciendo, de tal manera que para 2014 solo un 0,22 % contaba con procesos de innovación, cifra que equivale a un escaso 0,03 % de vinculación laboral de profesionales con formación doctoral”, subraya el docente, para quien el hecho de que en un país la mayoría de sus doctores se encuentren vinculados a la universidad es una evidencia del atraso económico.

Si bien se registran algunos progresos, como el de haber pasado de tener seis programas de formación doctoral en 1990 a los más de 215 que existen a la fecha, cada año solo se gradúan siete doctores por cada millón de habitantes, y un escaso 12,3 % de estos programas cuenta con acreditación de alta calidad.

“Si se observa el número de 8.000 doctores con los que cuenta Colombia en la actualidad, se estima que el país tiene 16,2 doctores por cada 100.000 habitantes”, precisa el docente. El hecho de que durante 2014 solo se hubieran registrado 64 solicitudes de patentes provenientes de universidades también explicaría la brecha que existe con respecto a países desarrollados.

“Para el caso de la U.N., entre 1998 y 2015 se registraron 75 solicitudes de patente, de las cuales hasta 2016 se habían otorgado 30, mientras que 49 de ellas se encuentran en trámite, además de siete modelos de utilidad”, prosigue el profesor Acosta.

Salir del atraso

Según explica el profesor Acosta, para que el país se encamine hacia la senda del desarrollo, tendrá que –entre otras cosas– procurar que sus universidades generen más conocimiento a partir de las investigaciones que realice las comunidades académicas, para lo cual resulta indispensable una inversión cuyos recursos provengan en su gran mayoría del sector público.

“Además de entender cómo funcionan la naturaleza y la sociedad, el conocimiento académico también debe hacer énfasis en aquellos aspectos que tengan aplicación práctica y económica, para que pueda transferirse con rapidez al sector productivo”, explica el docente, puesto que solo en esta medida la industria logrará ser más competitiva.

Los tratados de libre comercio resultan muy asimétricos, porque se establecen con economías basadas en el conocimiento con productos de alto valor agregado al compararlos con los que genera en su gran mayoría la industria nacional.

“Cuando la universidad contribuye a generar riqueza, así sea del sector productivo privado, hace que a partir de políticas públicas concebidas para tal fin, sus ciudadanos tengan mejores condiciones de vida”, puntualiza el docente, quien insiste en la necesidad de promover la investigación en la academia.

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