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Con cáñamo, fibra del cannabis, campesinos del Valle del Cauca fortalecerán su economía

La Asociación de Unificación y Reorganización Agraria (Auracol), conformada por 75 familias, sembrarán cuatro cultivares de semillas de cáñamo: dos nativas del Valle del Cauca y dos importadas, para evaluar su rendimiento y mejorar el potencial productivo en la región de esta fibra proveniente de Cannabis sativa con la que se elaboran textiles, materiales de construcción y papel, entre otras materias primas.

El proyecto intersedes, en el que participan estudiantes y profesores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sedes Bogotá y Palmira, integra a la comunidad de Sevilla alrededor de la asociatividad y el empoderamiento campesino para fortalecer la producción agrícola y promover un cambio real en la economía local mediante el cultivo de cáñamo con fines comerciales, ofreciendo una alternativa sostenible y productiva para los agricultores.

El plátano es uno de los cultivos predominantes en la zona, aunque también se da el limón, la naranja y otros cítricos. Ahora, con el acompañamiento de la UNAL empezarán con la siembra de cuatro cultivares de cáñamo en tres fases: en la primera se construirá un invernadero productivo para garantizar la propagación de plantas y su producción continua; en la segunda se realizará la implementación del lote experimental en campo con el que evaluarán las mejores condiciones de cultivo, y la tercera estará destinada al monitoreo.

La producción de cáñamo

La iniciativa nació del interés académico de la tesista Lina Vanessa Valderrama Ramón, estudiante de la Maestría en Ciencias Económicas de la UNAL Sede Bogotá, quien busca adoptar procesos de innovación a través de la estrategia del cultivo del cáñamo en una asociación campesina.

Luego empezaron a surgir aliados, entre ellos el Centro de Excelencia en Cannabis y Agronegocios; la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Bogotá; la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNAL Sede Palmira; el Semillero de Investigación en Cannabis y Derivados; la Asociación Auracol; la Fundación Educando en el Posconflicto; el Colectivo Siembra, integrado por estudiantes de la UNAL Sede Palmira; y la Fundación WWB Colombia que traduce Mujeres Sin Fronteras, quienes cofinancian el proyecto.

Manos a la obra

Durante la primera fase será clave la propagación continua de plantas madre de cáñamo de alta calidad genética para producir esquejes o semillas que a su vez asegurarán el suministro del material vegetal para la siembra. Para construir el invernadero emplearán materiales locales como guadua y madera, con el fin de garantizar la adaptación a las condiciones climáticas y ambientales de la región.

Uno de los componentes más destacados de esta etapa es que la comunidad será involucrada en la construcción y en el manejo del invernadero, asegurando así su participación. En un primer acercamiento con los productores se realizaron talleres usando la metodología pensamiento de diseño (design thinking) para desarrollar una visión compartida sobre el manejo y el futuro de esta unidad productiva.

Precisamente uno de los alcances del proyecto será “el establecimiento de una ciudadela campesina en las 700 hectáreas que entregará la Sociedad de Activos Especiales (SAE) a Auracol, en donde contemplan que dentro de sus procesos agrícolas se incluya el cáñamo”, según informó el estudiante Juan David Rojas Villafañe, de Ingeniería Agronómica de la UNAL Sede Palmira, integrante del Colectivo Siembra.

Las expectativas para los productores campesinos que participan son altas. Por ejemplo, don Fabio Marín Ospina manifiesta: “tengo la seguridad de que nos va a ir muy bien. El cáñamo me llama la atención porque tiene muchos usos que se pueden aprovechar”.

Esta novedosa metodología está centrada en la solución creativa de problemas y pone al usuario o cliente en el centro del proceso, en este caso a las comunidades de Sevilla. Se utiliza comúnmente para diseñar productos, servicios o procesos innovadores.

El siguiente paso será desarrollar un lote experimental en el campo en el que evaluarán dos sistemas de manejo agrícola: el agroecológico –que no utiliza agroquímicos– y el convencional, que utiliza fertilizantes de síntesis química. La meta es determinar cuáles son las mejores prácticas para maximizar la producción de cáñamo en términos tanto de rendimiento como de sostenibilidad. Los terrenos ya han sido preparados con un análisis de suelos previo y las siembras se realizarán bajo estrictos protocolos de monitoreo de humedad y temperatura.

En esta etapa también se evaluará el potencial nutricional del cáñamo como fuente de fibra y proteínas para la alimentación animal, con lo que buscarán diversificar su uso en sectores como la ganadería y abrir nuevas oportunidades para las comunidades rurales a partir de generar procesos de economía circular con las producciones agrícolas y pecuarias, promoviendo la sostenibilidad.

Para garantizar la viabilidad del proyecto a largo plazo y evaluar su impacto ambiental en la región, la tercera fase incluirá un sistema de monitoreo basado en sensores de temperatura, humedad y calidad del aire, lo que permitirá un seguimiento continuo de las condiciones del cultivo y un control más preciso de los factores que impactan el crecimiento del cáñamo​. “Con los sensores Hexatech creados por un diseñador industrial del Colectivo Siembra tendremos alarmas tempranas para detectar cualquier cambio ambiental, y al mismo tiempo atraer a los jóvenes del municipio con nuevas tecnologías”, agregó el estudiante Rojas.

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