Medio Ambiente

Comederos artificiales alterarían comportamiento de colibríes

La abundancia de recursos alimenticios disponibles aumenta la población de estas aves y también su competencia por consumirlos.

Así lo determinó un estudio realizado por Nicolás Téllez Colmenares, magíster en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien durante un año registró, a través de cámaras de alta velocidad, el comportamiento de estas ágiles aves alrededor de los comederos artificiales instalados en la finca Colibrí Gorriazul, ubicada en la vereda Tierra Negra, en cercanías a Fusagasugá.

El objetivo era identificar los cambios que se podrían generar en los patrones de alimentación y de agresión entre estos animales ante una fuente artificial de alimento, que suele ser agua con azúcar. Justamente alrededor de esta práctica ha surgido un debate sobre si resulta beneficiosa o perjudicial para los colibríes (Trochilidae), aunque hasta ahora se tienen escasos datos reales sobre sus efectos.

A partir de las observaciones realizadas, el investigador evidencia una considerable concentración de individuos alrededor de los comederos artificiales, superior a la que podría soportar un sistema natural con flores. Esto se debe a la alta disponibilidad de alimento, que supera la demanda de las aves.

“En la zona donde estábamos grabando podría haber más de mil individuos. Tratamos de contarlos pero fue imposible porque eran demasiados, lo que puede resultar beneficioso para poblaciones que estén en peligro de extinción”, asegura el investigador.

De igual manera el magíster encontró que los comederos ayudan a aumentar la probabilidad de supervivencia de muchos individuos que incluso llegaban enfermos, pero después de conseguir alimento sobrevivían.

Estos resultados se obtuvieron validando 2.921 observaciones en el experimento de visitas de siete especies de colibríes a la fuente de alimento. Dichos comportamientos estuvieron condicionados por factores como la especie, la calidad del alimento (concentración de azúcar en el agua) y la competencia entre especies.

La abundancia de especies condiciona las visitas a los comederos y su acceso al recurso, en especial ante la presencia de contrincantes. En esta situación, muchas aves deben consumir alimento que no es de su preferencia.

“Son preferibles las flores que los comederos artificiales, pero estos pueden ser un paso intermedio entre una zona de poca vegetación y un bosque”, afirma el investigador.

También podría resultar útil para la conservación de esta amplia variedad de aves polinizadoras que solo existen en el continente americano, con más de 100 géneros y 330 especies y con una mayor diversidad en Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela.

Aumentan las peleas

En el estudio se reportaron 20.145 interacciones de las especies más comunes de colibries (Amazilia tzacatl, Amazilia cyanifrons, Chalybura buffonii Colibri delphinae, Colibri thalassinus, Anthracothorax nigricollis, Colibri coruscans), lo que supera los hallazgos de otros estudios realizados tanto en flores como en comederos, lo cual se sustenta en la alta abundancia de alimento.

Aunque la cantidad de comportamientos es elevada y estos dependen de factores diferentes a los naturales, las características de los ataques se mantienen y permiten analizar el comportamiento de las aves.

Por ejemplo las especies más agresivas –como Anthracothorax nigricollis, Colibri coruscans y machos de Chalybura buffonii– también presentan armas en sus picos para provocar daños a sus contrincantes, mientras que las especies con menor número de interacciones fueron las menos abundantes, es decir las hembras de Chalybura buffonii y los individuos de Colibri thalassinus.

Entre especies cambió la cantidad y el patrón diario de pelea, variación que se condicionó por las habilidades de combate de cada individuo, las características de las especies como el tamaño y sexo, y los resultados no reportados antes, como el tipo de comedero y las características del ambiente como la lluvia.

El estudio fue dirigido por el profesor Frank Gary Stiles Hurd, curador de la Colección de Ornitología del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N., y por el doctor Alejandro Rico-Guevara, egresado de la U.N. y dueño de la finca Colibrí Gorriazul, habilitada como centro de investigación.

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