Cartageneros versus árboles
El calor nos ha tenido a todos desesperados. Sea por el cambio climático, una oleada de calor extrema o que el sol se esté vengando porque estamos acabando con el planeta. Lo cierto es que cada vez la temperatura está más elevada y se hace insoportable el día a día.
A todas luces tenemos una gran parte de culpa de los problemas climáticos que el planeta está presentando, pero en particular, aquí en Cartagena nosotros mismos volvemos peor la situación.
Al común de los cartageneros no les gusta los árboles. Un porcentaje de los residentes de “La Heroica” sufren de Dendrofobia, es decir, fobia a los árboles.
Y es algo que de manera personal he vivenciado. Vendí una casa y lo primero que hizo el dueño fue talar el árbol de la entrada, le pregunté ¿Por qué lo va a talar si da una sombra maravillosa? Su respuesta “es que se le caen muchas hojas y hay que estar barriendo”.
El señor prefiere tener una terraza que no puede usar porque a pleno sol es una parrilla de asar, a tener que barrer las hojas que de manera natural se le caen al árbol.
No hay carpa ni parasol que brinde la sombra y la frescura que da un árbol. Sin contar con que las carpas no producen oxígeno ni absorben el gas carbónico que contamina el planeta.
Hoy pasé por una casa que me encantaba porque tenía dos hermosos y frondosos árboles en la entrada. Con sorpresa me di cuenta que el nuevo dueño los había cortado. Quedé ¡Plop! Me pareció insólito, pero tristemente cierto. Reemplazó los dos hermosos árboles por dos pequeñas macetas cada una con palmeras pequeñas de cuatro hojas.
Y esos son dos casos de los 16 que ya he visto este año. Y sí, estoy contando cada árbol que sé que talaron. Yo solita me he dado cuenta de 16 ¿Cuántos van en Cartagena en este 2019?
Pero lo inquietante no es solamente la tala de árboles, sino que la gente no siembra árboles nuevos. Paso por calles y calles donde en las terrazas o patios no ves árboles.
Tramos enteros de andenes y separadores de Transcaribe sin un solo árbol. Algunos pedazos con moribundas palmeras y pequeñas uvitas de playa a punto de secarse.
Es agobiante caminar por esos andenes en los que no hay sombra, parece que te estuvieras derritiendo con cada paso. Que diferente sería si tuvieran árboles.
Viajas a Medellín, por ejemplo, y notas rotundamente el cambio. Es una ciudad verde y hermosa, no porque las condiciones climáticas los obliguen sino porque tanto el sector público, el privado y los ciudadanos tienen interiorizado lo que vale un árbol. Su valor social, ambiental, paisajístico.
Pero vayamos a los datos y a las estadísticas. En Cartagena no existe un inventario del arbolado, por lo tanto, no sabemos cuántos árboles hay, cuántos arboles fueron talados o retirados en 2018 ni se puede hacer un comparativo entre años para saber si la percepción que yo tengo de disminución de árboles es cierta o falsa. No sabemos cuántos árboles hay por habitante a 2019. El último dato que se tiene al respecto es de 2014, según la información en ese año había 58 mil árboles para una ciudad de 1 millón de habitantes. Hay un amplio déficit ¿Qué hacer? La respuesta es fácil, cada uno a sembrar y cuidar un árbol. No podemos esperar que la alcaldía lo haga por nosotros.