Campo colombiano: su revitalización pasa por el retorno de los jóvenes
La falta de servicios básicos, la desigualdad en el acceso a la tierra y la ausencia de una infraestructura adecuada han hecho que el campo sea cada vez menos atractivo para las nuevas generaciones, lo que ha llevado a los jóvenes a romper su vínculo con la tierra para buscar oportunidades en las zonas urbanas, dificultando un desarrollo rural sostenible. Un cambio eficaz va más allá de una reforma agraria que ofrezca mejores condiciones de vida rural para así motivarlos a regresar.
Estos fueron algunos aportes de los expertos invitados al foro “Reforma agraria y juventudes”, realizado en el marco de la Primera Agroferia Nacional de Jóvenes Rurales “Raíces y semillas del cambio”, adelantado en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
Según el DANE, en 2023 más de 12,7 millones de colombianos tenían entre 14 y 28 años, de los cuales 2.984.500 (23,5 %) vivían en zonas rurales, situación que representa un desafío para países como Colombia.
Por medio de la Facultad de Ciencias Agrarias, la UNAL, el Gobierno nacional y la Agencia de Desarrollo Rural trabajan de manera conjunta en dichos temas, y uno de los resultados más recientes de esta colaboración fue la realización Primera Agroferia Nacional de Jóvenes Rurales “Raíces y semillas del cambio”, a la que fueron convocados expertos nacionales, académicos, líderes sociales y emprendedores rurales, entre otros participantes.
El objetivo de la agenda académica del evento es fomentar el intercambio de conocimientos, experiencias y estrategias en torno a los desafíos, oportunidades y transformaciones del campo desde la perspectiva de las juventudes rurales, a través de la participación en foros y paneles que aborden temas como la reforma agraria, la agricultura campesina, los emprendimientos y la comercialización, y la interseccionalidad.
Urgen estrategias de transformación
Durante el foro “Reforma agraria y juventudes”, el profesor Álvaro Rivas Guzmán, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL, señaló que “con una de las concentraciones de tierra más desiguales del mundo, Colombia necesita una reforma agraria que permita el acceso equitativo a la tierra y mejore las condiciones de vida rural, ya que el campo esta envejecido”.
También dijo que no hay políticas adecuadas diferenciales para las juventudes y que la edad promedio de los agricultores del campo es de 54 años, lo que deja una sensación de desconcierto, ya que en términos de planeación en el país no se sabe quiénes serán los futuros agricultores.
“De ahí la importancia de incidir en políticas públicas para corregir esa problemática”, subrayó. En su opinión, los jóvenes rurales, quienes podrían liderar una transformación agraria, se ven empujados a migrar debido a la falta de oportunidades y de acceso a agua potable, electricidad, educación superior de calidad, salud y vías de transporte, factores que dificultan la vida en el campo y generan una desconexión con sus tierras.
Para revertir esta tendencia, el experto señala que “se deben superar barreras esenciales, como asegurar el acceso a la tierra, mejorar la educación y garantizar una infraestructura básica. Sin estos elementos la juventud rural no puede desarrollar el potencial transformador que el país necesita, y las comunidades rurales siguen perdiendo población joven”.
Iniciativas gubernamentales
En el evento, Natalia Grajales, representante de la Agencia de Desarrollo Rural, expresó que esta institución trabaja para que los jóvenes vean en el campo una opción viable y atractiva, a través de programas como los Proyectos Integrales de Desarrollo Agropecuario y Rural (Pidar), en los cuales se promueve el empoderamiento juvenil y la inclusión de un enfoque diferencial que incentive su participación.
“Mediante estos proyectos se pretende que cada vez más jóvenes puedan obtener títulos de tierra, acceder a subsidios para la compra de predios, y contar con el apoyo necesario para desarrollar su actividad agrícola”, aseguró. Todas las zonas tienen la posibilidad de desarrollar un proyecto productivo en su territorio sin necesidad de concursar ni realizar ningún trámite.
Para fortalecer el arraigo en el campo, la Agencia también contribuye identificando la necesidad de ofrecer educación y capacitación en áreas como la agricultura sostenible y las tecnologías modernas; además es esencial integrar innovaciones y conocimientos técnicos para que los jóvenes puedan gestionar la tierra de forma rentable y adaptarse a las demandas actuales de la agricultura.
Un futuro digno para los jóvenes rurales
La construcción de un futuro rural sostenible requiere mejorar los servicios básicos y la infraestructura en las áreas rurales. La falta de carreteras, electricidad y acceso a agua potable desalienta a los jóvenes a permanecer en el campo. Además deben existir incentivos económicos –como créditos y acceso a mercados– para hacer que la agricultura sea rentable y atractiva para las nuevas generaciones.
La trabajadora social Marcela García, magíster en Gestión y Desarrollo Rural de la UNAL, reiteró la importancia de que las entidades competentes analicen cómo encajan las juventudes en los espacios rurales, “porque no hay hospitales, no hay universidades, y existe déficit habitacional en las diferentes veredas, tema que se convierte en uno de los desafíos a abordar dentro de la reforma agraria que se presentará”.
De otra parte, para Nadya Umaña, integrante de la Agencia Nacional de Tierras, el acceso a la tierra es fundamental, pero no es suficiente para lograr una reforma agraria. En su opinión, “esta debe defender y resaltar los derechos de la vida campesina para garantizar una vida digna y un futuro en los territorios. Por otro lado, debe estar acompañada de una integralidad en la relación del campesinado con la tierra, el agua y los bienes comunes de la naturaleza”.
Por lo anterior es importante resaltar que, para que la juventud rural sea protagonista de la reforma agraria, es fundamental abordar estos desafíos desde una política integral que promueva el acceso a la tierra, fortalezca la educación y mejore la infraestructura. Con programas diseñados especialmente para los jóvenes, Colombia puede asegurar que las nuevas generaciones vean el campo como un lugar digno para vivir y crecer, contribuyendo a consolidar la paz y el desarrollo sostenible en el país.