Brasil, el gran laboratorio de pruebas para vacuna contra la covid-19
Por Martina Farmbauer (dpa)
La brasileña Denise Abranches, que coordina el Departamento de Odontología del Hospital de São Paulo, se enfrenta con el virus Sars-CoV-2 todos los días.
”Es una batalla diaria”, enfatiza la odontóloga, cuya labor incluye controlar la boca de pacientes con coronavirus para que no tengan ningún riesgo adicional de infección.
Cuando Abranches se enteró de que su hospital iba a participar junto con la Universidad Federal de São Paulo en la fase III de los ensayos clínicos para una vacuna contra el coronavirus que desarrolla la Universidad de Oxford, se ofreció inmediatamente para cooperar.
Ella y varios de sus colegas fueron testigos de muchas escenas tristes y muertes solitarias. ”Es muy conmovedor”, señala la médica, que trabaja desde hace más de 20 años en el hospital y se convirtió en la primera voluntaria en Brasil que recibe la vacuna.
Sin embargo, Abranches no sabe si realmente recibió la sustancia activa o un placebo para comparar los valores de control. “Es un privilegio en este momento tan importante no solo para nosotros los brasileños, que somos protagonistas, sino también para el mundo; que espera una vacuna”, dijo a dpa la odontóloga de 47 años.
Al igual que Abranches, miles de voluntarios del sector de la salud y de otras áreas donde hay una mayor exposición al coronavirus y que aún no se han infectado han recibido -o recibirán- una vacuna.
Brasil se ha convertido en un gran laboratorio de pruebas del mundo.
Desde junio, la compañía farmacéutica AstraZeneca, con sede en Londres, ha estado probando la vacuna desarrollada por investigadores de Oxford en el país más grande y poblado de América Latina.
Asimismo, la empresa farmacéutica china Sinovac inició el 20 de julio la decisiva fase III de su vacuna en Brasil. En esta fase, que tiene por objeto obtener la aprobación para la comercialización de una sustancia activa, se determina su eficacia en un numeroso grupo de personas.
Recientemente, la autoridad de vigilancia sanitaria brasileña también concedió la aprobación para que se realicen ensayos con una sustancia desarrollada por la biofarmacéutica alemana Biontech junto con el grupo estadounidense Pfizer. Según informes de los medios, este estudio ya ha comenzado.
Por su parte, Sue Ann Clemens, miembro del comité de la farmacéutica Curevac, confirmó a dpa que la compañía de biotecnología, con sede en la ciudad germana de Tubinga, también planea probar una vacuna candidata en Brasil a partir de septiembre u octubre.
Junto con Estados Unidos, Brasil tiene actualmente el mayor foco de coronavirus en el mundo. Según cifras oficiales, en el país sudamericano se han infectado más de tres millones de personas y más de cien mil han muerto por covid-19.
Es probable que las cifras reales sean mucho más altas, en parte, porque se realizan muy pocas pruebas en el país. En muchos lugares aún sigue en aumento la curva de infecciones, lo que representa una ventaja para la fase crucial de las pruebas con la vacuna.
Brasil ya ha demostrado en el pasado que tiene excelentes instituciones de investigación como el Instituto Butantan y la Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz), que se encargan de las pruebas en São Paulo (Sinovac) y Río de Janeiro (AstraZeneca).
Entre los países emergentes, los brasileños también han sido pioneros en otras crisis sanitarias como la del VIH o el zika. Esto contrasta fuertemente con la controvertida gestión de crisis que lleva adelante el presidente Jair Bolsonaro, quien trivializó el coronavirus como una “gripe menor”.
Bolsonaro rechazó las cuarentenas y otras medidas de protección sanitaria y promovió el medicamento contra el paludismo
-hidroxicloroquina- para el tratamiento de la covid-19, pese a que no se han demostrado los efectos positivos de esa sustancia y por el contrario varias secuelas secundarias.
El Gobierno del presidente Bolsonaro se basa en teorías conspirativas y noticias falsas en lugar de considerar hechos científicos concretos.
”Yo creo en la ciencia”, subraya Denise Abranches, quien durante cinco meses ha viajado casi exclusivamente entre el hospital y su casa. La lucha diaria contra el virus es su rutina diaria y por eso espera que las pruebas con la vacuna sean exitosas para poder volver a ver pronto a su familia y a sus amigos.
Brasil se está preparando para producir una vacuna y ha firmado acuerdos para recibir millones de dosis si se demuestra su eficacia. La Fundación Oswaldo Cruz, por ejemplo, está esperando que se apruebe la vacuna de AstraZeneca para poder empezar con su producción.
El Complejo Tecnológico de Vacunas del Instituto de Tecnología en Inmunobiológicos (Biomanguinhos/Fiocruz), ubicado en el norte de Río de Janeiro, es considerado el más grande de América Latina.
El año pasado se produjeron allí casi 110 millones de dosis de vacunas para el sistema de salud pública brasileño y, según el portal ”G1”, Biomanguinhos también produce el 80 por ciento de las vacunas contra la fiebre amarilla del mundo.
”Este es posiblemente el mayor desafío en la historia de Bio-Manguinhos”, destaca el vicedirector de producción Luiz Limaviced. “La gran ventaja es que ya hemos tenido experiencias similares como en el caso de la fiebre amarilla y podemos utilizar todos nuestros conocimientos”, agrega.
dpa