Salud

¡Ay, qué puntada! ¿Será una cuestión postural?

Por Sabine Meuter (dpa)

Tal vez uno quiere estar un rato al aire libre, salir a correr para compensar un banquete, se calza y arranca entusiasmado a trotar y de pronto…¡zas, qué dolor!

Una puntada fuerte en uno de los costados del estómago. Es una sensación muy poco agradable, un pellizco muy fuerte, todos los que practican deporte como hobby han sentido alguna vez en la vida ese dolor.

”Duele, pero por lo general es totalmente inofensivo”, dice el internista alemán Ulrich R. Fölsch. El experto asegura que la puntada no es un síntoma de que exista una enfermedad seria.

Dice que se trata más bien de una incomodidad que puede darse tanto del lado izquierdo como derecho del estómago. Es más, a veces aparece de ambos lados.

”Seguramente no habría aparecido si la persona no hubiera comido mucho justo antes de practicar deporte”, explica el docente Ingo Froböse, que trabaja en una escuela de gimnasia.

Este tipo de puntadas suele afectar a quienes practican deportes de resistencia, es decir, en primer lugar a quienes salen a correr, hacen natación o ciclismo. “Los deportistas entrenados suelen sentir algo así con menor frecuencia que los que no están entrenados”, apunta Froböse.

Las causas no están claramente establecidas. Existen únicamente hipótesis, “pero no hay ninguna confirmación científica”, apunta Fölsch. Una de las teorías es que el bazo no esté lo suficientemente irrigado. “Por eso no hay que entrenar con el estómago lleno”, advierte el especialista.

Esa hipótesis explicaría muy bien por qué las puntadas suelen aparecer cuando se practica deporte después de una comilona, ya que el tracto digestivo necesita sangre para el proceso de la digestión, al igual que los músculos durante el ejercicio, y eso genera en simultáneo una demanda desmedida.

Teóricamente la causa podría estar en el diafragma, dice Froböse. El diafragma se ubica debajo de los pulmones, entre el estómago y la cavidad torácica.

Al practicar deporte, la respiración se torna más rápida y profunda y eso exige más al diafragma, que a su vez, en el momento del esfuerzo, no recibe el volumen suficiente de sangre con oxígeno, y eso deriva en el dolor.

¿Pero entonces por qué sólo existen hipótesis y ninguna comprobación científica de la causa? Porque las puntadas desaparecen a la misma velocidad que aparecieron, es decir, “antes de que la persona pueda acudir al médico”, dice Fölsch.

Pero existe una hipótesis más: la postura. Si alguien sale a correr contraido y agachado en lugar de con una postura erguida se arriesga a padecer este tipo de dolores. El sobrepeso también podría ser un factor.

Además, la máxima en cualquier caso, sea cual fuere el deporte que uno practica, es no exagerar. “No hay que sobrecargar al cuerpo, es importante adaptar el entrenamiento a las capacidades de cada uno”, subraya Froböse.

También es fundamental hacer un buen precalentamiento e ir aumentando la actividad poco a poco, no en forma abrupta.

La intensidad del dolor varía, y de eso depende cómo reaccionar. Si la puntada es leve, uno no tiene por qué interrumpir el entrenamiento.

”Quien quiera puede detenerse, pero debería ser suficiente si uno se concentra en respirar de forma regular, profunda y bajando un poco la velocidad”, explica el experto.

De todos modos, si las puntadas fueran fuertes, sí es aconsejable detenerse y “deshacerlas” con una buena respiración.

Un posible ejercicio de respiración para esos casos sería “dar cuatro pasos inhalando conscientemente y luego dar cuatro pasos exhalando lentamente”. Se recomienda repetir el ejercicio hasta que el dolor haya desaparecido.

De todos modos, cada uno debe encontrar el mejor modo de lidiar con las puntadas. “No existe una solución universal”, dice Fölsch. Para evitar su aparición, es mejor no conversar durante el entrenamiento, porque hablar altera el ritmo respiratorio y puede generar contracturas que, eventualmente, se manifiesten como puntadas.

dpa

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